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- San Agustín.
- Problema a resolver.
- Posibles explicaciones.
- Planteamiento maniqueo.
- Teoría del libre albedrío.
- Hipótesis.
Agustín de Hipona nació en Tagaste el 13 de noviembre del año 354 d.C y murió en Hipona el 28 de agosto del año 430 d.C. Pertenecía a la corriente patrística.
Es un santo, padre y doctor de la Iglesia Católica. Fue uno de los mayores pensadores de la historia del Cristianismo.
Dedicó su vida a escribir sobre filosofía y teología. Sus obras más destacadas son: "Confesiones" y "La ciudad de Dios".
El dilema que se planteó San Agustín, sigue planteándosleo mucha gente 1500 años después de que él lo hiciera .
Y la cuestión a resolver es la siguiente: ¿Por qué Dios permite el mal y no hace nada para impedir los actos malignos?
San Agustín formuló dos explicaciones o planteamientos posibles para intentar resolver este enigma.
Planteamiento maniqueo.
Teoría del libre albedrío.
Se basó en el maniqueísmo, una antigua religión procedente de Persia. Estos creían que el poder divino no es supremo y que la existencia del mal, procedía de una lucha eterna entre el bien y el mal (Dios y Satán).
En esta batalla, ninguno ganaba porque no tenían poder suficiente para destruirse. Los maniqueos afirmaban que, en las personas, el bien proviene del alma y el mal del cuerpo, en el que se encontraban las debilidades, los deseos y la tendencia a desmoralizarse.
La solución que propone San Agustín en este caso es, que Dios nos proporciona la capacidad que tenemos de escoger que hacer en cada momento. En resumen, Dios nos da la posibilidad de decidir nuestras acciones bajo nuestro código moral.
Agustín llegó a la conclusión, de que Dios nos permite el libre albedrío para dejar que tomemos las decisiones correctas y dejarnos libertad. Estas decisiones las tenemos que tomar siguiendo nuestra razón y los Mandamientos religiosos.
Creía que debemos apartar nuestro "lado malo" (pasiones, deseos, lujuría,...) y elegir siempre la opción correcta.
Esta es la demostración de que Dios no tiene el poder suficiente para manejar nuestra conducta.
El mal se debe a nuestras propias decisiones morales.