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De las mil y una noches.
Llegó la noche de aquel día, y llegó Shariar (el zultan) como siempre a su ha´ren
, ahí como siempre esperaba Sherezada, esta vez vestido de rojo con un jarrón
cerca de ella.
Shariar le preguntó sobre el contenido de ese jarrón, y ella le respondió: en este
jarron hay un cuento.
Todo comenzó cuando el califa de Damasco escuchó sobre los jarrones que podían contener genios convertidos en humo negor.
El califa mando a uno de sus governadores en
busca de uno de ellos y el governador Muza le pidió a
su amigo el viejo jeque Abdossamad que lo acompañara.
Ambos fuerón y con ellos llebarón a unos pocos hombres
y dos mil camellos, mil cargados con agua y mil con viveres,
fué la carabana más grande que jamás se había visto.
Un día vierón una figura lejana a ellos, era un enorme jiinete dorado.
Se acercarón rápidamente a el y leiron la incripción: si a la ciudad de bronce
quieres llegar, gira al jinete y a la dirección que apunte su lanza debes llegar. Así lo
hicirón.
Andubieron durante días sin ver absolutamente nada,
hasta que un día vierón como un monton de cuervo volvaan
al rededor de algo que parecía un hombre. Al llegar con el se dieron
cuenta de que tenía alas y cuatro brazos... era un genio.
El genio les comenzó a ladrar pero después de unos minutos sus ladridos comenzarón a convertirse en palabras, que les contaban una historia.
Al fin vierón la ciudad y Muza subió a un monte para ver, pues sus enormes murallas de cobre no los dejaban ver desde la altura en la que estaban. Era la ciudad más opulenta que el jamás había visto.
Entrarón con una escarlera a la ciudad y vierón que todos eran estuas y...