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El maestro entre más tenga experiencia se hace uno más del equipo pedagógico que esto es que participa en el aprendizaje y en la educación del alumno.
Todo esto se convierte en una desprofesionalizad, las consecuencias de estos actos pueden incluso problemas de salud mental, ansiedad, inhibición.
Los planes de formación de todas las Comunidades Autónomas otorgan una mayor importancia a la acción formativa denominada genérica- mente "formación en centros", considerando el centro educativo como agente y promotor de los procesos de cambio educativo.
La formación ha de contribuir a mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje, al desarrollo institucional de los centros y de una cultura profesional y esto sólo se puede realizar analizando y aprovechando los espacios de libertad.
La formación en centros significa realizar una formación desde dentro", convertir el centro en un lugar de formación. Pero la "formación basada en los centros" supone también una constante indagación colaborativa y un consenso para el desarrollo de la organización. Y aquí aparecen algo más que palabras.
La formación, y por su puesto el desarrollo profesional, es un proceso dinámico y por lo tanto susceptible de ser dividido en fases y etapas unidas clínicamente de manera flexible .
La evaluación es una fase del proceso que, a pesar del acuerdo sobre su importancia, ha sido muy descuidada en la formación. También hemos de tener en cuenta los condicionamientos que se introducen en cualquier proceso de evaluación.
Hoy en día todas las comunidades autónomas tienen su plan de formación permanente del profesorado y en el caso del territorio administrado por el ministerio de educación y ciencia, existe un plan marco, unos planes provinciales y unos planes o proyectos de centros de profesores.
Los nuevos aprendizajes que requieren el profesorado y aquellos aprendizajes asociados a los centros educativos como desarrollo profesional colectivo.
La formación como desarrollo profesional debe partir de la perspectiva democrática, es decir, el cambio ha de ser deseado por la mayoría.
Solo realizando un minucioso diagnóstico se podrá, posteriormente, establecer criterios de organización y de evaluación rigurosos que permitan a la formación conseguir unos resultados coherentes e innovadores, y adecuados a las verdaderas necesidades democráticas.
Estos modelos de formación y desarrollo profesional no responden al modelo de enseñanza ni a la misma concepción sobre el papel del profesorado.
La formación del profesorado derivó hacia un concepto predominante de transmisión académica de conocimientos y se vinculó directamente al estudio de las disciplinas académicas y a las investigaciones realizadas en torno a los procesos conceptuales de la enseñanza.
Supone establecer una planificación de muchos cursos y seminarios en los que el ponente es el experto que establece el contenido y el desarrollo de las actividades que produzcan cambios en las actitudes y que estas se traspasen a la clase
Centrar la atención en cómo elaboran los profesores la información pedagógica de que disponen y los datos que perciben en las situaciones de la enseñanza, y en cómo esa elaboración o procesamiento de información se proyecta sobre los planes de acción de la enseñanza y en su desarrollo práctico. Aparece así, la referencia predominante y constante a la práctica profesional.
La finalidad es la formación de profesores y profesoras que sean capaces de evaluar la necesidad potencial y la calidad de la renovación, que posean ciertas destrezas básicas en el ámbito de las estrategias de enseñanza, de la planificación, del diagnóstico y de la evaluación, que sean capaces de modificar tareas instruccionales continuamente, en un intento de adaptación a la diversidad del alumnado.
La formación del profesorado ha tenido lugar en el marco de una sociedad vertiginosamente cambiante.
La formación del profesorado
no es una actividad aislada ni puede considerarse independiente de conocimiento e investigación.
La formación debe de superar la práctica encorsetada y asumir su
verdadero protagonismo en los procesos de profesionalización.
La profesión docente ha gozado de un interés creciente y progresivo.
La formación del profesorado no es una actividad aislada ni puede considerarse como una parcela autónoma e independiente de conocimiento e investigación, su concepción está vinculada a los marcos teóricos y a los supuestos que en un determinado momento socio histórico predominan en el conocimiento social.
Es notoria la preocupación de las administraciones por institucionalizar los procesos de formación.
Esto no implica que, con anterioridad, no existiera preocupación por la profesión docente y su formación.
Centrar el desarrollo profesional en las prácticas del aula y del centro ha de suponer una reconceptualización importante ya que no se analiza la formación únicamente como el dominio técnico de las disciplinas ni se centra en las características personales del profesorado sino que significa establecer nuevos modelos relaciónales en la práctica de la formación.
Es un modelo arraigado en una determinada imagen ideológica, social y profesional del profesorado: la existencia de denominadores comunes en los rasgos de personalidad de los "buenos profesores".