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Pedro tomó la moneda. Se apresuró al templo para pagar el impuesto.
Tenía dinero porque Dios había provisto para su necesidad y para la de Jesús.
"Ve al lago y echa tu anzuelo. Abre la boca del primer pez que pique y ahí encontrarás una moneda. Toma la moneda y paga mi impuesto y el tuyo.
El dinero que cobraban se llamaba "IMPUESTO".
Todos debían pagar impuestos.
Algunos hombres que trabajaban en el templo se acercaron a Pedro.
Los cobradores de impuestos le preguntaron a Pedro:
-¿Tu maestro no paga los impuestos del templo?
-Por supuesto que paga los impuestos- contestó Pedro.
Antes de que le dijera lo que habían dicho los hombres, Jesús le hizo un pregunta:
Jesús y sus discípulos viajaban mucho para predicar la Palabra de Dios.
Un día llegaron a Capernaúm.
-¿Qué opinas, Pedro?
¿Cobran los reyes impuestos a su propia gente o a los pueblos que han capturado o gobiernan?
Mi Dios, pues, suplirá todo lo que te falta.
Filipenses 4:19