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Al contemplar Dante la Rosa Blanca que revela la verdadera forma de todo lo que ha visto antes en el Paraíso, el crescendo hacía la visión final sigue un estricto principio estructural de la complementariedad relacional que situa a Dante para su iniciación en el misterio triniatario.
Se produce aquí la necesaria partida de Beatriz. Con una economia sucinta brillantemente poética, de la que él muestra su maestría en su examen final. Su despedia expresa la simple, verdad gloriosa de lo que ellos han sido el uno para el otro.
El objetivo de esta lección es mostrar la visión del misterio divino que Dante nos ofrece con la metáfora de la Rosa Blanca.
La visión de Dante
La Vision de Dante
La esencia de la visión de Dante es que está rosa está formada por muchos pétalos, cada pétalo es una cara, y en cada cara se refleja una sonrisa.
¿Como los seres pueden ser plenamente felices y al mismo tiempo ser únicos en su identidad?
<<Bajo la forma de candida rosa
se me mostraba la milicia santa
que Cristo, con su sangre, hizo su esposa; >>
Paríso XXXI 1-3
Si la barbara gente, que nos llega
de la tierra que Helice esta cubriendo
mientras con su hijo amado giros juega, 33
a Roma y a sus arduas obras viendo,
quedo asombrada, cuando a lo mundano
eminente Letrán estaba siendo,
yo, que hasta lo divino de lo humano,
a lo eterno del tiempo había ido,
y de Florencia al pueblo justo y sano, 39
¡de que estupor debía estar transido!
Cierto que entre el y el gozo me gustaba
no escuchar y seguir enmudecido. 42
Paraíso XXXI 31-42
¿Cómo podría yo ni siquiera imaginar esto que me está pasando a mi?
Cierto que entre él y el gozo me gustaba
no escuchar y seguir enmudecido.
Paraíso XXXI 43-44
“Y como peregrino que gozaba
del templo de sus votos, observando,
y contar lo que ha visto deseaba, 45
allá, por la luz viva paseando,
m is ojos por los gozos discurrían,
ya arriba o hacia abajo circulando.
Vi muchos rostros que al amor movían,
de su sonrisa y de otras con el viso;
y sus actos honestos parecian. 51
Paraíso XXXI 43-51
<<Yo al cielo fui que más su luz reviste>> (Paraíso I, 4)
de su sonrisa y de otras con el viso;"
La Rosa Blanca
Es el verdadero hogar de todos los bienaventurados que estan junto con Dios en el Empíreo, un paraíso de luz pura más allá del tiempo y el espacio.
Dante ve a los benditos dispuestas sistemáticamente en una inmensa rosa blanca: como un holograma, una imagen tridimensional, la rosa se forma a partir de un rayo de luz reflejada de la superficie exterior del Primum Mobile (Paraíso XXX,106-117).
La reina de esta rosa blanca es la Virgen María, tradicionalmente representado a sí misma como una rosa (véase Par . 23,73-4)
Esta rosa celeste recuerda grandes rosetones de las catedrales góticas, muchos de los cuales están dedicados a María. La imagen de la rosa, a menudo de color rojo, también se utiliza para representar a Cristo o, en otros contextos, el amor terreno.
La rosa blanca está estructurado simétricamente según varios criterios, incluyendo la creencia, edad y género.
La mitad de la rosa, ya está lleno, sostiene aquellos que, según la tradición cristiana, creyeron en la venida de Cristo (Los benditos del Antiguo Testamento (Biblia Hebrea)
La otra mitad, con sólo unos pocos asientos desocupados, todavía contiene los que creen en Cristo pero todavía no han muerto (los cristianos guardados).
Dos filas de género marcan esta división de la rosa en dos mitades:
En la fila de abajo María se encuentran junto las mujeres de la Biblia Hebrea (Eva, Raquel , Sara, Rebeca, Judith, Ruth, y otras no identificados); Beatrice está sentado al lado de Rachel, en la tercera fila de la parte superior
Frente a María, Juan Bautista encabeza una fila de hombres que contienen Francisco, Benito , Agustín y otros padres cristianos. María está flanqueada por Adán (el primer hombre) y Moisés, por un lado, y Pedro (primer papa) y Juan el Evangelista en el otro.
Juan Bautista está flanqueado por Lucía en un lado y Ana, la madre de María, por el otro.
Mientras que sólo los adultos están sentados en la parte superior de la rosa, por debajo de una cierta línea de la rosa contiene las almas de los niños benditos,
Dado que las leyes físicas no son aplicables en el Empíreo, la capacidad de Dante para ver estas cifras no se ve disminuida por la distancia ( Paraíso XXX,118 a 123; XXXI,76-78)
-Anna María Chiavacci Leonardi
"La forma general del paraíso
fue toda por mis ojos recorrida
sin detenerse en un lugar preciso;
y me volvi con ansia reencendida
a saber, por mi dama, de las cosas
de que mi mente estaba suspendida.
Uno entendio, mas de otro eran las glosas:
creo ver a Beatriz, y un viejo viene
vestido cual las gentes gloriosas.
En los ojos y el rostro un brillo tiene
de benigna leticia, y es tan pio
como al mas tierno padre le conviene.
como al mas tierno padre le conviene.
<<¿Donde esta ella?>> pregunte sombrio;
y e l :<<Para que termine tu deseo
me movió Beatriz del lugar mio;
mira hacia el tercer giro de esta seo,
desde su cima, y la veras sentada
sobre el trono que obtuvo por trofeo>>
Sin responder, alce yo la mirada
y vi que ella se hacia una corona
de eterna luz por ella reflejada."
Paraíso XXXI 52-72
<<De la mas alta tronadora zona.
ojo alguno mortal tanto no dista,
ni aun si al fondo marino se abandona,
cuanto Beatriz, arriba, de mi vista;
mas no importaba, pues su efigie bella
no me llegaba con el medio mista.>>
Paraíso XXXI 73-78
“<<Dama en quien mi esperanza alta destella,
y que por mi salud has soportado
en los infiernos imprimir tu huella,
en tantas cosas que se me han mostrado
veo que tu poder y tu bondad
la virtud y la gracia me han prestado. 84
Yo era siervo y me has dado libertad
por cuanta via y modo vio tu ciencia
que tenias de hacerlo potestad. 87
En mi custodia tu magnificencia,
y mi alma se desnude, por ti sana,
del cuerpo con tu santa complacencia>>. 90
Así rece; y aquella que lejana
parecía, riéndose miróme;
y se volvió hacia la eterna fontana.”
Paraíso XXXI 79-93
San Bernardo
La forma general del paraíso
fue toda por mis ojos recorrida
sin detenerse en un lugar preciso;
y me volví con ansia reencendida
a saber, por mi dama, de las cosas
de que mi mente estaba suspendida.
Uno entendió, mas de otro eran las glosas:
creo ver a Beatriz, y un viejo viene
vestido cual las gentes gloriosas.
En los ojos y el rostro un brillo tiene
de benigna leticia, y es tan pío
como al más tierno padre le conviene.
Paraíso XXXI 52-62
Charles Singleton
Comentarios
(II)
Mas no quiero que dudes: ten por cierto
que recibir la gracia es meritorio
según el propio afecto le es abierto. 66
Ya en torno puedes de este consistorio
contemplar claramente, si se enciende
en ti mi explicación, sin adjutorio. 69
Paraíso XXXI 64-69
-Hellen Luke
Sin responder, alcé yo la mirada
y vi que ella se hacía una corona
de eterna luz por ella reflejada.
De la más alta tronadora zona.
ojo alguno mortal tanto no dista,
ni aun si al fondo marino se abandona,
cuanto Beatriz, arriba, de mi vista;
mas no importaba, pues su efigie bella
no me llegaba con el medio mista.
«Dama en quien mi esperanza alta destella,
y que por mi salud has soportado
en los infiernos imprimir tu huella,
en tantas cosas que se me han mostrado
veo que tu poder y tu bondad
la virtud y la gracia me han prestado. 84
Yo era siervo y me has dado libertad
por cuanta vía y modo vio tu ciencia
que tenías de hacerlo potestad. 87
En mí custodia tu magnificencia,
y mi alma se desnude, por ti sana,
del cuerpo con tu santa complacencia». 90
Así recé; y aquella que lejana
parecía, riéndose miróme;
y se volvió hacia la eterna fontana. 93
Paraíso XXXI 70-93
-Helen Luke
«Para que acabes», el anciano hablóme,
«perfectamente ahora tu camino,
a lo que un ruego, y santo amor, movióme, 96
este jardín contempla peregrino;
que, al verlo, de tu vista ha de ir el dardo
más afilado hacia el fulgor divino. 99
Y la reina del cielo, en la que ardo
de amor, ha de otorgarnos toda gracia,
porque yo mismo soy su fiel Bernardo». 102
Paraíso XXXI 94-102
Comentarios
(V)
Como aquel que quizás desde Croacia
viene a mirar la Verónica nuestra
y del deseo antiguo no se sacia,
Paraíso XXXI 103-105
mientras va acá y allá la luz menguando, 126
así aquella pacífica oriflama
en el centro se aviva, y se reparte
su luz acá y allá con lenta llama. 129
De plumas esparcidas, vi en la parte
central más de mil ángeles y, tantos
como eran, con distinto brillo y arte. 132
Y allí vi que a sus juegos y a sus cantos
reía una beldad; y ella leticia
era en los ojos de los otros santos. 135
Si tuviese al decir tanta pericia
cuanto al imaginar, no intentaría
lo mínimo expresar de su delicia.
Bernardo, que a mis ojos ya veía
del cálido calor de ella pendientes,
con tanto amor los suyos le volvía
que tornó a mis miradas más ardientes. 142
Paraíso XXXI 106-142
«Oh Señor Jesucristo, Dios veraz,
¿era como la veo la faz vuestra?»; 108
tal era yo mirando a la vivaz
caridad del que en este bajo mundo,
contemplando, gustó de aquella paz. 1 1 1
«Hijo de gracia, este vivir jocundo»,
él comenzó, «será para ti ignoto
si abajo pones tu mirar profundo; 114
levántalo hacia el cerco más remoto
hasta a la reina descubrir divina
de que este reino es súbdito y devoto». 117
Lo elevé; y como a la hora matutina
el horizonte que se ve al oriente
supera a aquel en el que el sol declina, 120
así, como del valle al monte ingente
se mira, vi a una parte superando
con su fulgor al resto de aquel frente. 123
Y como el sitio en que se está esperando
al timón que usó mal Faetón, se inflama,