¿ME AYUDAS?
Los arquetipos que quedan reflejados en este relato que nos ocupa, considero que difieren, por lo menos en parte, con los visto en relatos y exposiciones anteriores. Aunque a lo largo de la exposición menciono alguno de ellos os invito a que, entre todas, elaboremos un listado para incluirlo en nuestro blog junto con el resto de la exposición.
Gracias por vuestra colaboración.
- LOBO
- CASITA EN EL BOSQUE
- TRAMPAS/ENGAÑO
- LEÑADOR/CAZADOR COMO HÉROE
¡Nos vemos en el elcajonliterarioinfantil.blogspot.com!
BIBLIOGRAFÍA
Colomer, T. (1999). La evolución histórica de la literatura infantil y juvenil. Introducción a la literatura infantil y juvenil (pp. 63-106). Madrid. Editorial Síntesis S.A.
(2015). ¿Sabías qué? Consultada el 23 de Febrero de 2015, en http://www.curiosidadsq.com/2012/11/Caperucita-Roja-Terror-Historia-Original.html
Luis López Nieves. (2015). Ciudad Seva. Consultada el 23 de Febrero, en http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/fran/perrault/caperucita_roja.htm
Junta de Andalucía. Consejería de Educación, Cultura y Deporte. (2015). Andalucía profundiza. Consultada el 23 de Febrero de 2015, en http://www.juntadeandalucia.es/averroes/ceip_san_tesifon/recursos/curso5/web_cuento/marco/caperucitagrimm.htm
http://www.filmaffinity.com/es/film872624.html
(2015). Filmaffinity. Consultada el 23 de Febrero de 2015, en http://filmaffity.com/es/main.html
INTRODUCCIÓN
Caperucita Roja es un relato que podemos incluir dentro de la literatura de tradición oral por ser una producción que se he ido transmitiendo oralmente de generación en generación hasta fijarse, en un determinado momento, por escrito. Esto hecho se produjo en el año 1697 gracias a la recopilación de cuentos realizada por Charles Perrault. En un principio, se trata de una obra con un marcado carácter cruel destinada a un público popular que, con el paso del tiempo, se dulcifica en versiones que sí van dirigidas al público infantil e incluyen aspectos aleccionadores. Es por ello, que podemos denominar a esta, y a otras producciones similares, como relatos literarios que sirven de forma de expresión humana.
Posterior a la recopilación realizada por Perrault, continúan contándose versiones orales que persisten hasta los siglos XIX y XX y que difieren, en gran medida, con la versión escrita por Perrault y que también provenía de la literatura oral.
VERSIONES CINEMATOGRÁFICAS
- Caperucita Roja (¿A quién tienes miedo?)
Título original: Red Riding Hood
Año 2011. País Estados Unidos. Directora: Catherine Hardwicke. Guion: David Johnson
Escaso éxito de crítica y público. Largometraje con pretensiones eróticas y de terror, que quedan en poco al predominar una trama excesivamente romántica que lo empalaga todo.
- Caperucita Roja
Título original: Little Red Riding Hood.
Año 1922. Duración 6 min. País Estados Unidos. Director: Walt Disney. Guion: Walt Pfeiffer (Cuento: Charles Perrault). Cortometraje adaptación y fiel reflejo del cuento, reinterpretado a su vez, por Charles Perrault.
CAPERUCITA ROJA
ANÁLISIS COMPARATIVO
- Observamos en las 3 versiones el elemento de la “devoración” como esencia de todos ellos. No obstante, podemos distinguir en la primera versión como este elemento se amplifica al aceptar caperucita realizar prácticas caníbales a propuesta del lobo.
- Señalar, también, como en la primera versión no se menciona nada sobre la caperuza roja que da nombre al cuento; no es hasta la versión de Perrault donde se menciona este elemento por primera vez y se mantiene en la siguiente versión de los Hermanos Grimm.
- Sí podemos apreciar, como elemento común en las tres versiones, la disyuntiva que plantea el lobo a Caperucita en cuanto a la elección del camino a tomar. Aunque solo en la versión popular se les denomina como “camino de las agujas” o “camino de los alfileres”.
- En la primera versión Caperucita se desprende de su ropa hasta quedar desnuda a petición del lobo. En las siguientes versiones esto no sucede.
La explicación a todos estos cambios introducidos con posterioridad a la versión popular podemos encontrarla en que en la primera versión se reflejan aspectos socioeconómicos propios de la época que reflejan las duras condiciones de vida y el hambre existente entre los campesinos de épocas anteriores al siglo XVII. En la versión escrita de Perrault se dulcifica y literaturiza la narración pues son escritos dirigidos principalmente a tiernas e inocentes jóvenes pertenecientes a la corte de Versalles.
- Se incluye también, a partir de esta versión, la moraleja como consecuencia de la adaptación de un relato dirigido a un público popular, en un primer momento, en un cuento dirigido al público infantil. Esto convertía inmediatamente al texto en una producción que necesitaba incluir elementos educativos y/o didácticos.
Por lo tanto, pasamos de una primera versión que refleja el hambre y las dificultades diarias de los campesinos a una segunda versión donde se priorizan aspectos relacionados con la virginidad y la honra de las damas como elementos que preocupaban a la sociedad imperante de la época. Cambio de época, cambios socioeconómicos, cambios en los ideales y modelos culturales.
- La tercera versión que nos ocupa, realizada por los hermanos Grimm (1812-15), difiere poco de la realizada por Perrault, pudiéndose considerar esta última como una adaptación del cuento a las costumbres y folklore propios del país de procedencia de Jakob y Wilhelm Grimm, Alemania. Además, es la única que incluye un final feliz tomado prestado de otros cuentos como Los siete cabritillos y el lobo o Los tres cerditos. Así como la advertencia explícita de la madre a Caperucita sobre los peligros del bosque.
DISTINTAS VERSIONES
- Versión popular
- Versión escrita Charles Perrault
- Versión escrita Hermanos Grimm, Jakob y Wilhelm Grimm:
VERSIÓN POPULAR
Había una vez una niñita a la que su madre le dijo que llevara pan y leche a su abuela. Mientras la niña caminaba por el bosque, un lobo se le acercó y le preguntó adonde se dirigía.
– A la casa de mi abuela, le contestó.
– ¿Qué camino vas a tomar, el camino de las agujas o el de los alfileres?
– El camino de las agujas.
El lobo tomó el camino de los alfileres y llegó primero a la casa. Mató a la abuela, puso su sangre en una botella y partió su carne en rebanadas sobre un platón. Después se vistió con el camisón de la abuela y esperó acostado en la cama. La niña tocó a la puerta.
– Entra, hijita.
– ¿Cómo estás, abuelita? Te traje pan y leche.
– Come tú también, hijita. Hay carne y vino en la alacena.
La pequeña niña comió así lo que se le ofrecía; mientras lo hacía, un gatito dijo:
– ¡Cochina! ¡Has comido la carne y has bebido la sangre de tu abuela!
Después el lobo le dijo:
– Desvístete y métete en la cama conmigo.
– ¿Dónde pongo mi delantal?
– Tíralo al fuego; nunca más lo necesitarás.
Cada vez que se quitaba una prenda (el corpiño, la falda, las enaguas y las medias), la niña hacía la misma pregunta; y cada vez el lobo le contestaba:
– Tírala al fuego; nunca más la necesitarás.
Cuando la niña se metió en la cama, preguntó:
– Abuela, ¿por qué estás tan peluda?
– Para calentarme mejor, hijita.
– Abuela, ¿por qué tienes esos hombros tan grandes?
– Para poder cargar mejor la leña, hijita.
– Abuela, ¿por qué tienes esas uñas tan grandes?
– Para rascarme mejor, hijita.
– Abuela, ¿por qué tienes esos dientes tan grandes?
- Para comerte mejor, hijita. Y el lobo se la comió.”
VERSIÓN ESCRITA CHARLES PERRAULT
Había una vez una niñita en un pueblo, la más bonita que jamás se hubiera visto; su madre estaba enloquecida con ella y su abuela mucho más todavía. Esta buena mujer le había mandado hacer una caperucita roja y le sentaba tanto que todos la llamaban Caperucita Roja.
Un día su madre, habiendo cocinado unas tortas, le dijo.
-Anda a ver cómo está tu abuela, pues me dicen que ha estado enferma; llévale una torta y este tarrito de mantequilla.
Caperucita Roja partió en seguida a ver a su abuela que vivía en otro pueblo. Al pasar por un bosque, se encontró con el compadre lobo, que tuvo muchas ganas de comérsela, pero no se atrevió porque unos leñadores andaban por ahí cerca. Él le preguntó a dónde iba. La pobre niña, que no sabía que era peligroso detenerse a hablar con un lobo, le dijo:
-Voy a ver a mi abuela, y le llevo una torta y un tarrito de mantequilla que mi madre le envía.
-¿Vive muy lejos? -le dijo el lobo.
-¡Oh, sí! -dijo Caperucita Roja-, más allá del molino que se ve allá lejos, en la primera casita del pueblo.
-Pues bien -dijo el lobo-, yo también quiero ir a verla; yo iré por este camino, y tú por aquél, y veremos quién llega primero.
El lobo partió corriendo a toda velocidad por el camino que era más corto y la niña se fue por el más largo entreteniéndose en coger avellanas, en correr tras las mariposas y en hacer ramos con las florecillas que encontraba. Poco tardó el lobo en llegar a casa de la abuela; golpea: Toc, toc.
-¿Quién es?
-Es su nieta, Caperucita Roja -dijo el lobo, disfrazando la voz-, le traigo una torta y un tarrito de mantequilla que mi madre le envía.
La cándida abuela, que estaba en cama porque no se sentía bien, le gritó:
-Tira la aldaba y el cerrojo caerá.
El lobo tiró la aldaba, y la puerta se abrió. Se abalanzó sobre la buena mujer y la devoró en un santiamén, pues hacía más de tres días que no comía. En seguida cerró la puerta y fue a acostarse en el lecho de la abuela, esperando a Caperucita Roja quien, un rato después, llegó a golpear la puerta: Toc, toc.
-¿Quién es?
Caperucita Roja, al oír la ronca voz del lobo, primero se asustó, pero creyendo que su abuela estaba resfriada, contestó:
-Es su nieta, Caperucita Roja, le traigo una torta y un tarrito de mantequilla que mi madre le envía.
El lobo le gritó, suavizando un poco la voz:
-Tira la aldaba y el cerrojo caerá.
Caperucita Roja tiró la aldaba y la puerta se abrió. Viéndola entrar, el lobo le dijo, mientras se escondía en la cama bajo la frazada:
-Deja la torta y el tarrito de mantequilla en la repisa y ven a acostarte conmigo.
Caperucita Roja se desviste y se mete a la cama y quedó muy asombrada al ver la forma de su abuela en camisa de dormir. Ella le dijo:
-Abuela, ¡qué brazos tan grandes tienes!
-Es para abrazarte mejor, hija mía.
-Abuela, ¡qué piernas tan grandes tiene!
-Es para correr mejor, hija mía.
Abuela, ¡qué orejas tan grandes tiene!
-Es para oírte mejor, hija mía.
-Abuela, ¡qué ojos tan grandes tiene!
-Es para verte mejor, hija mía.
-Abuela, ¡qué dientes tan grandes tiene!
-¡Para comerte mejor!
Y diciendo estas palabras, este lobo malo se abalanzó sobre Caperucita Roja y se la comió.
Moraleja
Aquí vemos que la adolescencia,
en especial las señoritas,
bien hechas, amables y bonitas
no deben a cualquiera oír con complacencia,
y no resulta causa de extrañeza
ver que muchas del lobo son la presa.
Y digo el lobo, pues bajo su envoltura
no todos son de igual calaña:
Los hay con no poca maña,
silenciosos, sin odio ni amargura,
que en secreto, pacientes, con dulzura
van a la siga de las damiselas
hasta las casas y en las callejuelas;
más, bien sabemos que los zalameros
entre todos los lobos ¡ay! son los más fieros.
VERSIÓN ESCRITA HERMANOS GRIMM, JACOB Y WIHELM GRIMM
Erase una vez una pequeña y dulce coquetuela, a la que todo el mundo quería, con sólo verla una vez; pero quien más la quería era su abuela, que ya no sabía ni qué regalarle. En cierta ocasión le regaló una caperuza de terciopelo rojo, y como le sentaba tan bien y la niña no quería ponerse otra cosa, todos la llamaron de ahí en adelante Caperucita Roja.
Un buen día la madre le dijo:
- Mira Caperucita Roja, aquí tienes un trozo de torta y una botella de vino para llevar a la abuela, pues está enferma y débil, y esto la reanimará. Arréglate antes de que empiece el calor, y cuando te marches, anda con cuidado y no te apartes del camino: no vaya a ser que te caigas, se rompa la botella y la abuela se quede sin nada. Y cuando llegues a su casa, no te olvides de darle los buenos días, y no te pongas a hurguetear por cada rincón.
- Lo haré todo muy bien, seguro - asintió Caperucita Roja, besando a su madre.
La abuela vivía lejos, en el bosque, a media hora de la aldea. Cuando Caperucita Roja llegó al bosque, salió a su encuentro el lobo, pero la niña no sabía qué clase de fiera maligna era y no se asustó.
- ¡Buenos días, Caperucita Roja! - la saludó el lobo.
- ¡Buenos días, lobo!
- ¿A dónde vas tan temprano, Caperucita Roja? -dijo el lobo.
- A ver a la abuela.
- ¿Qué llevas en tu canastillo?
- Torta y vino; ayer estuvimos haciendo pasteles en el horno; la abuela está enferma y débil y necesita algo bueno para fortalecerse.
- Dime, Caperucita Roja, ¿dónde vive tu abuela?
- Hay que caminar todavía un buen cuarto de hora por el bosque; su casa se encuentra bajo las tres grandes encinas; están también los avellanos; pero eso, ya lo sabrás -dijo Caperucita Roja.
El lobo pensó: "Esta joven y delicada cosita será un suculento bocado, y mucho más apetitoso que la vieja. Has de comportarte con astucia si quieres atrapar y tragar a las dos". Entonces acompañó un rato a la niña y luego le dijo:
- Caperucita Roja, mira esas hermosas flores que te rodean; sí, pues, ¿por qué no miras a tu alrededor?; me parece que no estás escuchando el melodioso canto de los pajarillos, ¿no es verdad? Andas ensimismada como si fueras a la escuela, ¡y es tan divertido corretear por el bosque!
Caperucita Roja abrió mucho los ojos, y al ver cómo los rayos del sol danzaban, por aquí y por allá, a través de los árboles, y cuántas preciosas flores había, pensó: "Si llevo a la abuela un ramo de flores frescas se alegrará; y como es tan temprano llegaré a tiempo". Y apartándose del camino se adentró en el bosque en busca de flores. Y en cuanto había cortado una, pensaba que más allá habría otra más bonita y, buscándola, se internaba cada vez más en el bosque. Pero el lobo se marchó directamente a casa de la abuela y golpeó a la puerta.
- ¿Quién es?
- Soy Caperucita Roja, que te trae torta y vino; ábreme.
- No tienes más que girar el picaporte - gritó la abuela-; yo estoy muy débil y no puedo levantarme.
El lobo giró el picaporte, la puerta se abrió de par en par, y sin pronunciar una sola palabra, fue derecho a la cama donde yacía la abuela y se la tragó. Entonces, se puso las ropas de la abuela, se colocó la gorra de dormir de la abuela, cerró las cortinas, y se metió en la cama de la abuela.
Caperucita Roja se había dedicado entretanto a buscar flores, y cogió tantas que ya no podía llevar ni una más; entonces se acordó de nuevo de la abuela y se encaminó a su casa. Se asombró al encontrar la puerta abierta y, al entrar en el cuarto, todo le pareció tan extraño que pensó: ¡Oh, Dios mío, qué miedo siento hoy y cuánto me alegraba siempre que veía a la abuela!". Y dijo:
- Buenos días, abuela.
Pero no obtuvo respuesta. Entonces se acercó a la cama, y volvió a abrir las cortinas; allí yacía la abuela, con la gorra de dormir bien calada en la cabeza, y un aspecto extraño.
- Oh, abuela, ¡qué orejas tan grandes tienes!
- Para así, poder oírte mejor.
- Oh, abuela, ¡qué ojos tan grandes tienes!
- Para así, poder verte mejor.
- Oh, abuela, ¡qué manos tan grandes tienes!
- Para así, poder cogerte mejor.
- Oh, abuela, ¡qué boca tan grandes y tan horrible tienes!
- Para comerte mejor.
No había terminado de decir esto el lobo, cuando saltó fuera de la cama y devoró a la pobre Caperucita Roja.
Cuando el lobo hubo saciado su voraz apetito, se metió de nuevo en la cama y comenzó a dar sonoros ronquidos. Acertó a pasar el cazador por delante de la casa, y pensó: "¡Cómo ronca la anciana!; debo entrar a mirar, no vaya a ser que le pase algo". Entonces, entró a la alcoba, y al acercarse a la cama, vio tumbado en ella al lobo.
- ¡Mira dónde vengo a encontrarte, viejo pecador! – Dijo -; hace tiempo que te busco.
Entonces le apuntó con su escopeta, pero de pronto se le ocurrió que el lobo podía haberse comido a la anciana y que tal vez podría salvarla todavía. Así es que no disparó sino que cogió unas tijeras y comenzó a abrir la barriga del lobo. Al dar un par de cortes, vio relucir la roja caperuza; dio otros cortes más y saltó la niña diciendo:
- ¡Ay, qué susto he pasado, qué oscuro estaba en el vientre del lobo!
Y después salió la vieja abuela, también viva aunque casi sin respiración. Caperucita Roja trajo inmediatamente grandes piedras y llenó la barriga del lobo con ellas. Y cuando el lobo despertó, quiso dar un salto y salir corriendo, pero el peso de las piedras le hizo caer, se estrelló contra el suelo y se mató.
Los tres estaban contentos. El cazador le arrancó la piel al lobo y se la llevó a casa. La abuela se comió la torta y se bebió el vino que Caperucita Roja había traído y Caperucita Roja pensó: "Nunca más me apartaré del camino y adentraré en el bosque cuando mi madre me lo haya pedido."