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Periodismo Digital

4.4 LA INFORMACIÓN COMO PARTE INDISPENSABEL DEL OCIO: EL HUMOR Y LA SÁTIRA A TRAVÉS DE LAS REDES.

La cuestión no es sólo periodismo se esté escorando hacia nuevas fórmulas que siendo informativas tienen más bien poco de periosísticas. Sino que la información entendida como el sustrato periodístico está escapando del monopolio de los periodistas. Se está transformando en la materia prima de lo que para muchos ciudadanos es principalmente ocio.

EL PERIODISMO COMO ELEMENTO INDISPENSABLE DE LA SOCIEDAD

4.1 EL CAURTO PODER

De enter las libertades recogidas en los diferentes textos constitucionales siempre ha habido un lugar especial para la que en comienzo se denominó libertad de imprenta que hoy todos reconocemos como libertad de expresión.

4.3 ENTRE EL SERVICIO PÚBLICO Y EL OCIO.

El periodísmo comenzó siendo en su punto de partida básicamente información. Auqnue ya desde el principio de la existencia de los periódicos se alteraron las noticias de relieve con otras más espectaculares que realmetne importantes, la esencia siempre fue lo que tenía una verdader trascendencia social

Perversa porque quienes más se benefician de ella son los propietarios y editores de los medios.

En ambos sentidos, entre beneficios y peligros, el público (la sociedad) pareciera ser el eslabón ausente, simple mirón.

Esa visión deja a las empresas informativas y sobre todo a los periodistas como meros lacayos del poder. Sin principios, sin respeto por sus espectadores ni por su mismos. Pero deja al público como receptor impasible, sin criterio para procesar la información que recibe de los medios o enjuiciar las relaciones de cada uno de los medios con los partidos políticos.

El ejercicio de la libertad individual de expresarse libremente frente al poder es el principio en el que se asienta el valor de la prensa. El ejercicio de oponerse al poder con la palabra. Por eso hace ya mucho que se ha contemplado a la prensa como el Cuarto Poder.

La metáfora de la comunicación medaitizada como Cuarto Poder es tan atractiva como perversa. Atractiva porque implica elevar los medios, principalmente su función periodística a una suerte de contrapoder; actores-poder con capacidad e instrumentos para oponerse a las autoridades públicas, vigilar su actividad y decisiones, y defender-representar a la ciudadanía frente al Estado.

La complementariedad de loq ue en la profesión se conoce como noticias duras y blandas está pues en la esencia de los medios, pero en el bien entendido de que los aspectos más volcados sobre el ocio fueron siempre un complemento del grueso de la información.

Con el transcurso del tiempo, la tendencia a que las noticias blandas le ganen terreno a las duras, lejos de remitir, se ha incrementado.

Nos referimos al fenómeno del periodismo ciudadano, que ha abierto las puertas de la comunicación a cualquier persona conocedora de las nuevas tecnologías.

Hay quienes aseveran que en unos cuantos años los ciudadanos comunes y corrientes producirán el 50% de las fuentes de noticias.

La interpretación de la realidad se abre ahora a cualquiera que ponga interés, ganas y sepa moverse con soltura en el mundo de las nuevas redes. Sobre cada noticia de cierto relieve o espectacularidad surgen cientos de miles de comentarios, parodias, frases ocirrentes, etc.

La web de video YouTube y las denominadas redes sociales son un hervidero de comentarios sobre las informaciones que más impactan cada jornada.

El termómetro más claro y directo en ese sentido lo ofrece la red de microblogging Twitter

Hoy en día y fruto de esta televisión espectáculo asistimos a una serie de procesos de transformación que afectan a las que podemos considerar como las principales señas de identidad que caracterizaba a los programas informativos materializandose en un cambio de lo objetivo, de lo racional hacua lo emotivo, de lo colectivo hacia lo individual, de lo macrosocial a lo microsocial, del informar, por último, al relatar.

El género del telediario, protege su necesidad de simplificar y sintetizar gran cantidad de información en el tiempo establecido y su dependencia de las audiencias y la publicidad, está sujeto más a las leyes del espectáculo que a la exigencia del análisis profundo y riguroso de la realidad.

La mayoría de la información que nos llega hoy día se centra en aspectos relativos, detalles escabrosos, selecciones manipuladas y orientaciones dependientes de intereses económicos. Los hechos no se basan en esrudios profundos de las realiades, de modo que el razonamiento se evapora frente a lo lacrimógeno, centrándose en las consecuencias sin llegar a lo primordial que es concoer el porqué de los hechos. Es decir, se pierde el análisis de las causas y se desconoce el origen de los acontecimientos.

Los medios se han dejado llevar en muchas ocasiones por la propaganda que determinados gobiernos han pretendido imponer durante un tiempo limitado. Sin embargo, también es cierto que cuando así ha sucedido una mayoría lo ha hecho por exceso de confianza y no con la intencionalidad de convertirse en complice de quienes pretendían manipular a la oponión pública.

4.1 LOS VALORES DEL PERIODISMO RESISTEN.

Es el momento de rescatar de la historia de la comunicación aquellos valores que deben permanecer.

El periodismo debe fomentar una sociedades más democráticas, plurales y participativas.

Se apunta precisamente a los medios locales como principal instrumento de ese avance hacia la pluralidad que nos aleja del mensaje único que parece imponer en ciertos aspectos la globalización.

Podemos concluir que el periodimso no se ha adecuado a las transformaciones políticas y sociales; al contrario, ha expulsado a la ciudadanía del debate público y la participación y se ha deshumanizado, incluso ha colaborado en el funcionamiento deficiente de la democracia.

Los periodístas y los medios deben reflexionar sobre la forma que digieren la información que procede de los gobiernos en los diferentes estratos. El problema añadido es que el periodismo de verificación está empezando a ser una reliquia.

Los poderes siguen siendo tres, pero distintos: el primero es el poder económico, el segundo poder es el mediático y el tercer poder político.

No deja de ser curioso que se atribuya a la prensa un papel tan relevante cuando el colectivo del periodismo se considera a sí mismo inmerso en una profunda crisis que es de modelo, pero sobre toso muy especialmente de credibilidad.

Al deterioro de la calidad del periodismo en ciertos ámbitos no ha hecho retroceder el poder de los medios en su conjunto. Incluso hay quienes llegan a sostener que en la actualidad los tradicionales, viejos, poderes del Estado estarían en situación de jubilación, debilidad y desencanto.

Ha empezado una era con la Red en la que el argumento contruido desde la necesidad de la prueba se sustituye sin pudor por el dato no confirmado, el anonimato, el bulo.

Los nuevos medios han impuesto un nuevo ritmo y unas nuevas formas de hacer qye habitualmente se conduce por derroteros al margen de los que han servido de cauces al ejercicio del periodismo.

Resulta prácticamente imposible no sólo comprender bien el fenómeno en transición, sino, lo que es mucho más importante, cuál es el punto de destino de los medios. Que se resisten a dejar el lugar central a las nuevas formas de comunicación que aparecen con más rapidez de lo que las propias sociedades son capaces de digerir de forma consciente.

El periodismo está perdiendo la posición de cetnralidad que tenía hace tan sólo unos años.

Se multiplica la oferta de distintos contenidos, donde el periodismo ha de competir por la audiencia y la publicidad con contenidos de entretenimiento, ficción o deportes, se reestructura el reparto de audiencias entre medios de comunicación y entre los distintos contenidos que ofrecen; y se internacionaliza el mercado de los medios de comunicación.

Cualquier persona provista con una cámara y un ordenador puede publicar, crear y producir contenidos de información.

Gana adeptos el grupo de los que puensan que el periodismo está perdiendo esa capacidad de control, el cuarto poder en democracia.

El periodista ya no es el centro de todo, ya no ocupa el lugar privilegiado que habrá tenido durante siglos. De hecho, los medios ya no ostentan el cliche del llamado Cuarto Poder, al contrario, este poder cede ante el imparable avance de un Quinto Poder, cuya esencia se encuentra en la audiencia, en la sociedad. Los periodisatas ya no controlan en exclusiva el contenido y el formato de las noticias.

Uno de los fenómenos más curiosos en la explosión del periodismo ciudadano 2.0 es el de las parodias políticas. Apenas si pasan unas horas desde que algín político comete un error de bulto para que miles de cibernautas se lancen a la creación de videos, presentaciones o comentarios satíricos sobre el personaje y su error.

En un número de casos, el juego cotidiano en torno al fenómeno informativo termina por transformarse en ciberactivismo a favor de un partido, una causa o un fenómeno como es el caso del movimiento 15M, al que muchos se sumaron en la comodidad de que cada uno podía interpretarlo a su gusto sin sujetarse a ningún control o norma de trabajo y sin que nadie pudiera atribuirle estar manifestándose desde fuera del propio movimiento.

No menos habitual es la producción de videos que recogen momentos llamativos o divertidos de la vida cotidiana, proezas atléticas o espectáculos con un importante impacto visual.

Son miles los ciudadanos conectados que no pueden prescindir de esa vida dependiente de la tecnología y de las fórmulas de relación cibernéticas.

Los usuarios de redes seleccionan de entre el enorme volumen de información que se produce, la que ellos estiman en ese día de mayor interés.

El lector no lee todo, y por tanto no se entera de todo. El lector corriente lee entre un cuarto y un quinto de las informaciones publicadas en su diario. Leera unas 15 informaciones y unas 2800 palabras.

Si bien es cierto que la capacidad de lectura de los ciudadanos inemrsos de la cultura digital es otra, proporcionalmente a lap roducción de información, es seguro que un lector del presente termina por leer un porcentaje sobre lo que diariamente se produce muy inferior a un lector de mediados del siglo XX:

No son pocos los políticos que tienen firmes esperanzas puestas en el ciberactivismo como un importante paso hacia la recuperación de la participación ciudadana en la política. Esto es, que observan el fenómeno aquí descrito como francamente positivo en lo que supondría un primer paso para recuperar el interés de los electores por la política del día a día.

Ahora son muchos más los que, tras haber atravesado el universo de Favebook, han recalado en las filas de Twitter para mantenerse en constante comunicación con sus lectores y con quienes están ya comprometidos en el ciberactivismo político.

Ya son muchos los ciudadanos que utilizan como principal fuente de información la que pueden recoger a través de redes como Twitter, realidad comprimida en un smartphone donde están los medios pero también los perfiles individuales de los periodistas que trabajan en los informativos o diarios que ejercen el liderazgo y donde éstos se muestran con una cierta espontaneidad imposble de encontrar en las fórmulas o géneros que hallamos en los diferentes medios de comunicación convencionales.

La lucha de las cadenas de televisión por alcanzar los niveles más altos de audiencia ha llegado a imponer el todo vale, dando lugar a una mercantilización de la información.

No es tan importante que la prensa siga siendo un Cuarto Poder como que el ejercicio de la libertad de expresión continúe siendo un verdadero freno a la tentación de imponer una única visión de cómo se ven las cosas desde el poder.

Hehco, a comienzos del siglo XXI el cibermedio local se postula como una alternativa mediática alejada del monólogo unificador y homogeneizante de la globalización y sus grandes grupos de comunicación y encauzada hacía la búsqueda de una información próxima e identitaria.

Se intenta combinar el análisis polítco con la sección de personajes pamosos, la información deportiva con los escándalos que rodean a ciertos futbolistas o la cultura con la fotografía de una modelo ataviada con transparencias. Se trata de una combinación extraña y desconcertante para el lector habitual de periódicos de referencia que, a ratos, puede sentirse confundido sobre el tipo de publicación ante la que se encuentra.

Su pobreza discursuva alcanza a la narración periodística, la contamina de sus valores, dominados por el espectáculo y el sensacionalismo. Degrada el espacio público, en ocasiones con el embrutecimiento colectivo, y el periodismo termina por orientarse hacia el simple espectáculo de la realidad.

El derecho a la libertad de expresión se vuelve a confundir con la especidicidad altamnte cualificada del periodismo. La excelencia profesional, se diluye o se reinterpreta como simple capacidad de producir relatos sobre la actualidad que provoquen emociones e impacto a nutridos grupos de audiencia, sin importar el grado de distorisión, invención o sectarismo que puedan contener. Y no es que las cadenas de televisión o los periódicos no tengan derecho a rehacer su producto para adaptarlo a los nuevos tiempos, al contrario, todos ellos están obligados a adaptarse a las demandas de los lectores y del mercado. Pero eso no significa que las empresas puedan renunciar a la honestidad de estar transladando al lector qué tipo de género estamos abordando en según qué momento.

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