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“La mente carnal, arde con enemistad
contra Dios, pues aborrece la enseñanza bíblica
de que nada sucede salvo
según sus eternos decretos”
John MacArthur
“La soberanía de Dios es una expresión que en otros tiempos generalmente era entendida. Era una expresión usada comúnmente en la literatura religiosa. Era una verdad que consolaba a muchos corazones, y daba virilidad y estabilidad al carácter cristiano. Más actualmente, mencionar la soberanía de Dios es en muchos sectores hablar en lengua desconocida”
A. W. Pink
No obstante, vivimos en unos días en los que incluso los más “ortodoxos” parecen temer el admitir la verdadera divinidad de Dios. Dicen que reconocer la soberanía de Dios significa excluir la responsabilidad humana; cuando la verdad es que la responsabilidad humana se basa en la Soberanía Divina, y es el resultado de la misma.
A.W. Pink
Hace algunas semanas nos introdujimos a ver este maravilloso atributo de Dios. Sin embargo para un mejor entendimiento antes de continuar haremos un pequeño resumen de los puntos principales.
La soberanía de Dios, es Dios teniendo
la autoridad, libertad, sabiduría y poder
para hacer que acontezca
lo que él quiere hacer.
John Piper
"Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antiguedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá,
y haré todo lo que quiero."
Isaías 46:9-10
¿Cómo sabe Dios lo que sucederá?
Dios puede decir lo que sucederá porque lo conoce,
pero mucho mas aun, él lo conoce porque él lo planeó.
"Mi consejo permanecerá,
y haré todo lo que quiero"
¿Qué son los decretos de Dios?
Los decretos de Dios son su propósito eterno, según el
consejo de su voluntad, por el cual, para su propia gloria, él tiene preordenado todo lo que sucede.
Catecismo Menor Bautista de 1693
Decir que Dios preordena todo lo que sucede es decir simplemente que Dios es soberano sobre toda su creación. Si algo pudiera suceder aparte de su permiso soberano, entonces lo que sucediese frustraría su soberanía. R.C. Sproul
Si hay una sola molécula en este universo que esté suelta y totalmente libre de la soberanía de Dios, entonces no tenemos garantía de que ni una sola promesa de Dios se cumpla jamás. Quizá esa molécula indómita destruya los grandes y gloriosos planes que Dios ha hecho y nos ha prometido. Es posible que una molécula sea lo que impida a Cristo regresar. R.C. Sproul
Si hay una sola molécula en este universo que esté suelta y totalmente libre de la soberanía de Dios, entonces no tenemos garantía de que ni una sola promesa de Dios se cumpla jamás. Quizá esa molécula indómita destruya los grandes y gloriosos planes que Dios ha hecho y nos ha prometido. Es posible que una molécula sea lo que impida a Cristo regresar. R.C. Sproul
Por falta de un clavo se perdió la herradura; por falta de la herradura se perdió el caballo; por falta del caballo se perdió el jinete; por falta del jinete se perdió la batalla; por falta de la batalla se perdió la guerra.
Bill Vukovich
Si Dios es soberano sobre todas las cosas, ¿cómo se relaciona con el mal? ¿Acaso Dios es la causa de las acciones malas que hace la gente? ¿Qué dice la Biblia al respecto?
Analicemos las Escrituras
La vida de José
La Biblia nos habla claramente de lo que desaban los hermanos de José y sus intenciones (Gn 37). Sin embargo, más tarde José pudo decirles a sus hermanos: «para salvar vidas me envió Dios delante de vosotros.» (Gn 45:5), y también lo recalca al final (Gn50:20).
Jehová endurece el corazón del faraón (Ex. 4:21; 7:3; 14:4) Faraón endureció su corazón (Ex. 8:15)
Dios está intensificando los deseos y decisiones perversos que estaban en el corazón del faraón. Pero no es quien pone el mal en él.
"Y verdaderamente se unieron en esta ciudad Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel, contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera" Hch. 4:27-28
Dios no los forzó a actuar contra sus voluntades; más bien,
Dios hizo que se realizara su plan mediante las decisiones voluntarias de ellos, de las que ellos, fuera como fuera, eran responsables. Hch. 2:23
En todos estos pasajes es muy claro que la Biblia en ninguna parte muestra a Dios directamente haciendo algo malo, sino más bien haciendo que se hagan obras malas mediante la acción voluntaria de criaturas morales. Es más, la Biblia nunca le echa la culpa a Dios del mal ni muestra a Dios complaciéndose en el mal, y la Biblia nunca excusa a los seres humanos por el mal que hacen.
Por lo tanto la Biblia afirma que somos responsables del mal que hacemos y que Dios no se complace, ni se le debe echar la culpa a él por nuestro mal.
¿Qué del libre albedrío? ¿Tiene el hombre libertad para escoger la salvación?
I. Dios ha dotado a la voluntad del hombre con aquella libertad natural, que no es forzada ni determinada hacia el bien o hacia el mal, por ninguna necesidad absoluta de la naturaleza. (1)
1. Mateo 17:12; Santiago 1:14; Deuteronomio 30:19.
II. El hombre en su estado de inocencia, tenía libertad y poder para querer y hacer lo que es bueno y agradable a Dios, (1) sin embargo era mutable y podía caer de dicho estado. (2) 1. Eclesiastés 7:29; Génesis 1:26. 2. Génesis 2:16,17 y 3:6.
III. El hombre, por su caída a un estado de pecado, ha perdido absolutamente toda capacidad para querer algún bien espiritual que acompañe a la salvación; (1) por tanto como hombre natural, que está enteramente opuesto a ese bien (2) y muerto en el pecado, (3) no puede por su propia fuerza convertirse a si mismo o prepararse para la conversión. (4) 1. Ro. 5:6 y 8:7; Jn 15:5. 2. Ro. 3:10,12. 3. Ef 2:1,5; Col 2:13. 4. Jn 6:44,65; 1 Co. 2:14; Ef 2:2-5; Ti 3:3-5.
IV. Cuando Dios convierte a un pecador y le traslada al estado de gracia, le libra de su estado de servidumbre natural bajo el pecado, (1) y por su sola gracia lo capacita para querer y obrar libremente lo que es espiritualmente bueno; (2) a pesar de eso, sin embargo, por razón de su corrupción que aún queda, el converso no sola ni perfectamente quiere lo que es bueno, sino quiere también lo que es malo. (3) 1. Col 1:13; Jn 8:34,36. 2. Filp. 2:13; Ro 6:18,22. 3. Gál 5:17; Ro 7:15,18,19,21,23.
V. La voluntad del hombre es hecha perfecta e inmutablemente libre para hacer tan solo lo que es bueno, únicamente en el estado de la gloria. (1)
1. Efesios 4:13; Judas 24; Hebreos 12:23; 1 Juan 3:2
La soberanía de Dios nos enseña que él esta en control de todas las cosas, esto produce confianza en aquellos que le conocen. Pues pueden descansar en sus promesas.
Por otra parte la soberanía de Dios no anula la responsabilidad del hombre, cada hombre es responsable y dará cuentas a Dios de sus obras. El hombre además en su estado de corrupción no tiene la habilidad para hacer lo bueno sino que es esclavo de su pecaminosidad desde la caída. Si alguien es salvado, lo es por la misericordia de Dios que les da vida, abre sus ojos y entonces les capacita para seguir a Cristo.
Debemos vivir sabiendo que por la decisión soberana de Dios, nosotros somos salvos, por eso es que le podemos amar, porque él nos amó primero 1 Jn. 4:19. De lo contrario seguiríamos perdidos, ciegos, obrando según nuestra voluntad pecaminosa.
Gracias a Dios por este don inefable.
¿Por qué ordena Dios que haya mal?
Es evidente por lo que se ha dicho que no es porque se deleita en el mal como el mal. Más bien, "quiere que el mal suceda ... y que el bien puede salir de eso". ¿Y cómo sirve la existencia del mal para este buen fin? Aquí está la sorprendente respuesta de Edwards: "Es una cosa propia y excelente para la "gloria" infinita brillar, y por la misma razón, es apropiado que el brillo de la gloria de Dios debe ser completo, es decir, que todas las partes de su gloria deben brillar, que cada parte de esa belleza debe ser proporcionalmente refulgente, para que el espectador tenga una noción apropiada de Dios. No es apropiado que una gloria se manifieste excesivamente, y otra no en absoluto ... ".
Por lo tanto, es necesario que se manifieste la terrible majestad de Dios, su autoridad y espantosa grandeza, justicia y santidad. Pero esto no podría ser, a menos que el pecado y el castigo hubieran sido decretados; de modo que el brillo de la gloria de Dios sería muy imperfecto, tanto porque estas partes de la gloria divina no brillarían como lo hacen los demás, y también la gloria de su bondad, amor y santidad se desvanecería sin ellas; más aún, apenas podían brillar.
Si no fuera correcto que Dios decretara y permitiera y castigara el pecado, no podría haber manifestación de la santidad de Dios en el odio al pecado, ni en mostrar ninguna preferencia, en su providencia, de piedad ante él. No habría manifestación de la gracia de Dios o de la verdadera bondad, si no hubiera pecado para ser perdonado, ninguna miseria de la que salvarse. Cuanta felicidad ofreciera, su bondad no sería tan apreciada ni admirada. . . .
Así que el mal es necesario, para la mayor felicidad de la criatura, y la integridad de esa comunicación de Dios, por la cual él hizo el mundo; porque la felicidad de la criatura consiste en el conocimiento de Dios y el sentido de su amor. Y si el conocimiento de él es imperfecto, la felicidad de la criatura debe ser proporcionalmente imperfecta ".