autoridad esp.

En la práctica diaria, es común que cuestionemos y nos neguemos a las órdenes que otras personas nos dan, como nuestros padres, lideres, pastores, apóstoles o cualquier otra figura de autoridad, considerándolo de poca importancia. No obstante, esto es desobediencia, y sabemos que ser desobedientes es contrario al diseño del Padre.

Romanos 13:1-2 dice

“Sométase todo persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos”. Ahora pasaremos a estudiar detenidamente los conceptos de Obediencia, Sujeción y sumisión.

Efesios 1:19-23; Romanos 13:1-7

Todas las cosas fueron creadas por la autoridad de Dios y todas las leyes físicas se mantienen por esta misma autoridad.

La autoridad de Dios represente a Dios mismo.

Solo Dios es autoridad sobre todas las cosas, y todas las autoridades que existen sobre la faz de la tierra son instituidas por El.

Reconocer la autoridad de Dios, y las autoridades delegadas de Dios aquí en la tierra, debe ser la característica de todo cristiano fiel.

Es por eso, si queremos obedecer a Dios, que necesitamos conocer Su autoridad.

Lucero fue un ángel creado para guiar a las huestes celestiales a reverenciar y adorar a Dios.

Un día determinado, él se rebeló pretendiendo ser igual a Dios y se llenó de deseos orgullosos de recibir el la adoración que solo le pertenecía a nuestro Dios.

El resultado de dicha rebeldía fue que termino expulsado del tercer cielo, junto con otros ángeles rebeldes que le siguieron.

Cuando Lucero intento igualar y sobrepasar la autoridad de Dios se rebeló, lo cual origino su estrepitosa caída transformándose en Lucifer, o Satanás que significa “adversario”.

A partir de ese suceso, lo que más teme el enemigo es que los seres humanos practiquemos la obediencia a nuestras autoridades delegadas de Dios en el gobierno, la familia y la iglesia.

El diablo siempre es fomentador de la rebeldía y menosprecio hacia Dios y toda autoridad delegada de Dios.

El enemigo odia con todo su ser el principio de autoridad espiritual según Dios e intenta promover por dondequiera sus principios de rebeldía.

Reconocer, respetar y obedecer la autoridad es moverse según el principio de Cristo.

El principio de Satanás es siempre menospreciar y desobedecer la autoridad, a toda autoridad.

Tomemos el ejemplo de Saulo de Tarso, luego el Apóstol Pablo

(Leer Hechos 9:1-19).

Antes de tener un encuentro con la Verdadera Autoridad, Cristo, trato de destruir la iglesia cristiana. Cuando tuvo un encuentro real con el Señor conoció la autoridad de Dios y su salvación.

Además pudo reconocer la autoridad de un hermano desconocido, el cual es mencionado solo una vez en la Biblia Ananías. V. (9:17).

Este ejemplo nos enseña que cuando tenemos realmente un encuentro primero con la autoridad de Dios, luego nos será fácil someternos a la autoridad delegada de Dios.

El Saulo rebelde se transformó en el Pablo sumiso y obediente.

En el universo solo existen dos principios: El de la autoridad de Dios y el de la rebeldía satánica.

Cada uno debe decidir a cual vamos a obedecer.

El reconocimiento de la autoridad se logra cuando vivimos una vida de obediencia.

Cuando obedecemos a Dios y a Su palabra, le honramos y reconocemos como nuestra máxima autoridad.

Para que en nuestras vidas se manifieste la verdadera autoridad primero debe fluir la verdadera sumisión y sujeción espiritual.

A nuestra naturaleza carnal no le gusta someterse a ninguna autoridad.

Solo podremos lograrlo cuando vivimos en el poder del Espíritu Santo (Ef. 5:18).

Reconocer la autoridad de Dios significa obedecer, porque donde hay obediencia hay sumisión.

Como cristianos no solo debemos estar bajo la autoridad de Dios sino también bajo las autoridades delegadas de Dios.

Para Dios, desobedecer a las autoridades delegadas significa desobedecerle a Él. Algunos dicen:

“Yo solo le obedezco a Dios”.

Este es un concepto erróneo y anti bíblico, porque si reconocemos la verdadera autoridad (Dios) fluirá dentro nuestro un ferviente deseo de reconocer y sujetarme a la autoridad delegada de Dios.

La vida cristiana es una vida basada en la obediencia, por eso todos los creyentes necesitamos aprender a obedecer a la autoridad.