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14 miembros del grupo terrorista Movimiento Revolucionario Túpac Amaru tomaron la residencia del embajador del Japón en el Perú, Morihisa Aoki, cuando se celebraba el natalicio del emperador de Japón Akihito. Evento al que asistían quinientos invitados entre empresarios, diplomáticos, religiosos, militares y políticos. Los catorce terroristas ingresaron por la propiedad colindante que se encontraba vacía, dinamitaron la pared limítrofe, avanzaron al terreno de la residencia, los asistentes en los jardines entraron en pánico y se refugiaron dentro de la residencia, los terroristas ingresaron armados y les comunicaron que eran rehenes.
Dentro del grupo de rehenes liberado por su condición de mujeres o ancianos, liberaron sin saberlo, a la madre del presidente Alberto Fujimori, y a razón del tipo de evento, esto ha de haber sido un error del grupo terrorista.[cita requerida] Después de haber liberado a los ciudadanos comunes y haber seleccionado a los de mayor «valor» para su operación, el grupo de rehenes se redujo a setenta y dos hombres. A cambio de su liberación, pedían que se pusieran en libertad a cuatrocientos miembros del MRTA que se encontraban encarcelados por delitos de terrorismo.
Entre las personalidades importantes que permanecieron bajo secuestro, se encontraba el canciller Francisco Tudela, el ministro de Agricultura Rodolfo Muñante, Francisco Sagasti, varios congresistas, miembros de la Corte Suprema y diplomáticos extranjeros, empezando por el embajador japonés Morihisa Aoki y sus colegas de Alemania, Canadá, Bolivia, Venezuela, Argentina, Brasil, Uruguay, Cuba y otros, así como el director de AID, un funcionario de la DEA, entre otros. También se encontraban cautivos oficiales de policía, entre ellos los generales Máximo Rivera, director de la Dincote, y Carlos Domínguez, exdirector de ese organismo, el coronel Marco Miyashiro, adscrito a la Sunat, y José Matayoshi, director de Migraciones.
Se prolongó hasta abril del año 1997, el Gobierno no podía arriesgarse a efectuar en lo inmediato un movimiento militar que pudiera poner en riesgo la vida de los secuestrados por las presiones nacionales e internacionales. Durante los 126 días que duró la toma de la residencia, el Gobierno mostró una apertura para negociar. El entonces ministro de Educación, Domingo Palermo Cabrejos, fue nombrado negociador durante la crisis y actuó en busca de una salida pacífica, visitando a los rehenes y negociando con su líder Néstor Cerpa Cartolini. El entonces arzobispo de Ayacucho, Juan Luis Cipriani Thorne, fue parte de la comisión negociadora y administraba los sacramentos a terroristas y rehenes.
En forma paralela a las conversaciones, se fue entrenando a una fuerza de operaciones especiales conformada por elementos del Ejército y de la Unidad Especial de Combate (UEC) de la Fuerza de Infantería de Marina de la Marina de Guerra del Perú (IMAP), la misma que debería estar lista para intervenir en caso se tuviera que optar por una solución militar. El entrenamiento de esta unidad se produjo en una réplica de la residencia construida en las instalaciones de la Escuela Militar de Chorrillos a la cual se accedía mediante túneles subterráneos, tal y como se había previsto ocurriría en el escenario real.
El total de los catorce terroristas que tomaron la residencia fueron abatidos, siendo estos:
Néstor Cerpa Cartolini «Camarada Evaristo»
Roli Rojas Fernández «Camarada Árabe»
Eduardo Nicolás Cruz Sánchez «Camarada Tito»
Luz Dina Villoslada Rodríguez «Camarada Gringa»
Alejandro Huamaní Contreras
Adolfo Trigoso Torres
Víctor Luber Luis Cáceres Taboada
Iván Meza Espíritu
Artemio Shigari Rosque «Camarada Álex» o «Camarada Coné»
Herma Luz Meléndez Cueva «Camarada Cynthia»
Bosco Honorato Salas Huamán
Salomón Víctor Peceros Pedraza
Dos terroristas que hasta hoy no han sido identificados
El 22 de abril de 1997, después de varios fracasos en la negociación y ante la perspectiva de que por este motivo los secuestradores empiecen a negar la atención médica a los rehenes, el Gobierno toma la decisión de enviar al Comando Chavín de Huantar. Tras comprobar que los terroristas estaban distraídos por medio de cámaras de video introducidas de forma secreta desde los túneles y micrófonos introducidos por personal militar de sanidad por medio de los cuales se comunicaban algunos rehenes de rango militar, se decide iniciar la operación. A las 15:23 una fuerte explosión dio inicio a la operación, con la voladura del piso del salón principal, en donde un grupo de terroristas jugaba futsal. 148 comandos irrumpieron por ese y otros accesos disparando sus ametralladoras.
Todos los terroristas fueron abatidos. Uno de los rehenes, el magistrado Carlos Giusti, fue herido en una pierna, lo que le causó una violenta hemorragia que le provocó la muerte. Fue el único rehén muerto en la acción. Dos comandos también murieron, uno de ellos, según algunos testimonios, protegió al canciller Tudela mientras este escapaba por la azotea.