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Los bienes comunes se definen como aquellos que son producidos, transmitidos o heredados por una comunidad. Su uso es colectivo tanto como también lo son los perjuicios que de su uso derivan. Se pueden clasificar en naturales como el agua, el aire y el suelo o bien culturales como aquellos producidos por una cultura en una sociedad puntual. Los bienes comunes no deben confundirse con los públicos (hay una legislación que le otorga al Estado su control y administración) ni con los recursos naturales (elementos de la naturaleza con alto valor para un grupo determinado). El carácter común de un bien puede surgir en dos casos posibles: cuando el bien no tiene propiedad definida o bien cuando hay un acuerdo comunitario sobre ese bien y su uso. Estos bienes comunes tienen características como:
•sustento básico que posibilita la vida
•permiten el transporte
•proveen combustible
•son fuente de los recursos naturales
•permiten el reciclado del agua, oxígeno, carbono y desechos de la sociedad
Existen diversos antecedentes sobre los bienes comunes. El primero proviene de la Antigua Roma donde se designaron las res communes que se referían a cosas naturales utilizadas por todos como el oxígeno. Luego el Código de Justiniano del año 534 d.C. reconocía que el aire, agua, mar y sus orillas eran comunes a toda la Humanidad. En la Edad Media en el Reino Unido existían las tierras de caza y pastoreo, comunitarias y en 1215 con la sanción de la Carta Magna los bosques y pesquerías pasaron a ser bienes comunes también. Con la expansión de las potencias europeas sobre África, América y Asia los bienes comunes fueron perdiendo terreno ya que estos Estados se los apropiaban y al lograr sus independencias solo se producía un “cambio de dueño”. Hacia mediados del siglo XX con los problemas emergentes sobre la sobreexplotación y degradación de los recursos se generó un intenso debate sobre la propiedad privada o común de los bienes. El biólogo americano Garrett Hardin proponía la privatización de los recursos a fin de preservarlos. Aquellos que defendían la gestión en común argumentaban que los capitales privados y su lucro habían deteriorado los bienes comunes.
Los primeros bienes comunes en ser valorados, apropiados y convertidos en recursos en Argentina fueron los suelos, los bosques y las selvas. Los primeros son explotados para agricultura y ganadería. Los otros dos están destinados a la obtención de madera y otros recursos forestales con diferente valor según el momento de la historia.
La Argentina recibió el mote de “granero del mundo” debido a la importancia superlativa que cobraron los suelos entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX. El país se había insertado como productor agropecuario y proveedor principal de carnes y granos. La planicie Chaco-pampeana presenta los suelos más fértiles del país extendiéndose por Buenos Aires, sur y centro de Córdoba y Santa Fe. Estos suelos tienen su origen en el loess pampeano . Son suelos profundos, oscuros y con horizontes bien estructurados que reciben el nombre de molisoles. También en Argentina están presentes los alfisoles, suelos con alto contenido de arcilla y baja capacidad de drenaje. Los entisoles, característicos de las zonas áridas y semiáridas y montañosas, son suelos jóvenes con baja fertilidad y profundidad. Los aridisoles predominan en la Patagonia y se caracterizan por ser gruesos y con alto nivel de erosión además de infértiles. En el noreste del país se hallan suelos típicos de áreas cálidas y húmedas con diverso grado de desarrollo y capacidad agrícola. Los vertisoles son otro tipo de suelo presente en el país caracterizados por ser poco evolucionados y con alguna acumulación de materia orgánica. Por último, en Misiones se encuentran los suelos “rojos” debido a su alto contenido en hierro y formación antigua llamados ultisoles.
Los bosques y selvas argentinas se desarrollaron bajo diversas condiciones climáticas y de suelo. Actualmente se encuentran remanentes según su uso y alteración. Se pueden reconocer cinco grandes regiones forestales en el país: