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MEGUILOT
Origen del nombre
La construcción "Cantar de los Cantares" tiene valor superlativo, análogo al de otras expresiones como "Rey de reyes" (Ez 26,7; Dn 2, 37), "Libro de los libros", "Santo de los santos" o Sábado de sábados. Este honroso tratamiento implica reputarlo "El Cantar por excelencia", superior a todos los demás y el singular y el excelso entre los de su misma textura. El nombre, concretamente, dimana del capítulo 1 versículo 1 ("La canción superlativa que es de Salomón") "la canción de las canciones".
Colocación
En la Biblia hebrea encabeza los libros llamados megillot y se ubica entre Rut y Eclesiastés. En la Biblia cristiana protestante se encuentra ubicado entre los libros de Eclesiastés e Isaías. En la Biblia cristiana católica se encuentra entre Eclesiastés y Sabiduría.
Autor y fecha
La introducción a este libro señala a Salomón como autor del libro, y así lo han considerado tradicionalmente las religiones judía y cristiana. Sin embargo, esta atribución supone que la obra debió componerse en el siglo X a.C., lo cual se considera inverosímil, pues, como señala el arqueólogo Israel Finkelstein, los cinco primeros libros de La Biblia no se compusieron hasta el siglo VII a.C.
La atribución a Salomón es, pues, ficticia, pues la cultura hebreo-bíblica no surge hasta el cautiverio hebreo en Babilonia. El hebreo empleado en el texto es, además, obviamente tardío y contiene algunos arameísmos e incluso influencias del griego, lo que sugiere que cuando se compuso ya estaba escrita la Septuaginta. Por todos esos motivos filológicos y por la simbología de la obra Ricciotti sitúa la redacción en el siglo IV a.C.
El Tanaj hebreo ubica este libro en los Ketuvim ("escritos"). Sin embargo, las versiones griega y latina las colocan a continuación de Jeremías, a quien se atribuye su composición.
El nombre hebreo del libro es ekah. Más tarde, la literatura rabínica lo llamó qinot, que los LXX tradujeron como Trenos y la Vulgata por "Lamentaciones".
Autor[editar]
Tanto la tradición judía como la cristiana atribuyen el libro a la pluma de Jeremías, apoyando sus afirmaciones en el hecho de que el contenido de los poemas corresponden a la época en que vivió el profeta. En la Septuaginta1 y en la versión de Torres Amat se relata que fue éste profeta quien pronunció esas palabras al contemplar a Jerusalén devastada:
“Después que Israel fue llevado cautivo y quedo Jerusalén desierta, estaba sentado el profeta Jeremías llorando, y endechó sobre Jerusalén con la siguiente lamentación, y suspirando con amargura de animo y dando alaridos, dijo:”2
Sin embargo, no hay prueba alguna de la autoría de Jeremías. El único indicio es una sola frase en II Crónicas: "Jeremías compuso una lamentación sobre Yosiyahu".3 A pesar de que en efecto el libro se escribió en forma inmediata a los hechos, es difícil certificar la atribución.
El primer problema es que Jeremías no parece un hombre inclinado a géneros tan complicados y difíciles como los poemas de lamentación; por otra parte, no formaba parte del partido proegipcio (el libro implora la ayuda del faraón),4 ni se alegró por la muerte de Sedecías (el libro la celebra),5 ni, por cierto, testimoniaría en contra de la verdad de las profecías (era él mismo un profeta).6
Las teorías actuales sostienen que las Lamentaciones se escribieron en Jerusalén luego de la catástrofe de 587 a. C., pero no por la misma mano ni al mismo tiempo. Los autores verdaderos fueron obviamente judíos piadosos y versados en la Ley, y, con toda probabilidad, eran sacerdotes que conocían perfectamente el Libro de Jeremías. El capítulo 1 puede ser tan antiguo como de 597 a. C.
Por lo tanto, es difícil que las manifestaciones del Talmud, los LXX y el Tárgum en el sentido de que Jeremías escribió el texto puedan mantenerse. Las tres fuentes no hacen en realidad nada más que repetir la atribución de 2 Crónicas 35:25.
Seguir a la antigua fuente solucionaba el problema de atribución con autoridad bíblica pero hoy se sabe que no corresponde a la autoridad.7
Época[editar]
Salvo el capítulo 1, las Lamentaciones fueron escritas en Jerusalén en fecha posterior a la caída de la ciudad en manos de los caldeos y deben haber servido para las ceremonias religiosas que persistieron en el templo luego del Exilio.8