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• El estado de la clara: al trasluz, los huevos frescos presentan una clara blanca-amarillenta, con chalazas (filamentos que unen la yema con los dos polos del huevo) claramente visibles. En cambio, en los huevos viejos la clara está más líquida y las chalazas menos nítidas y visibles.
• Estado de la yema: en los huevos frescos flota en el centro del huevo y tiene forma de esfera. Cuando el huevo envejece, las chalazas se rompen y la yema pierde densidad, tendiendo a subir.
• Estado de la cáscara: los huevos de buena calidad tienen cáscaras gruesas, sólidas, íntegras, mates y tan limpias como sea posible.
• Sabor y olor: los huevos viejos tienen menos sabor que los frescos, de la misma forma que alteraciones en el olor indican pérdida de calidad.
• Los huevos frescos se caracterizan por tener una pequeña cámara de aire más o menos fija que se vuelve móvil y grande a medida que el huevo envejece.
Una de las dudas más frecuentes es la de cómo se deben conservar los huevos tras su compra para que aguanten frescos el máximo tiempo posible. La base de este dilema es entendible, pues este alimento está disponible en los estantes sin refrigeración en los supermercados y demás tiendas de alimentación, pero luego solemos guardarlos en la nevera de nuestro hogar.
El manejo del huevo en la cocina pasa por el cumplimiento de unas normas higiénicas básicas. El huevo puede ser portador de bacterias nocivas con facilidad, por ello es importante comprarlos frescos y limpios, mantenerlos en refrigeración hasta el momento de cocinarlos, desechar aquellos que tengan la cáscara agrietada y consumir los platos que contengan huevos rápidamente, sobre todo si están crudos.
El huevo es uno de los ingredientes más versátiles en la cocina y la clave de su uso es el control de la temperatura. Cuando el nivel de calor es el adecuado, el aglutinamiento de las proteínas produce una clara suave y tierna, y una yema cremosa. Por el contrario, demasiado calor da lugar a una clara dura y gomosa, así como a una yema seca y desmenuzable.
La variedad de preparaciones del huevo disponibles, sólo o como parte integrante de una receta, permite que podamos disfrutar de su valor nutritivo de forma muy variada y habitual. Los huevos pueden hacerse con cáscara o sin ella, estas son algunas de las maneras más comunes de hacerlos y los tiempos que requiere cada forma de cocinarlos: