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Pero el plazo se estaba agotando y no tenía ningún boceto lo suficientemente bueno.
A la noche siguiente decidió hacerse el dormido y vio como unos duendes entraban a la habitación, terminaban la corona y volvían a las aguas del Tajo.
Navarro viajó a Madrid y entregó la
más maravillosa corona realizada
jamás con la que se coronó a Isabel II.
Enseguida empezó a trabajar ya que debía de hacer la mejor corona jamás hecha.
Una noche se quedó dormido y al despertar se encontró con un boceto perfecto y se puso a trabajar en él, dudoso de ser su autor.
Pero le faltaban materiales y el agotamiento hizo que se volviese a quedar dormido. Cuando despertó encontró las más bellas piedras preciosas.
José Navarro era un orfebre de Toledo que tenía mucha fama y un día María Cristina fue a Toledo a encargarle la corona para su hija, Isabel II.
Esta leyenda habla sobre un famoso orfebre toledano que vivía en esta casa y el milagro que en ella ocurrió.