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EL CIEGO DE NACIMIENTO

El contexto

Este milagro, se realiza dentro de un contexto muy especial. Hay una mentalidad de pecado, en la que se mueve todo Israel, incluso sus discípulos: Todo aquello que sea enfermedad o defecto es signo de pecado.

En esta mentalidad se mueven incluso los discípulos de Jesús: “Maestro, ¿Quién ha pecado, él o sus padres, para que haya nacido ciego?”.

Esta mentalidad, es como una gruesa pared que no deja ver que Dios también actúa o se descubre en lo que “no aparece bueno o sano”.

La experiencia que tiene Jesús de su Padre es diferente, y responde a partir de ella: “Ni él ni sus padres han pecado, sino para que se manifiesten en él las obras de Dios”.

la oscuridad es ocasión para que la luz llegue, brille e ilumine a las personas. en cada cosa hay bondad, sobre todo en una persona. Jesús mira sobre todo la persona, sea una samaritana o un ciego repudiado por su enfermedad, signo de su pecado.

Él quiere salvar a la persona y hará todo lo posible para reconstruir la imagen y semejanza que hay en la persona con su creador y que por el pecado puede estar dañada.

2. Una nueva creación: El encuentro que provoca la transformación.

Es eso lo que hará con el ciego. Jesús usa el barro, como un signo de recreación. Como si tomara en sus manos la vida del ciego y lo moldeara una vez más. Hay una nueva creación.

Cuando Jesús actúa en la persona y toca su corazón siempre hay una recreación en ella.

Lo vuelve a hacer, como el Génesis, con el barro en sus manos. Por eso Pablo dirá que los que han creído en Cristo “nuevas criaturas son”.

En la nueva creación entra la libertad humana. Por eso el ciego debe ir a lavarse a la piscina de Siloé, con todo lo que ello implica.

El evangelista nos dice que la nueva creación siempre se da por un encuentro personal, entre Jesús y cada uno de nosotros.

Después que Jesús responde la pregunta de los discípulos y se afirma como LUZ, no aparece nadie más que el ciego y él; Están ellos dos, solos.

Cada uno es partícipe de su “segunda creación”, aunque a veces no tengamos plena conciencia de ello. El ciego no sabía que Jesús lo está curando. Quizás, hasta protesta, como se ve en algunas películas… le duele, sufre. La segunda creación tiene consigo esos elementos.

Tal vez por eso en ocasiones nos cuesta dar el paso y dejarnos hacer nuevamente por las manos del Señor. Puede producirse el dolor; cambiar, romper estructuras, formas de pensar y ver la vida… no es fácil, hay dolor y sufrimiento.

Esa novedad que vive el ciego de nacimiento, se expresa claramente en todas sus acciones, desde el principio. Al volver con vista, después de lavarse en Siloé, el que había sido ciego encuentra a sus vecinos y conocidos, y los que lo ven dudan si realmente es él quien pasaba el tiempo sentado, pidiendo limosna.

El ex ciego ya es otra persona. El encuentro con Jesús siempre cambia la vida.

Es el paso de las tinieblas a la luz, lo que cambia a la persona. Hay razón para estar alegre.

Le preguntan cómo sucedió, él lo narra: “Ese hombre que llaman Jesús”. No conoce a Jesús, es un desconocido, lejano… otros lo llaman Jesús. Pero “yo aún no me he apropiado ni de su nombre”. Jesús no significa gran cosa para él.

3. El juicio y la condena: ¿juzgado por ver?

La curación causa alegría al ciego y asombro a los vecinos y conocidos, a otros, a las autoridades judías, les causa temor.

Una gran ironía, lo que debería ser alegría, es causa de conflicto y de acusación.

Y así, por el peligro que implica la visión del que era ciego, éste es llevado a la presencia de los fariseos, que aparecen como la instancia legal, como los jueces de la religión. Y es que, además, para mal de todos, el ciego fue curado en sábado, un día en que no se puede quitar la mirada de Dios.

El ciego es interrogado por los fariseos, y su respuesta es contundente: “Me puso barro en los ojos y ahora veo”.

Y los fariseos le preguntan, “¿Y tú qué dices de él?”.

El ciego responde ahora con mayor seguridad “Es un profeta”.

Su respuesta no es fruto de lo que han dicho otros… es una respuesta personal, que surge desde una convicción.

Ha avanzado en el camino de la fe y ahora, su misma vida, su experiencia, le da mayor capacidad para reconocer a la persona de Jesús.

Pasa de decir Jesús es "UN HOMBRE"... a decir es un "PROFETA"... después Jesús se dará a conocer quien es verdaderamente.

Lo llamativo es que ese proceso de conocimiento de Dios se da en un contexto de conflicto, de oposición,… como si el texto nos dijera que es allí, en la dificultad donde podemos crecer y conocer a Jesús, aunque aparentemente esté ausente.

Pero a los judíos no les satisface esa respuesta, y llaman a los padres con la oculta esperanza de que el hecho sea un fraude. Los padres responden a las preguntas afirmativamente, pero no saben cómo recuperó la vista.

El texto nos dice que hay una amenaza para quien reconozca a Jesús como enviado de Dios: quien lo haga será arrojado de la sinagoga.

TODOS ESTAN DOMINADOS POR EL MIEDO.

Esto implica dos cosas,

Los dirigentes creen que tiene la autoridad para decidir quién tiene acceso a Dios y quién no,

Las personas quedan excomulgadas de la vida de fe y de la comunidad. Para ellos estar fuera de la institución es estar privado del acceso a Dios…

los padres del ciego dan una respuesta

prudentemente evasiva…

Sus padres respondieron: «Sabemos que es nuestro hijo y que nació ciego, pero cómo es que ahora ve y quién le abrió los ojos, no lo sabemos. Pregúntenle a él: tiene edad para responder por su cuenta». Sus padres dijeron esto por temor a los judíos, que ya se habían puesto de acuerdo para excluir de la sinagoga al que reconociera a Jesús como Mesías. Por esta razón dijeron: «Tiene bastante edad, pregúntenle a él». Jn. 9, 20-23

El interrogado no accede a las pretensiones de los judíos. No puede negar su experiencia: "Si es pecador no lo sé; sólo sé que yo era ciego y ahora veo". No puede negar lo evidente. Insisten.

Ante tanta terquedad, el que fue ciego usa la ironía y les pregunta: “¿También vosotros queréis haceros discípulos suyos?”. Los fariseos advierten bien el sarcasmo, y responden con insultos; ellos son "discípulos de Moisés".

El que había sido ciego no se deja intimidar por los insultos y ridiculiza el argumento de los fariseos. Sus palabras son sencillas pero certeras. La curación ha transformado su vida. "sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino al que es religioso y hace su voluntad". Si escuchó a Jesús, lo que es evidente, es porque "viene de Dios". No discuten sus argumentos porque son irrebatibles. ¿Cómo se atreve este pobre ignorante, que nació lleno de pecados, a enseñarles a ellos, sabios y doctores de la ley?

"Y lo expulsaron". Es la única forma de poner fin a la discusión con este rebelde.

4. El verdadero juicio: Un discípulo… muchos pecadores.

Ahora, el que era ciego, está solo, parece que lo han abandonado todos: los padres, los vecinos, los responsables religiosos, la comunidad.

En realidad, todo ha sido una preparación para el encuentro final. Todavía está Jesús, no está solo. Jesús no se había desentendido del que había recobrado la vista. Se enteró "que lo habían expulsado" y fue a su encuentro. De nuevo la iniciativa es de Jesús.

"¿Crees tú en el Hijo del hombre?" "¿Y quién es, Señor, para que crea en él?" "Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es". Jesús se le revela como Mesías… "Creo, Señor". Y se arrojó a sus pies.

Jesús ha sido para él, sucesivamente, "ese hombre", "un profeta", "el que viene de Dios" y "Señor". Ha llegado al final del camino. Ahora el ex ciego puede ser discípulo de Jesús; tiene los ojos y el corazón distintos. Ha sido liberado, y por eso alcanza la fe. Comprender que Jesús, el que le abrió los ojos, tiene mucha más luz para darle: porque es la luz misma que nunca se apaga, que vale la pena seguir, porque es la respuesta a toda oscuridad, a toda inseguridad...

Conclusión

El dejarnos re-recrear por las manos de Dios puede ser difícil; implica romper con ciertas estructuras y costumbres que se han enquistado en nosotros. Romper con la pasividad a la que nos hemos acostumbrados; empezar a ser protagonistas de nuestra relación con Dios. Esto no exime de sufrimiento y adversidad; de momentos de silencio y soledad, en los que parece que Jesús ha desaparecido y nos ha olvidado. Sin embargo, si perseveramos, Él siempre se hace presente para dar plenitud.

Este pasaje bíblico bien puede invitarnos a dejar a Dios ser Dios, a romper con la tendencia de querer manejarlo según nuestros caprichos o conveniencias. A veces no entendemos sus caminos ni sus formas; tal vez el ciego tampoco entendió por qué Jesús ponía barro en sus ojos. Pero el barro fue el medio de su sanación – salvación. Necesitamos confiar en Él, nadie como Él sabrá lo que más nos conviene. Quizás también el barro puede traernos la luz, y nuestras carencias y pobrezas ser lugar para que se “manifiesten las obras de Dios”.

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