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Es un estado mental, más que un conjunto de técnicas. El terapeuta centrado en el cliente busca volverse no directivo, abandonando cualquier procedimiento que señala al terapeuta como un experto que diagnosticara los males del paciente y recomendara las medidas apropiadas para su alivio.
El alcance completo de la atribución de Rogers se hace evidente cuando se recuerda el mundo de la terapia de la personalidad finales de 1930.
Carl Rogers psicólogo clínico que luchaba con los problemas clínicos de niños trastornados en Rochester, Nueva York. Entro en contacto con la terapia de voluntad de Otto Rank y la terapia de relación de Jessie Taft.
Rank sentía, que debía permitir a los pacientes la libertad de ejercer su propia voluntad y de dominar al terapeuta. Taft acentuó la relación que existe entre el terapeuta y el paciente. Consideraba esta relación como más importante que cualquier explicación intelectual acerca de los problemas del paciente. En consecuencia; la situación terapéutica se volvía muy permisiva.
La creencia de Rogers de que ninguna persona tiene derecho a controlar la vida de otra encontró expresión subsecuente en sus conceptos terapéuticos de permisividad, aceptación y negativa para dar consejos.
Durante la vida del individuo ocurre una variedad de experiencias. Después de una experiencia presentan 3 posibilidades:
1. La experiencia se puede simbolizar u organizar en cierta relación con el sí mismo
2. La experiencia se puede ignorar debido a que no se percibe su relevancia para el sí mismo.
3. Se puede negar simbolización a la experiencia o distorsionarla porque es inconsistente con la estructura del sí mismo.
Cosas que no se debe hacer que incluyen dar información o consejo, utilizar expresiones tranquilizadoras o persuasivas, hacer preguntas, ofrecer interpretaciones o hacer críticas.
Se hacen comentarios que le trasmiten al cliente la aceptación total e incondicional por parte del terapeuta.
El terapeuta encontrara necesario explicar los papeles respectivos de cliente y terapeuta. A esto se le llama estructuración e incluye, también, el elemento de aceptación.
Se hacen comentarios que le trasmiten al cliente la aceptación total e incondicional por parte del terapeuta.
La idea es colocar la responsabilidad del progreso terapéutico sobre los hombros del cliente más que sobre los del terapeuta.
Rogers afirmo que la psicoterapia es la liberación de una capacidad ya existente en un individuo potencialmente competente, no la manipulación experta de una personalidad más o menos pasiva. Este es el llamado potencial del crecimiento del cual depende tanto el terapeuta centrado en el cliente. Todas las personas poseen dicho potencial, la cuestión es liberarlo.
La terapia centrada en el cliente se fundamenta en la teoría fenomenológica.
La fenomenología afirma que la conducta está determinada, en su totalidad, por el campo fenomenológico de la persona.
El campo fenomenológico es todo aquello que experimenta la persona en un momento dado en el tiempo. Para comprender la conducta de la persona, el terapeuta debe saber algo acerca del campo fenomenológico de la misma.
Rogers afirmo que los individuos existen dentro de un mundo de experiencia, en el cual ellos son el centro. La persona es la mejor fuente de información acerca de si misma.
Se rechaza la objetividad en favor del mundo interno de la experiencia como lo forma la persona.
La tendencia humana básica se dirige hacia el mantenimiento y aumento del sí mismo que experimenta. Este es el proceso de autorrealización y es lo que produce el movimiento progresivo en la vida, una fuerza de la que el terapeuta depende en gran medida, dentro de los contactos terapéuticos con el cliente.
La conducta es fundamentalmente un conjunto de intentos dirigidos hacia metas, de parte del organismo, con el fin de satisfacer las necesidades que experimenta.
Sesiones cada semana
Las llamadas telefónicas y sesiones adicionales pueden conducir a dependencia
Etapas que atraviesa el cliente según:
La terapia centrada en el cliente resta énfasis al diagnóstico o evaluación o se los evita. La mayoría de los Rogerianos consideran que la evaluación formal no solo es necesaria sino que realmente es perjudicial. Según los principios centrados en el cliente, la evaluación coloca al psicólogo en un papel superior, de autoridad, que puede impedir el desarrollo de la autonomía y la autorrealización.
El abandono de la evaluación parece implicar que la terapia centrada en el cliente es tan poderosa y efectiva como método que funciona en todos los clientes, sin considerar sus problemas o las circunstancias particulares en las que se encuentran.
EL sí mismo fenomenológico aquella parte del campo fenomenológico que la persona experimenta como el “mí mismo”. Esta no es una experiencia objetiva.
La teoría fenomenológica afirma que el impuso humano básico consiste en conservar y aumentar el sí mismo fenomenológico.
En cierto sentido la autoestima se vuelve el origen de la conducta.
Los problemas fenomenológicos surgen cuando el sí mismo fenomenológico se ve amenazado
En la terapia centrada en el cliente supuestamente se efectúa tal liberación con lo cual se permite que las tendencias del clienta hacia la autorrealización obtengan preponderancia sobre los factores internalizados con anterioridad que restringieron la aceptación de la valía personal. Las 3 características del terapeuta que precipitan todo el proceso son:
1. Comprensión empática precisa
2. Aceptación positiva incondicional
3. Autenticidad o congruencia.
La persona verdaderamente adaptada es aquella que puede integrar todas las experiencias dentro del campo fenomenológico, no solamente las experiencias que son conscientes de manera inmediata con el autoconcepto.
Es la conciencia del ser y del propio funcionamiento, La estructura del sí mismo se forma a partir de las interpretaciones con el ambiente y en particular, con base en las evaluaciones de otros de la persona.
El sí mismo no es un patrón organizado, fluido y, además, consistente, de percepciones acerca de las características y relaciones del yo o mí mismo, junto con los valores vinculados a estas.
En el caso de la aceptación, esta es menos una técnica que una actitud generalizada. La creencia perdurable que el cliente es capaz de llegar a una solución satisfactoria para sus problemas vitales. La aceptación proporciona una atmosfera en la cual se pudiera hacer valer el potencial del cliente para el crecimiento y la autorrealización. Respondiendo a los sentimientos del cliente y después aceptándolos, el terapeuta proporciona un ambiente cálido que reduce al sentimiento de que se está obteniendo comprensión.