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La asimilación de hábitos motrices y el desarrollo de las cualidades físicas del individuo son objetivos básicos de las sesiones de trabajo (Alvarez del Villar, 1987).
La aparición de contenidos nuevos, que pueden ser de gran interés, no deben llevar a un segundo plano estos objetivos.
Pieron (1988) expone la importancia que tiene garantizar un mínimo de esfuerzo fisiológico en cada sesión de Educación Física.
El desarrollo de las capacidades cognoscitivas y afectivas se realizarán a través del movimiento, ya que éste es el medio a través del cual vamos a educar a los alumnos en nuestra asignatura.
Por esta razón, numerosos autores cuestionamos la aparición de clases teóricas o de exámenes, ya que los hábitos o capacidades que se desarrollan, ya se realizan suficientemente en otras asignaturas.
La tarea representa lo que el individuo es:
-Capaz de realizar,
-La organización de una actividad hacia la consecución de un objetivo determinado.
Características:
-Un objetivo que defina lo que se pretende alcanzar con la puesta en marcha de la actividad
-Determinadas condiciones que acompañan a la realización del objetivo
-Instrucciones que precisen un tipo particular de comportamiento motor o de proceso que hay que llevar a cabo (Famose, 1992).
CLASIFICACION DE LA TAREA
Tarea motriz
Participación corporal
Control ambiental
Participación cognitiva
Control sobre la acción
Mecanismo
Fina
Global
Cerrada
Abierta
Habitual
Perceptiva
Interna
Externa
Mixta
Percepción
Decisión
Ejecución
Para este autor es necesario planificar el tipo de tareas que vamos a plantear y cómo las vamos a presentar. Para ello, describe algunos elementos que debemos tener en cuenta:
Planificar cuidadosamente,
hacer una descripción completa de la tarea,
utilizar un lenguaje que los alumnos puedan comprender,
hablar con entusiasmo pero lentamente,
demostrar las habilidades,
hacer ver a los alumnos los puntos de vista más apropiados,
dejar claros los posibles peligros si los hubiese,
promover la participación activa de los alumnos,
verificar la comprensión de los alumnos.
Duración y participación. La tarea debe durar lo suficiente para que el alumno tenga un margen de asimilación personal, es decir que los aprendizajes que conlleva, se produzcan. A su vez, la organización debe permitir que la mayoría de los niños están participando en la actividad.
Situaciones reales. Las tareas contendrán elementos significativos para el alumnado con el fin de que se impliquen en la actividad con más motivación.
Adaptación a las capacidades del alumnado. Para individualizar la tarea ha de permitir distintos niveles de actuación.
Exito. El diseño y los objetivos planteados buscarán que el joven alumno experimente la sensación de éxito de una u otra forma.
Respetar reglas. Desarrollar el respeto a las reglas, permitiéndoles participar en su elaboración, pero actuando con firmeza si se producen trampas o peleas.
Sociabilidad. La tarea fomentará lo que Parlebas (1989) denomina sociomotricidad porque existe cooperación y/u oposición. Asimismo en caso de competiciones se diseñarán grupos igualados.
En función de estos autores hemos querido sintetizar, igual que hicimos con los principios metodológicos, los criterios que consideramos de mayor interés a la hora de diseñar o seleccionar las tareas de enseñanza:
Libertad de acción. Que la organización permita a los alumnos que se muevan con libertad y puedan tomar decisiones durante el desarrollo de la actividad. Cuando sea posible es muy educativo dejar a los niños elegir los juegos o las tareas.
Mejora motriz. Asegurar un efecto fisiológico mínimo, desarrollando contenidos relacionados con la E.F.
Resolver problemas motrices. Fomentar el desarrollo de la inteligencia motriz con tareas en las que el niño desarrolle su capacidad cognoscitiva a través del movimiento.
Integrar los ámbitos de la conducta. Además de la capacidad física y cognitiva la tarea debe implicar elementos afectivos, sociales y valores en forma de temas transversales.
Trigo (1994, p.297) establece los siguientes criterios pedagógicos para la elección de actividades:
Que sean significativas.
Que individualicen (diferenciar distintos niveles para que todos los alumnos tengan cabida y obtengan éxito).
Que desarrollen los diferentes ámbitos o estructuras (biológicas, afectivas y cognoscitivas).
Que no sean más complejas de lo que los alumnos puedan asimilar a nivel mental.
Que permitan la toma de decisiones razonable y que puedan equivocarse.
Siedentop (1998, p.254) describe algunas estrategias que se pueden utilizar en la enseñanza de la E.F. y que tienen mucho que ver con las tareas motrices que son, como hemos comentado, el contenido principal de enseñanza:
distribución de las tareas,
garantizar condiciones de aprendizaje seguros,
proponer condiciones de aprendizaje estimulantes en el plano intelectual,
presentar las tareas eficazmente,
utilizar el contexto para comunicar la información pertinente sobre las tareas, prácticas guiadas,
prácticas independientes,
enseñar durante las tareas de aplicación, etc.
Famose (1992) añade un elemento importante en el aprendizaje de las tareas motrices: la dificultad de la tarea. La utilización de la dificultad que presentan las diferentes tareas o actividades motrices es una de las condiciones más importantes que utilizamos en la enseñanza de las habilidades motrices. Desde el punto de vista del aprendizaje motor, hay que adaptar el nivel de dificultad al nivel de aptitud de los sujetos con el objetivo de que la progresión en el aprendizaje sea correcta.
Para Delgado Noguera (1993) las principales características de las tareas motrices son: variedad, significación, participación, actividad, indagación, progresión, globalidad, apertura, motivadoras, adaptadas, progresivas, lúdicas, organizaciones no complejas.
Este mismo autor define las principales dimensiones que componen el concepto de dificultad: incertidumbre espacial, incertidumbre temporal, incertidumbre del acontecimiento, la discriminación, duración de presentación del estímulo, dimensión transporte y no transporte del cuerpo, dimensión amplitud de error permitida, la compatibilidad, claridad del objetivo, número de sub-objetivos, dimensión movimiento balístico y movimiento controlado, dimensión feed-back exteroceptivos e interoceptivos.
Para poder progresar en la dificultad de las tareas motrices es necesario por un lado: saber exactamente lo que significa la noción de dificultad, identificar el nivel de dificultad, conocer los factores responsables y que se podrían eventualmente manipular, y saber cómo manipularlos para dosificarla. Por otro lado también es necesario: tener claro el concepto de habilidad motora y nivel de habilidad, y saber evaluar el nivel de habilidad de los alumnos. De este modo, tareas muy difíciles o, por el contrario, muy fáciles de ejecutar no ayudan a motivar a los alumnos hacia la práctica de actividad física. En cambio, las tareas con dificultad óptima ayudan a la progresión en el aprendizaje y motivan al alumnado.
Resumiendo las principales normas que debemos tener en cuenta para elegir unas actividades u otras, Pieron (1988) enumera las siguientes:
Adaptación de las actividades al alumno.
Proponer tareas significativas.
Elegir tareas específicas.
Asegurar la participación del mayor número posible de alumnos, de forma simultánea.
Asegurar un efecto fisiológico.
Ofrecer variedad de actividades.
Otro autor como Raths (1971), citado por Fernández y otros (1993), expone unos criterios de selección y diseño de actividades para la Educación Física:
Deben permitir al alumno tomar decisiones y apreciar consecuencias de las mismas, para fomentar la inteligencia motriz por encima de la simple ejecución de rutinas motrices.
Deben permitirle alcanzar un cierto grado de éxito en la tarea para asegurar una buena motivación.
Deben dejar un cierto margen para la asimilación personal del mismo, expresando con libertad su personalidad a través del movimiento.
Debe acercarle a situaciones reales de su vida.
Debe perseguir la mejora de su funcionalidad motriz.
Debe ayudarle a resolver sus problemas motrices.
Debe buscar que aprenda autónomamente.
Debe permitir distintos niveles cualitativos y cuantitativos de ejecución.
No sólo deben diseñarse en función de las estructuras biológicas del alumnado, sino también de las cognitivas y afectivas.
Con relación al juego, Seybold (1976) cita una serie de características que se deben cumplir al aplicarlos en nuestras sesiones:
Que permitan libertad de decisión.
No permitir peleas, trampas o envidias.
Buscar equilibrio de fuerzas entre grupos.
Desarrollo del sentido de las reglas.
Fomentar la sociabilidad, manteniendo los grupos un tiempo.
Posibilitar la elección de los juegos.