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"Cada uno afile la lanza, prepare el escudo, dé el pasto a los corceles de pies ligeros a inspeccione el carro, apercibiéndose para la lucha; pues durante todo el día nos pondrá a prueba el horrendo Ares. Ni un breve descanso ha de haber siquiera, hasta que la noche obligue a los valientes guerreros a separarse. La correa del escudo que al combatiente cubre, sudará en torno del pecho; el brazo se fatigará con el manejo de la lanza, y también sudarán los corceles arrastrando los pulimentados carros. Y aquel que se quede voluntariamente en las corvas naves, lejos de la batalla, como yo lo vea, no se librará de los perros y de las aves de rapiña."
https://www.jotdown.es/2015/09/discursos-epicos-antes-de-la-batalla/
"La tragedia es imitación de una acción noble y determinada (...) la cual, por medio de la piedad y del miedo, termina con la purificación de las pasiones."
Aristóteles, Poética
http://cinemania.elmundo.es/noticias/20-discursos-de-cine-que-nos-levantan-la-moral/
"Primero procura buscarte aquello que quieres amar, soldado tú que ahora de nuevas te adentras en insólita guerra. La siguiente tarea es conquistar a una muchacha que te guste.La tercera es que dure el amor largo tiempo. (...)
También tú, que anhelas dar principio a un largo amor, aprende antes en qué sitio hay mayor abundancia de mujeres. (...) Tu caza está sobre todo en los curvos teatros: estos lugares son los más fructíferos para tus deseos. Allí encontrarás algo para amar, algo para tocar una sola vez y algo que quieras tener para siempre...Porque ellas vienen para contemplar, pero vienen también para que las vean a ellas; aquel lugar conlleva el quebranto del casto pudor. (...)
(...) Que tampoco se te pase por alto la carrera de caballos: el circo lleno de gente encierra muchos placeres.Siéntate cerca de tu dueña sin que nadie te lo impida. Arrima tu costado todo lo que puedas. También es una ventaja que, aunque no quieras, la fila obliga a arrimarse, y rozar a la muchacha por imposición del lugar.
(...) Pero no tengas a bien rizarte el cabello, ni depiles tus piernas con áspera piedra pómez. A los hombres les va bien una belleza descuidada;(...) a Hipólito lo amó Fedra aunque él no iba acicalado;(...). Los hombres han de agradar por la limpieza, pero deben curtirse en el Campo de Marte; tenga buen corte su toga, y no esté manchada. Que tu lengua no esté sucia, ni tus dientes tengan sarro; y no se pierda tu pie nadando en una sandalia floja. Que sean la cabellera y la barba cortadas por una mano diestra; que las uñas tampoco sobresalgan nada y estén sin mugre. Que no haya pelo alguno en los orificios de tu nariz ni un aliento maloliente salga de tu boca."
Ovidio, Ars Amatoria, libro I.
Cuando emprendas tu viaje a Itaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.
Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos nunca vistos antes.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes sensuales,
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender, a aprender de sus sabios.
Ten siempre a Ítaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Ítaca te enriquezca.
Ítaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.
Aunque la halles pobre, Ítaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Ítacas.
Carpe diem, El club de los poetas muertos
ODA XI: (A Leucónoe)
Tu ne quaesieris, scire nefas, quem mihi, quem tibi
finem di dederint, Leuconoe, nec Babylonios
temptaris numeros. Ut melius, quidquid erit, pati,
seu pluris hiemes seu tribuit Iuppiter ultimam,
quae nunc oppositis debilitat pumicibus mare
Tyrrenum: sapias, vina liques, et spatio brevi
spem longam reseces. Dum loquimur, fugerit invida
aetas: carpe diem, quam minimum credula postero.
No te hace falta —eres joven—
ni te está permitido —es sacrilegio—
explorar la frontera en que los dioses
detendrán, Leucónoe, tus días y los míos;
no consultes los cálculos babilonios.
Cuánto mejor afrontar lo que suceda,
ya si Júpiter te concedió muchos inviernos,
o sólo éste, en que el férvido Tirreno
desgasta la escollera.
Sé sabia, saborea los vinos
y ajusta tu esperanza desmedida
a la copa de la vida, que es pequeña.
M ientras hablamos, la edad huye celosa.
Goza el día, sin confiar lo más mínimo en el último.
Collige, virgo, rosas
Niña, arranca las rosas, no esperes a mañana.
Córtalas a destajo, desaforadamente,
sin pararte a pensar si son malas o buenas.
Que no quede ni una. Púlete los rosales
que encuentres a tu paso y deja las espinas
para tus compañeras de colegio. Disfruta
de la luz y del oro mientras puedas y rinde
tu belleza a ese dios rechoncho y melancólico
que va por los jardines instilando veneno.
Goza labios y lengua, machácate de gusto
con quien se deje y no permitas que el otoño
te pille con la piel reseca y sin un hombre
(por lo menos) comiéndote las hechuras del alma.
Y que la negra muerte te quite lo bailado.
Luis Alberto de Cuenca