- Recuperación de muchas enfermedades proporcionan una inmunidad natural contra ella.
- Podemos protegernos frente a enfermedades graves, mediante la inmunidad artificial. Esta puede adquirirse introduciendo en el cuerpo patógenos enteros, que han perdido su capacidad de provocar infección pero mantiene la capacidad de estimular la respuesta del sistema inmunitario. Este proceso se llama vacunación.
La primera vez que una persona se expone a un agente infeccioso existe un lapso, por lo común de varios días, antes de que se aprecie un aumento de anticuerpos y linfocitos.
Pero durante años a veces por toda la vida el sistema inmunitario "recuerda" a ese germen particular. En estas condiciones, esa persona es capaz de resistir la enfermedad infecciosa provocada por ese mismo germen y se dice que es inmune a ella.
Los antígenos: son organismos o moléculas, por ejemplo de la cubierta de un virus que son reconocidos por el sistema inmunitario y estimula su respuesta.
Los anticuerpos: son proteínas fabricadas por los linfocitos, glóbulos blancos que circulan con la sangre. Los anticuerpos se vierten al plasma sanguíneo donde se unen al antígenos particular para el que ha sido producido e inician su destrucción.
- Especificidad: Los linfocitos y anticuerpos producidos como respuesta a un antígeno solo sirven para ese antígeno.
- Diversidad: El sistema inmunitario es capaz de responder ante una gran variedad de moléculas, virus, bacterias...
- Distinción entre lo propio y lo extraño: El sistema inmunitario solo responde en condiciones normales ante moléculas o células extrañas.
- Memoria: Después de responder a un tipo particular de patógenos una vez, él sí recuerda ese patógeno y puede responder más rápido, y de forma más poderosa al mismo patógeno en el futuro.