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Tipos de corrosíon
Ejemplos de corrosíon
¿Qué es la corrosíon?
¿Cómo evitar la corrosíon?
La corrosión el proceso de degradación de ciertos materiales, como consecuencia de una reacción electroquímica, o sea, de óxido-reducción, a partir de su entorno.
Se trata de un fenómeno natural, espontáneo, que afecta sobre todo (aunque no exclusivamente) a los metales. La velocidad de la reacción depende de la temperatura a la que ocurre, así como de las propiedades de los elementos involucrados, especialmente de su salinidad.
La corrosión es un proceso químico en el que suelen intervenir tres factores: el elemento corroído, el ambiente y, generalmente, el agua.
Sin embargo, también existen sustancias corrosivas, o sea, capaces de producir la corrosión de los materiales con los que entren en contacto directo.
Por su parte, la industria metalúrgica estudia la corrosión como un enemigo importante a vencer por parte de sus productos, especialmente de los expuestos al ambiente, en piezas arquitectónicas o de construcción. De hecho, se estima que cada pocos segundos se pierdan, aproximadamente, cinco toneladas de acero en el mundo entero debido a la corrosión.
A grandes rasgos existen dos tipos de corrosión la química y la electroquímica, dependiendo del tipo de materiales y reacciones que implique:
Se produce cuando un material reacciona en un líquido o gas corrosivo, hasta disolverse por completo o hasta saturar el líquido. Esto puede ocurrir de distintos modos:
Se da cuando un metal sólido y otro metal líquido se ponen en contacto, y el primero es corroído en sus puntos débiles por el segundo.
Se da cuando hay una corrosión selectiva en aleaciones metálicas.
Se da con reacciones químicas agresivas por solventes poderosos, como los que son capaces de disolver polímeros, generalmente considerados resistentes a la corrosión.
Ocurre generalmente en los metales, cuando sus átomos pierden electrones y se convierten en iones. Puede darse de distintas maneras:
Cuando la ocasionan organismos vivos microscópicos capaces de alterar la química de los materiales, como bacterias, algas y hongos.
Es la más intensa de todas y ocurre cuando interactúan metales distintos entre sí, y actúa uno como ánodo y otro como cátodo, y forman lo que se conoce como una pila galvánica.
Conocida como Efecto Evans, se produce en superficies planas ubicadas en sitios húmedos y sucios, que propician entornos electronegativamente cargados.
La corrosión de las tuberías de agua. Se da especialmente en aquellas metálicas, que tienden a quebrarse en el tiempo y contaminar el agua con pequeñas dosis de óxido, que le confieren un color negruzco o marrón.
La herrumbre en los metales expuestos al agua. Se da en la chapa de la lavadora automática, o las puertas de los automóviles dejados en la playa, donde el ambiente salino acelera la reacción oxidativa y pronto se presentan fisuras y las típicas manchas marrones de la herrumbre.
La lucha contra la corrosión forma parte de las industrias metálicas, que poseen diversos mecanismos para evitar o enlentecer estos procesos desintegradores de los metales, tales como:
Recubrimientos. Muchos metales se recubren de polímeros o plásticos, por ejemplo, para evitar o reducir al mínimo la corrosión ambiental, aislándolos de su entorno en una sustancia más resistente a este tipo de reacciones.
Aleaciones. Muchas combinaciones de metales le aportan al resultado una mayor resistencia a la corrosión, como ocurre con los aceros aleados con zinc.
Inhibidores de corrosión. Se trata de sustancias químicas que poseen la propiedad de enlentecer o impedir el proceso natural de corrosión de ciertos materiales, por lo que basta sumergirlos en una película de ellas para hacerlos más resistentes.