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Aunque muchos no acepten este hecho, la Biblia asienta con firmeza que Dios, en su
bondad y perfección, hizo al hombre recto, exento de maldad, dándole incluso, como parte
de ello, el libre albedrío; la capacidad de decidir a parte de Dios, de lo cual también lo hizo
responsable por amor. (Gn. 1:27, 31; 2:15-17; Ecl. 7:29)
Es una realidad que este maligno ser está detrás de
muchas crueldades y atrocidades que causan dolor al mundo entero (Ap. 12:9, 12; Lc.
22:31)
El pecado humano es la razón básica por la que existe el sufrimiento en el mundo. Desde que
el hombre usó su libre albedrío para escoger el mal, éste cayó del plan original de Dios, y
su corazón, la mentalmente fue oscurecido con la concupiscencia (fuerte tendencia al
mal); por lo cual, ahora vivimos en un mundo afectado por el pecado, en el que el
sufrimiento es una realidad inevitable. (Ro. 5:12)
(Sa. 39:11; Is.26:9; Je. 17:9-10; 32:17-18). La Biblia también enseña que, en su santidad y justicia, Dios
castiga el pecado para que la humanidad no se pervierta aun más. A nosotros no nos toca
juzgar por qué sufre cada persona, sin embargo, es un hecho que Dios juzga el mal sobre
aquellos que lo llevan a cabo. No obstante, es una realidad que el mal ejecutado, antes de
ser juzgado, ya ha causado daños colaterales contra otras personas.
(1Pe. 4:1-5; 2Ti. 3:12; He. 12:2-4). El mundo lleva su propia corriente de
desenfreno y maldad, de modo que, cuando nos decidimos a hacer el bien, a apartarnos
del mal y vivir como a Dios le agrada, tarde o temprano chocaremos con la corriente
mundana y esto podría causarnos dolor en forma de oposición, incomprensión, rechazo,
burlas, dificultades, etc.
De esta clase de sufrimiento Dios nos anima a gozarnos porque es un sufrimiento que
glorifica a Dios, pues nos confirma como hijos de Aquel que sufrió hasta la sangre con tal
de no parGcipar del mal, Jesucristo. Cuando sufrimos por hacer lo correcto tenemos la
ayuda de Dios y debemos gozarnos. (Mt. 5:10-12; 1Pe. 4:12-19)