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Podemos entender al Neoclasisismo como una tendencia estilística que reacciona contra el exceso del barroco. Se encuentra temporalmente ubicada en el siglo XVIII y está relacionada al movimiento intelectual de la Ilustración.
En el ámbito de este movimiento se producen obras que se vinculan a lo racional, con una fuerte influencia de la cultura grecorromana.
La arquitectura neoclásica está fuertemente influida por los escritos de Andrea Palladio, quien dio las normas de lo que se consideró el buen gusto arquitectónico del neoclásico y tuvo importantes seguidores en toda Europa, especialmente en Gran Bretaña, en donde se generó una arquitectura que evocaba la sobriedad de los edificios clásicos, acusando también una gran influencia de los pintores franceses Nicolas Poussin y Claude Lorrain, de quienes tomaron el gusto por los paisajes con ruinas grecolatinas, dando origen a la tradición de los jardines paisajísticos ingleses.
El principal género de la pintura en el Neoclásico fue el de la pintura histórica, especialmente los eventos heróicos del pasado y las evocaciones de un mundo grecolatino idealizado. En este contexto ilustrado, surgen las academias de arte, por lo que las artes dejan de ser un oficio para convertirse en un conocimiento especializado.
Al mismo tiempo, en Inglaterra se gesta una pintura de caracter costumbrista.
Los principales autores son Jaques Louis David, quien por momentos se acerca al romanticismo idealista, así como William Hogarth, Joshua Reynolds y Thomas Gainsbourg.
Jacques-Louis David: El juramento de los Horacios (1784–85)
Anton Raphael Mengs, El Parnaso, 1761.
Eugene Delacroix - Una boda judía en Marruecos, 1839
Vinculada fuertemente a los movimientos revolucionarios del siglo XVIII, El romanticismo surge como una reacción a la racionalidad de la ilustración encarnada en el arte neoclásico. Los artistas románticos se orientan hacia una actitud pasional, exaltada y en ocasiones mística.
Su vinculación con la naturaleza es emotiva. En sus obras se establece un sobrecogimiento ante las fuerzas de la naturaleza y lo inasible que les resulta, en contraposición a la idea de dominio de la naturaleza a través de la ciencia como postulado de la Ilustración. Hay también en ellos una actitud exotizante de lo extranjero entendido como bárbaro pero fascinante por cuanto que les parece irracional y lleno de pasión. Esta actitud se conoce como orientalismo.
La balsa de la Medusa, de Théodore Géricault, 1819
Goya, Aquelarre o El gran cabrón (1820-1823)
El caminante sobre el mar de nubes, 1818
Caspar David Friedrich
El mar de hielo, 1824
Caspar David Friedrich