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Nació el 30 de octubre de 1896 en Ojojona, Francisco Morazán, Honduras.
Se graduó de maestro en la Escuela Normal de Varones, el primer año cubrió los gastos de estudio trabajando como sirviente en el mismo centro. En 1916 viajó a Costa Rica y laboró como maestro en un pueblo de Nicoya. En 1920 el gobierno de Honduras le concedió una beca para estudiar en la Academia San Fernando de Madrid, pero se la suspendieron seis meses después. Sin embargo, Zelaya Sierra, con esfuerzo propio, permaneció 12 años en España, en 1932 decidió regresar a Tegucigalpa, donde falleció un año más tarde.
Su gran sensibilidad y la solidez de su obra que muchos encontraron estilísticamente parecida a la de otros grandes del arte latinoamericano como la del mexicano Diego Rivera y la del brasileño Cándido Portinari. Por algo, sus pinturas no pasaron inadvertidas en Madrid, donde llegó a exhibirlas en el Ateneo de la ciudad. Los que las vieron decían que, en el Viejo Mundo, sus trabajos denotaban una actitud individual e introspectiva. Justamente uno de sus últimos y más famosos cuadros es Hermanos contra Hermanos, que denuncia lo que el hombre le hace a sus semejantes en la guerra civil. Se trata de un cuadro conmovedor, terrible y violento
Zelaya quería contribuir en la educación artística aportando con los conocimientos y experiencias que había adquirido en Europa pero encontró, además de desorden político, apatía y - aún peor- una deficiente atención médica que a la larga le costó la vida.
Honduras en cambio, no fue tan acogedora con Pablo Zelaya. Cuando el artista quiso estimular el ambiente artístico local con la creación de una Escuela de Bellas Artes, su idea no tuvo ni eco ni apoyo. a pesar de que se trataba de una idea necesaria ya que en esos años el país estaba muy rezagado en relación a los otros países centroamericanos, en lo que arte se refiere.
Murió incomprendido, pobre y joven en el hospital San Felipe de Tegucigalpa, por un derrame cerebral el 6 de marzo de 1933 a los 36 años. Al fallecer fueron sus colegas españoles los que aconsejaron al presidente de la época, Tiburcio Carías Andino, que el gobierno adquiriese toda la obra trasladada por Zelaya a Honduras para evitar que ésta se dispersara y decretar una pensión para la viuda y el hijo que quedaron en Madrid. Así, Honduras posee parte de esa obra tan importante que recuerda a uno de sus pintores más fundamentales.