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La faringitis es la inflamación de la mucosa que reviste la faringe.
Son las más frecuentes.
La infección por bacterias aparece con fiebre intensa e inflamación de ganglios linfáticos en el cuello.
Según la forma en la que comience a manifestarse la enfermedad se pueden distinguir dos tipos de faringitis: aguda y crónica.
Comienza de forma brusca y permanece varios días. Suele deberse a infecciones víricas, aunque frecuentemente se asocian a virus y bacterias. Existen varios tipos:
La infección permanece varias semanas. La pared de la faringe se ve de un color rojo-violáceo. Los pacientes crónicos son propensos a desarrollar un carcinoma faríngeo.
Normalmente se debe a determinados irritantes tóxicos (como tabaco o alcohol), factores ambientales (sequedad o humedad muy intensas, contaminación atmosférica…), y a otras enfermedades (como la diabetes). Existen diversos tipos:
Correcta higiene
Evitar el contacto directo con otros enfermos
mantener altas nuestras defensas y anticuerpos para una mayor prevención
Para comprender lo que es la amigdalitis debemos saber qué son las amígdalas.
Las amígdalas son masas de tejido situadas en la parte posterior de la garganta. Hay dos de ellas, una a cada lado de la garganta.
La amigdalitis es un tipo de faringitis, (más comúnmente conocida como anginas).
Es la inflamación de una o de las dos amígdalas palatinas, que son las que se encuentran en la pared lateral de la orofaringe, a cada lado de la garganta. Estas agrupaciones de tejido contienen las células que producen anticuerpos útiles en la lucha contra la infección.
Los síntomas de la amigdalitis pueden ser:
Si la causa es un virus, no hay medicina para tratarlo.
Si la causa es una infección bacteriana, será necesario tratarlo con el antibiótico que recete un médico. Es importante que se termine el tratamiento con antibióticos, incluso si los síntomas mejoran o desaparecen, ya que si el tratamiento se detiene demasiado pronto, algunas bacterias pueden sobrevivir y volver a infectarte al cabo de un tiempo.
Aunque la amigdalitis no es contagiosa, los virus y las bacterias que la causan sí lo son, por tanto, es recomendable tomar algunas precauciones para evitar que nos contagiemos nosotros mismos o, si nosotros somos los enfermos, evitar contagiar a los demás.
Por ejemplo, el lavado de manos frecuente puede ayudar a prevenir el propagar o contraer estas infecciones. También debemos controlar las defensas y vigilar que no estén bajas para así disminuir el riesgo de contraer la enfermedad. Podemos reforzar dicho sistema inmunitario mediante un estilo de vida saludable, que incluya una nutrición sana y la práctica regular de ejercicio moderado.
Además, se recomienda evitar sustancias que irritan las mucosas, como el humo del tabaco, el polvo o el alcohol.