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LA OBRA DE LUCAS

HECHOS DE LOS APÓSTOLES Y El TERCER EVANGELIO

Autor y su comunidad, lugar y fecha de composición

Al abordar este tercer evangelio lo primero con que el lector se topa es que se trata de una obra en dos partes: el evangelio y los Hechos de los Apóstoles.

Ello puede constatarse leyendo los “prólogos” de ambas obras: Lc 1,1-4 y Hch 1,1-2

La semejanza y continuidad de ambos prólogos es evidente. Ambas obras están dirigidas a Teófilo, que probablemente era un cristiano que financió la publicación. En Hch, Lucas alude claramente al tercer evangelio.

El prólogo del evangelio nos proporciona valiosos elementos sobre lo que Lucas pretende hacer:

- En primer lugar señala que otros han emprendido la tarea de componer un relato sobre Jesús.

- La base de la obra lucana será el testimonio de los testigos oculares y servidores de la palabra. Lucas está confesando aquí que él no fue un discípulo de Jesús.

- El relato de Lucas se apoya en “fuentes”, sea orales o escritas.

- Pretende ser una composición sistemática (“escribírtelo ordenadamente”).

- Los hechos que se van a narrar constituyen un cumplimiento de lo anunciado en el AT. Esta afirmación presupone una mirada de fe.

- Pretende ser una defensa y profundización de la catequesis recibida (no sólo de Teófilo, sino de toda la comunidad).

Puede apreciarse aquí la tarea propia de un historiador (aunque pueda discutirse si Lucas fue un historiador profesional o no). Sin embargo, se trata tambien de una mirada creyente, como lo atestiguan los dos últimos puntos.

¿Qué otros datos podemos obtener del autor del evangelio de Lucas y de Hechos de los Apóstoles? Hay tres textos del NT que nos hablan de él: Col 4,14); Fil 23-24; (2 Tim 4:9-11

Lucas es, según estos textos, un acompañante de Pablo en algunas de sus misiones.

El “canon de Muratori”, un escrito cristiano de mediados del siglo II nos dice lo siguiente:

“El tercer evangelio es según san Lucas. Lucas es el médico que después de la ascensión fue llevado por Pablo como compañero de sus viajes y que escribió en su nombre y según su pensamiento. Sin embargo, no vio al Señor en persona, y por eso comienza su relato desde el nacimiento de Juan en adelante según la información que pudo obtener”

En cambio puede afirmarse con seguridad que el autor es:

- De la segunda generación cristiana, como se puede constatar en el prólogo (Lc1,14).

- De origen gentil, dada su ignorancia de la geografía de Palestina, y de los usos y costumbres del país.

Hay especialistas que ponen en duda la identificación del autor con Lucas basándose en dos argumentos:

- La ausencia, en los discursos que Hechos pone en boca de Pablo (y que son casi el 25% de los cc 13-28 de Hech), de los temas más específicos de la teología paulina: por ejemplo, la justificación, la fe, etc.

- Las diferencias, entre Pablo y nuestro autor, en cuanto a la noción de “Apostolado”: en efecto, mientras que Pablo reivindica con fuerza su carácter de “Apóstol” (ej., Rm 1,1; 1 Cor 9,1-2; 2 Cor 11,5; Gal 1,1.17), nuestro autor, al identificar a “los Apóstoles” con “los Doce”, excluye a Pablo.

LA OBRA DE LUCAS

San Ireneo, en su obra “Contra las herejías”, de fines del siglo II nos dice:

“También Lucas, el compañero de Pablo, escribió en un libro el evangelio, como él (Pablo) lo predicaba”.

Más adelante añade:

“El propio Lucas afirma con toda claridad que era inseparable de Pablo y que colaboraba con él en (la predicación de) el evangelio...”.

Respecto del carácter de “médico” de Lucas, el estilo y vocabulario de Lucas-Hechos no reflejan un interés o conocimiento del leguaje médico mayor que el de los escritores cultos de la época. Tampoco puede percibirse la presencia de ideas teológicas específicamente paulinas (crítica de la Ley, justificación de los injustos, el futuro de Israel, etc.).

Sin negar la fuerza de estos argumentos, pensamos que son más valederas las razones invocadas por quienes defienden la autoría de Lucas. Estas razones son tres:

- La importancia desmesurada que tiene la persona de Pablo en Hch (¡cuya conversión es narrada tres veces!).

- El hecho literario de que las características lucanas de vocabulario, sintaxis y estilo se dan con la mayor densidad en los “fragmentos-nosotros” (Wirstücke), es decir, en los trozos de Hch que están narrados en la primera persona del plural. Este hecho encuentra su explicación más obvia en que el autor de esos “fragmentos” (que no puede ser sino un compañero de viaje de Pablo), sea también el autor de toda la obra, dada la relativa uniformidad del vocabulario y estilo.

- El que Lucas sea un personaje irrelevante para el para el cristianismo primitivo y de la segunda generación cristiana.

Las razones invocadas para negar la autoría de Lucas se pueden refutar del siguiente modo:

- Los discursos paulinos de Hechos no pertenecen realmente a Pablo sino a Lucas. Como veremos, los discursos de Hechos expresan casi siempre el pensamiento del autor.

Esta realidad era común a los historiadores antiguos: las narraciones eran más o menos fieles, pero en los discursos el autor exponía su propio pensamiento.

- Es también verosímil que un compañero de viaje de Pablo ignorara sus cartas y no compartiera toda su teología. No debe exagerarse el carácter de colaborador de Lc pensando que lo habría acompañado todo el tiempo en que duró su apostolado; más bien, se tiende a pensar hoy que esta colaboración fue más bien breve.

Sobre la comunidad para la cual fue compuesto nuestro evangelio: lo único claro y cierto es que se trata de una comunidad cristiano-gentil, ya que en Lc se omiten sistemáticamente todas las controversias de Jesús con los fariseos sobre la Ley y se sustituyen términos judíos por griegos. Sobre suscaracterísticas hay mucha discusión y no se ve venir conclusiones seguras; sin embargo, se trata claramente de una comunidad consolidada propia de la segunda generación cristiana.

Dada la importancia que tiene Pablo en el conjunto de Hch podría pensarse como destinatario una o varias de las comunidades fundadas por el apóstol. Sin embargo, no se trata de una conclusión segura.

Los sumarios de Hechos concretan este estilo de vida en comunidad. Es posible que en ellos se mezcle la realidad de las comunidades de Lucas y el modelo hacia el que deben tender, pero en todo caso es significativo el espacio que se concede al culto en las reuiones de la comunidad. En Hch 2,42-47 se mencionan los siguientes elementos:

- La enseñanza de los apóstoles, a través de la cual se convoca y se edifica la Iglesia.

- La comunión, es decir, el gesto de compartir la mesa y los bienes.

- La fracción del pan, que originariamente era un rito de bendición de la mesa antes y después de las comidas y luego pasó a designar la eucaristía.

- Finalmente, se habla de las plegarias con que se termina la reunión.

Sobre la fecha de composición: lo único seguro es que tiene que haber sido compuesto después del año 70, por lo dicho más arriba (se trata de un autor de la segunda generación cristiana) y por contener Lc detalles sobre la caída de Jerusalén que sólo pudieron ser redactados después de los hechos: Lc 19,43-44:

COMPARANDO

Mc 13,14-16

Lc 21,20.24:

Mc 13,14-16 Lc 21,20.24:

“Mas cuando veáis

la abominación de la desolación124

que está donde no se debe

-el que lea comprenda-

entonces, los que estén en Judea,

huyan a los montes;

el que esté en el terrado,

no baje

ni entre

a tomar algo de su casa;

y el que esté en el campo,

no se vuelva hacia atrás

a tomar su manto”.

(20)”Mas cuando veáis

a Jerusalén rodeada de campamentos,

entonces sabed que está cerca

su desolación.

(24) Y caerán a filo de espada y serán llevados cautivos a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por las naciones hasta que se cumplan los tiempos de las naciones”.

- Hechos presenta una visión idealizada de la comunidad cristiana, sobre todo en los sumarios de la primera parte (Hch 2,42-47; 4,32-35 y 5,12-16). Algunas afirmaciones como en Hch 2,44, contrastan fuertemente con otros episodios que se narran en el mismo libro Hch 15,37-39. Y lo mismo podría decirse de los acontecimientos sucedidos en torno a la asamblea de Jerusalén (Hch 15,1-35).

- Las informaciones autobiográficas que se encuentran en las cartas auténticas de Pablo no coinciden exactamente con las que proporciona el libro de los Hechos. Es suficiente una comparación de Gal 1–2 con los pasajes paralelos de Hechos para comprobar esta afirmación.

Efectivamente, el libro de los Hechos es una verdadera mina de datos sobre la vida cotidiana de las comunidades cristianas en el siglo I. En él se encuentran recogidos los más diversos aspectos: el culto, la misión cristiana, detalles biográficos de algunos personajes, discursos, etc. Es de suponer que este relato refleje de algún modo el estilo de vida y preocupaciones de la comunidad “lucana”.

El problema está en saber hasta qué punto esto es así, pues si bien es verdad que el autor de Lucas-Hechos se impuso la tarea de reflejar lo más fielmente posible los acontecimientos acaecidos, no es menos cierto que su verdadera intención es la de robustecer la fe en la enseñanzas recibidas (Lc 1,1-4). La pregunta inicial, pues, es ésta: ¿hasta qué punto las informaciones de Hechos reflejan la vida de la comunidads lucana? Y la respuesta ha de ser matizada por dos observaciones:

Aclarado este punto, el principal objetivo de Lucas-Hechos es probar la inocencia del cristianismo y ganar para las comunidades cristianas un reconocimiento que les permita vivir pacíficamente el gozo de la nueva fe que han abrazado.

Para esta defensa el autor utiliza principalmente una argumentación de tipo jurídico, como puede observarse por la constante apelación a la ordenación legal del Imperio romano: Hch 22,25 y también 18,12; 25,16).

Además de estas observaciones de tipo literario, pueden aducirse otras que dejan entrever esta misma orientación. En primer lugar, relación de aceptación y sumisión al Estado, frente al cual trata de presentar la validez del cristianismo.

Además, el papel importante de las mujeres tanto en el evangelio como en Hechos refleja una pretención de diferenciarse de los ambientes judíos tradicionales. Y lo mismo su actitud de apertura y espíritu ecuménico, que pretender relacionar y unir a personas procedentes de diversas áreas culturales y con diversos puntos de vista: en la comunidad cristiana hay sitio para ricos y pobres, para judíos observantes y gentiles convertidos.

e) Y buscan vivir en fraternidad

¿Qué podemos saber sobre la organización y vida de la comunidad lucana? ¿Cómo eran y vivían estos cristianos? Hemos dicho que en Hechos resulta muy difícil distinguir entre lo que son datos de la vida real de esta comunidad y lo que es propuesta de Lucas como modelo al que ésta debe encaminarse. Con la cautela que este problema impone podemos decir algo sobre la vida de la comunidad de donde surgió la obra de Lucas-Hechos.

La comunidad de los discípulos está compuesta por aquellos que han escuchado la palabra de los apóstoles, se han convertido y se han hecho bautizar. Es la comunidad de los santos, los creyentes, los adherentes al camino y también la comunidad de los “hermanos” (Hch 1,15; 9,30; 10,23; etc.). Desde el principio la comunidad se reúne primero en el Templo (Lc 24,53; Hch 2,46) y después en las casas (Hch 5,42; 12,12; etc.), y este gesto expresa, mejor que ningún otro, su vivencia básica de la comunidad como preocupación de los unos por los otros. Para Lucas, la Iglesia es por sus dones y su forma de vida una fraternidad.

Características de la comunidad lucana

a) La información de Hechos de los Apóstoles

Al estudiar el contexto vital en que nacieron los evangelios de Marcos y Mateo contábamos sólo con los datos que proporcionan ambas obras.

En el caso de la obra lucana las noticias son mucho más abundantes, pues tenemos a nuestra disposición la enorme cantidad de información que se encuentra en el libro de los Hechos.

b) Una comunidad abierta a la cultura del Imperio Romano

En Lucas-Hechos existe una mayor sintonía con el mundo greco-romano que la que podemos encontrar en Mateo y Marcos.

El modo de escribir de Lucas, su uso de la lengua griega y de los recursos literarios revela una clara influencia de los modelos helenistas. Está familiarizado con el modo de escribir la historia y de componer discursos, propio de los escritores griegos.

Lo mismo puede decirse de la orientación que da al evangelio, tratando de escribir una biografía tal como se usaba en esa época y con una preocupación por insertar la historia de Jesús en la del Imperio romano que Marcos y Mateo se habían ahorrado (por ejemplo, Lc 3,1-2). El mismo trazado de la obra, que tiene como objetivo la llegada del mensaje a Roma, la capital del Imperio, apunta también en este sentido.

d) Que busca el reconocimiento del cristianismo por el Imperio

La comunidad lucana busca su puesto dentro del Imperio; trata de demostrar la inociencia de los cristianos y pretende conseguir un reconocimiento como “religión lícita” para la nueva fe.

Lo primero que tuvo que hacer fue poner de manifiesto las diferencias entre las comunidades judías y las cristianas. Los judíos eran un elemento incómodo y problemático dentro del Imperio y los paganos tendían a identificar a cristianos y judíos.

Por eso, en el libro de los Hechos, los judíos son presentados sistemáticamente como sembradores de agitación: primero en el relato de las misiones de Pablo y luego en su largo proceso ante las autoridades romanas. Esta imagen cuadraba muy bien con la idea que de los judíos se tenía en el Imperio: son sembradores de agitación incluso frente a la nueva religión, que en nada se parece a ellos en este aspecto.

En todos los juicios que tienen lugar en Hechos ante las autoridades romanas el veredicto unánime es el de “inocente”, y lo mismo puede observarse en el proceso de Jesús ante Pilatos, en donde Lucas ha modificado sus fuentes con el objeto de subrayar la inocencia de Jesús. La declaración de Pilatos ante los jefes de los sacerdotes y las autoridades del pueblo es, en realidad, la declaración de inocencia de la nueva religión hecha por la autoridad romana, por el Imperio: Lc 23,14-15.

Y lo mismo encontramos repetido en el proceso de Pablo:

Hch 26,31-32

Hay que vincular estos textos con la época de composición de Hechos en que hay que defender la nueva religión de las acusaciones insidiosas de los judíos y de los prejuicios de los ciudadanos poco informados para llegar a ser religión lícita dentro del Imperio.

Ahora bien: los judíos han rechazado a Jesús y han roto su vinculación con la historia salvífica. Aunque lo han hecho por ignorancia, el resultado es el mismo. ¿Qué cabe hacer en esta situación? La respuesta de Pedro al final del discurso de Pentecostés resume la postura que deben adoptar Hch 2,38-39.

Una invitación al arrepentimiento y a la conversión para entrar a formar parte del grupo de los discípulos, a través de los cuales continúa la historia de la salvación ahora.

c) Que se siente heredera de Israel

Para la comunidad lucana, la herencia de Israel continúa a través de la Iglesia cristiana.

La preocupación fundamental de aquella comunidad fue la de encontrar su puesto dentro del mundo greco-romano; sin embargo, no se olvidó de sus raíces y trató de responder a la pregunta que las comunidades de origen judío se habían planteado antes desde otro punto de vista: la de su relación con el judaísmo. La obra de Lucas es reflejo de esta reflexión y de los argumentos que se emplearon en ella.

Hay, en primer lugar, un reconocimiento del papel de Israel en la historia de la salvación. Así lo muestran las repetidas alusiones a textos y personajes del AT. Es especialmente significativa la presentación que hace de Juan Bautista en su “relato de la infancia”. Él representa el tiempo de la antigua alianza, y Lucas va poniendo en paralelo su infancia con la de Jesús para mostrar la superioridad de este último, que inaugura un nuevo período salvífico.

La historia de la salvación que había comenzado con el pueblo elegido continúa ahora en Jesús y después en el grupo de los discípulos. Este es el motivo por el que divide la historia en tres períodos y es el esquema de pensamiento de la mayor parte de los discursos de Hechos.

Independientemente de cómo haya que interpretar la “comunión de bienes”, lo cierto es que esta comunidad, que se reúne para el culto y la alabanza divina, vive un compromiso recíproco de sus miembros. Como hermanos, unos se sienten responsables de los otros.

Así, pues, en la comunidad todos son hermanos, todos forman una fraternidad abierta que acoge en su seno a todos: ricos y pobres, judíos y griegos, etc. sobre todos ha descendido el Espíritu Santo (Hch 2,1; 10,44ss). Y, sin embargo, si turbar este espíritu fraterno, dentro de ella se distinguen dos grupos de personas que han recibido un don y un encargo especiales: los carismáticos y los responsables de un ministerio.

De entre los miembros de la comunidad destacan individuos carismáticos que a veces reciben el nombre de profetas, como Agabo (Hch 11,27) o el grupo de Antioquía (Hch 13,1), Judas y Silas (Hch 15,32), y otras veces son simplemente individuos que se destacan por su actividad, impulsados por el Espíritu: Felipe (Hch 8,29.39), Bernabé (Hch 11,24), Apolo (Hch 18,25).

Junto a esta variedad de elementos carismáticos se encuentra una especie de “ministerio”. Todavía no se ha desarrollado mucho, y por eso el interés de Lucas por él no es grande. Son los “presbíteros” (Hch 11,30; 15,2.6.23; 16,4) que continúan el oficio apostólico, y junto con los apóstoles, forman una especie de consejo en la iglesia de Jerusalén. Son designados por los apóstoles (Hch 14,23), el Espíritu Santo los ha constituido inspectores (Hch 20,38) y tienen, junto con los apóstoles, poder de decisión en materia de doctrina y gobierno (Hch 15,1ss).

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