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2017
Conocer las barreras de la escucha activa y comunicación, con el fin que se permita mejorar la misma en los diferentes entornos de socialización.
Las principales barreras de la escucha activa son:
La falta de atención. En numerosas ocasiones, no prestamos la atención suficiente a nuestro interlocutor. Nos distraemos. Pensamos lo que vamos a decir en nuestra próxima intervención.
Pensamos entre 350 y 700 palabras por minuto, frente a las 130 y 150 que pronunciamos al hablar. Pensamos mucho más rápido que hablamos. Este desfase provoca distracciones en nuestra mente cuando escuchamos.
La escucha activa requiere materializar un esfuerzo considerable para concentrarnos en la comunicación verbal y corporal de nuestro interlocutor. Por ello, mientras oímos puede aparecer un desgaste de energía, el cual provoca el agotamiento y una disminución en la atención.
Importante
El estrés, el cansancio y la fatiga actúan también como barreras de la escucha activa.
Cada día recibimos una gran cantidad de información proveniente de la radio, la televisión, la prensa escrita, internet, los correos electrónicos y las llamadas de teléfono. Ante tal saturación, establecemos filtros a dicha información.
La escucha selectiva es otra barrera significativa. Muchas veces sólo nos esforzamos ante temas que nos parecen interesantes o que nos gustan.
Otras de las principales barreras son los prejuicios, las nociones y las suposiciones preconcebidas. Escuchamos, vemos, sentimos las cosas según nuestra personalidad, nuestras emociones, nuestros juicios. Cuando alguien nos habla, pensamos en lo que nos quiere decir desde nuestra interpretación.
Las emociones y los sentimientos que tenemos antes de escuchar actúan igualmente como barreras. Las emociones pueden llegar a bloquear la escucha.
Las preocupaciones son importantes barreras. Algunas veces no oímos porque estamos preocupados.
El egocentrismo crea limitaciones para escuchar activamente. Empleamos más tiempo pensando en nosotros mismos, que en los demás.
Parte de nuestra memoria es volátil. Al cabo de unos veinte segundos olvidamos fragmentos del mensaje que hemos escuchado. Al finalizar la conversación retenemos la mitad del comunicado. A los dos días sólo recordamos una cuarta parte del discurso.
La emotividad reactiva es otra barrera. A veces nuestro interlocutor dice algo que percibimos como un ataque emocional. Surge entonces la emotividad reactiva, es decir, reaccionamos ante lo que consideramos agresiones emocionales. La consecuencia de la emotividad reactiva es nuestra retirada total de la escucha.
Hay una serie de elementos que forman parte de las barreras físicas que impiden que prestemos atención. Las barreras físicas más importantes son: el ruido, la falta de iluminación y el espacio reducido.
Procurar que se den las condiciones ambientales necesarias para mantener una comunicación efectiva. Evitar la presencia de ruidos.
Y la iluminación debe ser suficiente.
Un buen oyente identifica las barreras y se esfuerza en superarlas. Los principales consejos para superar las barreras de la escucha activa son:
Presentar las condiciones físicas idóneas para poder escuchar activamente.
Apartar de la mente las preocupaciones, los prejuicios, los estereotipos, las suposiciones preconcebidas y las emociones negativas.
Incrementar la capacidad para prestar atención.
Importante
Comparar: Este efecto ocurre cuando el receptor mientras escucha se esta intentando comparar con el emisor.
Leer el pensamiento: El receptor juega a adivinar que piensa el emisor mientras habla.
Ensayar: Antes de que el emisor acabe de hablar, el receptor ya esta ensayando lo que va a decirle, con lo cual no tiene tiempo suficiente para escuchar lo que esta diciendo.
Filtrar: El receptor selecciona solo aquello que le interesa, por lo que unas cosas se escuchan y otras se pasan por alto.
Juzgar: Se trata de no escuchar a la persona que se ha prejuzgado.
Soñar: Mientras el emisor explica un acontecimiento que al receptor le recuerde a algo que haya vivido, este se desplaza con el pensamiento a ese recuerdo y se pierde en divagaciones.
Identificarse: Cuando el emisor explica una cosa que recuerda al receptor, es muy común que este se lance a explicar su experiencia, antes de dejar que el otro explique la suya.
Aconsejar: A menudo existe una precipitación en aconsejar a alguien sin apenas haber oído todo lo que la persona tiene que contar.
Discutir: Las personas discutidoras parecen estar buscando continuamente la ocasión para no estar de acuerdo en algo y se centra solo en lo que ellos piensan.
Llevar siempre la razón: En general hay personas que se muestran muy reacias a aceptar diferentes puntos de vistas y se crean siempre una posición absoluta de la razón.
Cambiar de conversación: Cuando el tema de conversación aburre o hace sentir molesto al receptor, este suele cambiar repentinamente de tema.
Como mejorar lo anteriormente leido
DEMOSTRAR QUE ESTAMOS ESCUCHANDO CON UN SÍ AFIRMATIVO: ECO, repetición textual de lo dicho por la otra persona. Se expresa que se hace comprendido aquello que me han dicho. No abusar, el exceso puede entenderse como burla.
PARAFRASEAR: relacionada con la anterior, verificamos con nuestras propias palabras lo que acabamos de escuchar. “entonces, me quieres decir que…”
MOSTRAR EMPATIA: ponerte en el lugar de la otra persona y que ésta lo note. Estrategia común en las demás. “entiendo lo que dices”
TENER SENTIDO DEL TIEMPO: saber cuándo intervenir y cuando mantenerse en silencio. Saber administrar esos silencios y darle tiempo a la persona para que se exprese.
CONFIRMAR O ACLARAR: preguntar si hace falta y algo no nos ha quedado claro. Hacer preguntas convenientes hace que el emisor se sienta escuchado.
REFLEJAR: repetimos la parte emocional o afectiva del mensaje : “al escucharte te noto…”, “supongo que te sentirás…”
SINTETIZAR: unimos todas las partes del mensaje y hacemos un todo, concluimos y corroboramos.
Si quieres ser sabio, aprende a interrogar razonablemente, a escuchar con atención, a responder serenamente y acallar cuando no tengas nada que decir.