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Transcript

Historia de una escalera - Antonio Buero Vallejo

1947-1948 Premio Lope de Vega

Teatro Español de Madrid la noche del 14 de octubre de 1949

Teatro de posguerra

Censura

Temas existencialistas y sociales

Realista

Preocupaciones profundas

Crítica social

Tres actos y 30 años en una escalera y un edificio de vecinos

Tres generaciones de familias de clase baja y pobres

Teatro dramático

antonio Buero Vallejo

Guadalajara (1916-2000)

Guerra

Destinos entrecruzados, ilusiones, fracasos, esperanzas, desalientos paso del tiempo y la frustración social

Padre y hermano

Militares profesionales

Cárcel con Miguel Hernández

Republicano

Éxito

Condenado a muerte

Presentó su obra Historia de una escalera al premio Lope de Vega

Cine (1950)

Teatro Español

Hecho decisivo

Aparición de un nuevo teatro

La tejedora de sueños

Preocupaciones profundas

Las Meninas

conclusiones

Traslada una visión realista de la vida española de la primera mitad del siglo, a través de la amargura y el sufrimiento.

Contexto histórico - primera mitad del siglo XX

Época de posguerra

Guerra Civil Española (1936-1939)

Dictadura militar totalitaria

Franquismo

Pensamiento único

Edad de Plata

Control de todos los sectores

Censura

Aislamiento internacional

Política autárquica

Malas condiciones de vida

Exilio

Pérdida de derechos

Precios elevados

Consecuencias

Se produce la crítica social, denunciando

los males de la sociedad : injusticia, insolidaridad, incomprensión...

Hambre, pobreza

Situación decadente

Mediante tres generaciones, Antonio Buero Vallejo alterna la desilusión y el fracaso, en un proceso cíclico, que finaliza con la posibilidad, en la lejanía, de salir de dicho ciclo hacia un futuro próspero.

1919

1949

1929

Acto III

Acto I

Época de posguerra

Acto II

Mala situación económica

Crisis de la Restauración

Modernizar

Escalera de dos tramos.

10 años más tarde

Situación decadente

Pobreza disfrazada

Tensión política entre Alfonso XIII y Primo de Rivera

Barandilla muy pobre.

Intentos modernizadores

Protagonistas envejecidos.

Ventana con cristales romboidales coloreados

Rellano inferior con una polvorienta bombilla enrejada.

Debilitamiento progresivo

Jóvenes del acto anterior con hijos

Pérdida de dinero

QUINTO

Placa de metal en la pared del segundo rellano

Conflictividad social

Decadencia

Ninguno ha conseguido sus metas

Ventana lateral del casinillo sucia

Puertas con timbre eléctrico y paredes blanqueadas

Deterioro

Los personajes visten trajes antiguos, en mal estado

El aspecto de la escalera más deteriorado

Posibilidad de un mejor futuro

Decaimiento progresivo del país

Misma situación que hace 10 años

La mayoría de los personajes mayores han muerto

Puertas sin timbre

Intentos de mejorar la situación

Sustituidos por una nueva generación

Ventanas sin lavar

Lugar lúgubre, sucio y descuidado.

Los demás son «casi viejos»

decaimiento progresivo del país

deterioro

decadencia

Cobrador.— La luz. Dos pesetas. (Le tiende el recibo. La puerta III se abre y aparece Paca, mujer de unos cincuenta años, gorda y de ademanes desenvueltos. El Cobrador repite, tendiéndole el recibo.) La luz. Cuatro diez.

Generosa.—(Mirando el recibo.) ¡Dios mío! ¡Cada vez más caro! No sé cómo vamos a poder vivir.

[...]Paca y Generosa han encanecido mucho. Trini es ya una mujer madura, aunque airosa. Carmina conserva todavía su belleza: una belleza que empieza a marchitarse.[...]

Paca.— Un sacaperras. Para sacar permisos, certificados...¡Negocios! Bueno, y me voy, que se hace tarde. (Inicia la marcha y se detiene.) ¿Y el señor Gregorio, cómo va?

Generosa.— Muy disgustado, el pobre. Como lo retiran por la edad... Y es lo que él dice: «¿De qué sirve que un hombre se deje los huesos durante cincuenta años conduciendo un tranvía, si luego le ponen en la calle?». Y el retiro es una miseria, Paca. Ya lo sabe usted. ¡Qué vida, Dios mío! No sé cómo vamos a salir adelante. Y mi Pepe, que no ayuda nada...

(La madre se apoya, agotada, en el pasamanos.)

Urbano.— ¿Te cansas?

Carmina.— Un poco.

Urbano.— Un esfuerzo. Ya no queda nada. (A la hija, dándole la llave.) Toma, ve abriendo. (Mientras la muchacha sube y entra, dejando la puerta entornada.) ¿Te duele el corazón?

Carmina.— Un poquillo...

Urbano.— ¡Dichoso corazón!

Manolín.— ¿No traéis nada?

Fernando.— Ya ves que no.

Manolín.— ¿Los traerán ahora?

Elvira.— ¿El qué?

Manolín.— ¡Los pasteles!

Fernando.— ¿Pasteles? No, hijo. Están muy caros.

Manolín.— ¡Pero, papá! ¡Hoy es mi cumpleaños!

Fernando.— Sí, hijo. Ya lo sé.

Elvira.— Y te guardamos una sorpresa.

Fernando.— Pero pasteles no pueden ser.

Trini.— (A su padre, que se recuesta en la barandilla, pensativo.) ¿No entra, padre?

Señor Juan.— No, hija. ¿Para qué? Ya he visto arrancar muchos coches fúnebres en esta vida. (Pausa.) ¿Te acuerdas del de doña Asunción? Fue un entierro de primera, con caja de terciopelo...

Trini.— Dicen que lo pagó don Manuel.

Señor Juan.— Es muy posible. Aunque el entierro de don Manuel fue menos lujoso.

Trini.— Es que ése lo pagaron los hijos.

Señor Juan.— Claro. (Pausa.) Y ahora, Gregorio. No sé cómo ha podido durar estos diez años. Desde la jubilación no levantó cabeza. (Pausa.) ¡A todos nos llegará la hora!

Trini.— (Juntándosele.) ¡Padre, no diga eso!

Doña Asunción.— ¿Te ha pasado algo en la papelería?

Fernando.— No.

Doña Asunción.— ¿Por qué no has ido hoy?

Fernando.— Porque no.

Fernando.— ¿Yo un vago?

Urbano.— Sí. ¿Dónde han ido a parar tus proyectos de trabajo? No has sabido hacer más que mirar por encima del hombro a los demás. ¡Pero no te has emancipado, no te has libertado! (Pegando en el pasamanos.) ¡Sigues amarrado a esta escalera, como yo, como todos!

Fernando.— Sí, como tú. También tú ibas a llegar muy lejos con el sindicato y la solidaridad. (Irónico.) Ibais a arreglar las cosas para todos... Hasta para mí.

Urbano.— ¡Sí! ¡Hasta para los zánganos y cobardes como tú!

Rosa.— ¿Y a ti qué te importa? ¿Me meto yo en tus asuntos? ¿Me meto en si rondas a Fulanita o te soplan a Menganita? Más vale cargar con Pepe que querer cargar con quien no quiere nadie...

Urbano.— ¡Rosa!

(Se abre el III y sale el Señor Juan,enloquecido.)

Señor Juan.— ¡Callad! ¡Callad ya! ¡Me vais a matar! Sí, me moriré. ¡Me moriré, como Gregorio!

Trini.— (Se abalanza a hacia él, gritando.) ¡Padre, no!

Señor Juan.—(Apartándola.) ¡Déjame! (A Pepe.) ¿Por qué no te la llevaste a otra casa? ¡Teníais que quedaros aquí para acabar de amargarnos la vida!

Fernando.— No es eso, Urbano. ¡Es que le tengo miedo al tiempo! Es lo que más me hace sufrir. Ver cómo pasan los días, y los años..., sin que nada cambie. [...] de vecinos que murmuran de nosotros y de quienes murmuramos... Buscando mil recursos y soportando humillaciones para poder pagar la casa, la luz... y las patatas. (Pausa.) [...]¡sería terrible seguir así! Subiendo y bajando la escalera, [...] que no conduce a ningún sitio; haciendo trampas en el Contador, aborreciendo el trabajo...perdiendo día tras día... [...]

causas del fracaso del sindicato y lo que tal fracaso entrañaba. (urbano)

Intentos de mejorar la situación

Posibilidad de un mejor futuro

misma situación que hace 10 años

bibliografía

Fernando.— Puedes reírte. Pero te aseguro que no sé cómo aguanto. (Breve pausa.) En fin, ¡para qué hablar! ¿Qué hay por tu fábrica?

Urbano.— ¡Muchas cosas! Desde la última huelga de metalúrgicos la gente se sindica a toda prisa. A ver cuándo nos imitáis los dependientes.

[...]Todos siguen pobremente vestidos, aunque con trajes más modernos.[...]

Joven.— Bastante bien. Saco casi otro sueldo. No me puedo quejar. ¿Y usted?

Señor.— Marchando. Sólo necesitaría que alguno de estos vecinos antiguos se mudase, para ocupar un exterior. Después de desinfectarlo y pintarlo, podría recibir gente

[...]

Señor.— Únicamente la falta de ascensor.

Joven.— Ya lo pondrán. (Pausa breve.) ¿Ha visto los nuevos modelos de automóvil?

Señor.— Son magníficos.

Joven.— ¡Magníficos! Se habrá fijado en que la carrocería es completamente...

Elvira.— [...] Tú ibas a ser aparejador, ingeniero, y hasta diputado. ¡Je! Ese era el cuento que colocabas a todas. ¡Tonta de mí, que también te hice caso! Si hubiera sabido lo que me llevaba [...]

http://img.rtve.es/imagenes/antonio-buero-vallejo-premio-cervantes-1986/1413879062628.jpg.

Fernando.— (Abrazándola por el talle.) Carmina, desde mañana voy a trabajar de firme por ti. Quiero salir de esta pobreza, de este sucio ambiente. Salir y sacarte a ti. Dejar para siempre los chismorreos, las broncas entre vecinos... Acabar con la angustia del dinero escaso, de los favores que abochornan como una bofetada, [...]

Carmina.— (Reprensiva.) ¡Fernando!

Fernando.— Sí. Acabar con todo esto. ¡Ayúdame tú! Escucha: voy a estudiar mucho, ¿sabes? Mucho. Primero me haré delineante. ¡Eso es fácil! En un año...Como para entonces ya ganaré bastante, estudiaré para aparejador. Tres años. Dentro de cuatro años seré un aparejador solicitado por todos los arquitectos. Ganaré mucho dinero. Por entonces tú serás ya mi mujercita, y viviremos en otro barrio, en un pisito limpio y tranquilo. Yo seguiré estudiando. ¿Quién sabe? Puede que para entonces me haga ingeniero. Y como una cosa no es incompatible con la otra, publicaré un libro de poesías, un libro que tendrá mucho éxito...

Carmina.— (Que le ha escuchado extasiada.) ¡Qué felices seremos!

Fernando.— ¡Carmina!

Urbano.— ¿Puedo preguntarte...¿qué vais a hacer ahora?

Carmina.— No lo sé... Coseremos.

Urbano.— ¿Podréis salir adelante?

Carmina.— No lo sé.

Urbano.— La pensión de tu padre no era mucho, pero sin ella...

Carmina.— Calla, por favor.

Urbano.— Dispensa...He hecho mal en recordártelo.

http://www.cervantes.es/bibliotecas_documentacion_espanol/biografias/burdeos_antonio_buero_vallejo.htm

Carmina, Hija.— ¡Fernando!

(Fernando, el padre, que sube la escalera, se detiene, estupefacto, al entrar en escena.)

Fernando, Hijo.— Sí, Carmina. Aquí sólo hay brutalidad e incomprensión para nosotros. Escúchame. Si tu cariño no me falta, emprenderé muchas cosas. Primero me haré aparejador. ¡No es difícil! En unos años me haré un buen aparejador. Ganaré mucho dinero y me solicitarán todas las empresas constructoras. Para entonces ya estaremos casados... Tendremos nuestro hogar, alegre y limpio..., lejos de aquí. Pero no dejaré de estudiar por eso. ¡No, no, Carmina! Entonces me haré ingeniero. Seré el mejor ingeniero del país y tú serás mi adorada mujercita...

Carmina, Hija.— ¡Fernando! ¡Qué felicidad!... ¡Qué felicidad!

(Se contemplan extasiados, próximos a besarse. Los padres se miran y vuelven a observarlos. Se miran de nuevo, largamente. Sus miradas, cargadas de una infinita melancolía, se cruzan sobre el hueco de la escalera sin rozar el grupo ilusionado de los hijos.)

http://html.rincondelvago.com/000669540.png.

http://aulavirtual3.educa.madrid.org/ies.rosachacel.colmenarviejo/pluginfile.php/1244/mod_resource/content/1/Historia-de-Una-Escalera.pdf

http://aulavirtual3.educa.madrid.org/ies.rosachacel.colmenarviejo/pluginfile.php/1243/mod_resource/content/1/ESTUDIO%20DE%20HISTORIA%20DE%20UNA%20ESCALERA.pdf

Anna Emilia Galli 2º E

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