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UN TESORO
"Llevamos este tesoro en vasijas de barro para que aparezca
que la extraordinaria grandeza del poder es de Dios y que
no viene de nosotros" 2Cor.4,7
Reflexiones psicológico –espirituales sobre los votos.
Por Sor Joyce ridik s.s.c.
Implicar la necesidad de tomar en consideración los elementos teológico-espirituales juntamente con los psicológicos y antropológicos.
Este escrito sobre los votos quiere simplemente ser un intento para, aplicar los principios de la espiritualidad y de la teología a los elementos dinámicos de la psicología de la persona.
Los religiosos buscan ser transformados en aquello que aman...
La finalidad de todo cristiano, y de modo particular la de todo religioso, es la de transformarse en Cristo participando de Su vida, ser testimonio de la Encarnación de modo tan radical que logre hacer tan transparente el vaso de arcilla que pueda manifestarse el «tesoro» escondido en él.
1. Introducción
2. Pobreza "Señor no soy digno"
3. Castidad, "Este es mi cuerpo ofrecido en sacri...
4. Voto de obediencia "Hágase tu voluntad"
5. Conclusión
"Señor no soy digno".
Teológicamente es una consagración del cuerpo, de los bienes y de la voluntad como expresión de nuestra presencia ante Dios y de nuestra presencia en y ante el mundo, un «compartir la pobreza de Cristo, que de rico que era se hizo pobre por nuestra salvación, para enriquecernos a todos con su pobreza.
Es don intocable; una actitud que nace de
una relación entre dos personas que se aman, de ahí surge en nosotros la conciencia de pertenecer
a Cristo ,o sea una actitud interior (La entrega).
Se sigue por lo demás que la pobreza no es privación de bienes materiales, de personas o de interacciones sociales. La pobreza
es una integración, una liberación y una revelación.
NIVEL PSICOFISIOLOGICO
La necesidad de cosas está implícita en nuestra vida fisiológica Tenemos necesidad de cosas integradas y ordenadas para la vida, para la estabilidad, para poder madurar de manera efectiva.
NIVEL PSICOSOCIAL
Se aprende a valorar a las personas.
Somos seres sociales y esto lleva consigo una cierta pobreza.
ESPIRITUAL-RACIONAL:
Empezamos a encontrar dentro de nosotros la capacidad de discernir un nuevo, más profundo y sobrenatural sentido de la pobreza.
Elegir la pobreza como ideal, como un valor que tiene relación con el absoluto: Dios.
La pobreza intrínseca de nuestra limitación y dependencia resulta evidente
Nuestro modo de usar los bienes materiales asume en consecuencia nuevas finalidades y perspectivas; tratamos de usarlos prudentemente, no simplemente para nuestro crecimiento y supervivencia (primer nivel), no sólo para comunicar, para la interacción con los demás (segundo nivel), sino también a tercer nivel, como medios para encontrar el amor de Cristo y entregarnos a El nosotros mismos, a través del don de cosas y de personas
Ser pobre debería, derivarse de la interiorización: Usamos los bienes de modo que manifiesten a los demás la verdad de que todas las cosas pertenecen a Cristo y en Él encuentran su sentido.
Tenemos necesidad impulsiva de procurarnos cosas; nos apegamos de manera exclusiva a los bienes que poseemos.
Vemos una sola dimensión de su sentido: por ejemplo, el interés personal o la supervivencia.
Se llega hasta hacer del egoísmo una virtud: «Podría tener necesidad de esto..., va contra la pobreza tirarlo.»
Cristo no se identificó, respecto de las cosas, personas y situaciones. Valoró las cosas, las personas, a sí mismo, como posibilidades para integrar todos los niveles de su humanidad al servicio de la manifestación de la voluntad y del amor de un Padre generoso.
Posesión de los demás, usarlos como si fueran cosas, o complacer a otros por una recompensa o retribución.
Expresiones como : “no nos tomaron en cuenta..” Demuestran con estas palabras las inseguridades y temores de ser rechazados.
El deseo de posesión se ha transferido del campo de las cosas al de las personas.
Se debe buscar una justa valoración de los demás, porque sentimos en ellos la presencia de Cristo.
Sólo mediante la entrega a Cristo una persona puede descubrir dentro de sí la capacidad que tiene de enriquecer a los demás y de ser verdaderamente enriquecida por ellos.
La comunidad religiosa es un medio para servirle a El, continuando su vida y testimoniando su poder... Un medio, un vivir juntos en la vocación, para realizar mejor esta misión de crucifixión y resurrección.
Una constante conciencia de nuestra debilidad, de nuestra pobreza interior nos conducirá a los pies de Cristo.
Sería oportuno preguntarse: ¿Soy coherente en mis convicciones, de modo que hasta mi respirar dependa de Dios?
¿Estoy dispuesto a hacerme disponible, a cambiar mi personalidad si veo que impide la acción de Dios?
Implica
Despojo:
Hacerme disponible ante las inseguridades de la vida (Inseguridades como: lamentos pesimistas ante el trabajo o cargo no deseado ,la falta de vocaciones).
Despojo del tiempo: En la entrega y la medida correctas, (evitando caer en:.. Es por el apostolado...también los demás lo hacen...).Actitud de trueque (llevo tantos años... me lo he ganado) o realmente se opta por la entrega.
Despojo de las cualidades: La entrega total a la providencia, a un servicio generoso y ofrecimiento, lo contrario llevaría a la apatía, el cinismo y la falta de sentido.
Despojo del propio nombre, estado, poder:
A quienes le falta profundidad interior y se sienten muy inseguros, tienen necesidad de poner en el escaparate su nombre, su estado o su poder, lo mismo quienes tienen necesidad de criticar o despreciar a los demás. Son preocupaciones de provecho, de ganancia y aprobación.
La pobreza, es un medio inapreciable para el justo discernimiento de valores en nuestra vocación religiosa; con humilde actitud de temeroso respeto frente al amor extraordinario de Dios hacia nosotros, tomamos distancia de las cosas, de los demás, de nosotros mismos, e integramos y ordenamos los niveles de nuestro ser en Dios.
La pobreza es entonces liberadora, positiva, enriquecedora.
Ante el discernimiento de nuestra pobreza, si nuestra actitud es pasiva, es éste el primer signo de que no somos verdaderamente pobres, porque el discernimiento y la valoración exigen un poco de pobreza como requisito —la apertura—, la humildad para buscar nuestras limitaciones y corregirlas.
La verdadera libertad, la libertad de la pobreza, significa que, libres de toda atadura dentro de nosotros, tomamos en consideración la verdadera jerarquía de niveles, los valores considerados a la luz sobrenatural («el único bien»),
Sometemos todos nuestros deseos a este único bien, por lo que, teniéndole a El, no deseamos otra cosa sino a El mismo.
"Este es mi Cuerpo ofrecido en sacrificio por todos" Lc. 22,19.
El amor es la epifanía de Dios en nuestra pobreza.
Sentidos: El amor auténtico es la llave de la integración y de
la unificación en el interior.
Somos personas, seres vivos a tres niveles naturales...
La sexualidad, la genitalidad, son experiencias propias de este nivel. Nuestro cuerpo es atraído y rechazado por personas, situaciones, objetos,
que pueden ser agradables o satisfactorios a un nivel físico.
La persona no puede comprender totalmente la propia sexualidad o el mundo si no aprecia profundamente el propio cuerpo, si no capta el sentido que hay en él y no le da el debido enfoque.
Somos seres creados para crecer mediante la interacción y la proximidad de los demás.
la amistad a este segundo nivel resulta algo más objetiva, no circunscrita simplemente al instinto, al impulso.
Este nivel confiere al amor, a la amistad, o relación sexual, un elemento de responsabilidad. Se busca una afectividad bien encauzada.
Entra en juego la afectividad y no simplemente la sensualidad. La afectividad es la facilidad (no la mera excitabilidad a primer nivel) de reacción ante los valores sexuales de la persona en toda su complejidad, de reacción ante la femineidad o la masculinidad “.
El espíritu puede, a través de este tercer nivel, elevarse por encima de la carne o pasión a un género de amor más auténtico, extremo y radical; el amor es más que atracción y aún más que colaboración; el amor es un don total, libre, incondicional de sí mismo al Creador y a los demás.
Este nivel nos introduce en el mundo del espíritu, del amor, de la verdad, de la bondad y sus fines en sí mismos.
La persona puede hacer de sí misma un don total, único, sin reserva.
El amor es psicológicamente maduro cuando adquiere un valor moral, cuando se convierte en virtud de amor, don de la propia alma.
la orientación de la sexualidad está íntimamente unida a la orientación de toda nuestra existencia.
Hay otro potencial a este nivel, y es la autotrascendencia orientada no sólo hacia objetivos humanos, sino hacia lo divino, a Dios.
Tiende a encontrar el bien del que carece la persona en otro bien fuera de la persona. Las acciones e interacciones van y vienen de mí y para mí.
Las personas entonces se convierten en objetos, medios para la realización personal, para el placer, para llenar la vida.
Las acciones se insertan en la perspectiva de la satisfacción, del placer que se desea obtener y del dolor que se pretende evitar.
La gratificación y la realización de mis necesidades resultan de primera importancia.
Es una orientación que deriva de la voluntad, de sentimientos altruistas hacia el otro.
Ya no es «yo te deseo como bien», sino «yo deseo tu bien».
La entrega, el compartir, la donación,comprenden a la persona totalmente.
El es el criterio de elección: el verdadero bien del otro y mi verdadero bien.
La base del amor es el valor de la persona.
Nuestra vocación al amor, como cristianos y religiosos, no está solamente determinada por la interioridad o la integración de nuestra persona; la necesidad de dar una dirección al propio desarrollo, por medio del amor humano debe encontrarse con la llamada objetiva del Dios del amor.
Cuanto más se entrega uno radicalmente tanto más se
realiza una relación que va más allá de la amistad, haciéndose de tipo esponsalicio; se aproxima así a la meta de la creación: «Mirar su rostro».
El tercer nivel es el lugar de encuentro, del amor humano con el divino. Trabaja la gracia, transformando el amor humano en amor de virtud.
Dios como fuente y sostén de mi ser, del amor: Alfa y Omega.
El amor de la persona a otra se hace ahora independiente del sujeto, independiente también en cierto modo del otro, ya que está comprendido dentro de los límites de la relación con el Creador.
Hay aquí interesadas tres voluntades ordenadas:
La mía, la del otro y la voluntad del Creador.
La persona ama en virtud y en caridad si ama en el corazón de Cristo, como El amó y le ama a El en los demás.
Quien sabe amar
sabe ser puro.
Quien sabe ser puro
sabe ser casto.
"Quien sabe amar, sabe ser puro".
Ser puro es:
Elegir un bien sobre otros y entregarse a él totalmente. «querer una cosa sola».La elección de valores religiosos como forma de vida, expresa una vida para Dios, un don radical de amor sin reservas a El.
«El ágape es el motor más profundo y esencial de toda vida afectiva, es el complemento necesario para una visión integral del hombre. Del ágape, y sólo de él, la afectividad, la virtud, todo amor natural, legítimo, reciben valor salvífico»
La persona pura, vive en una actitud de reverente respeto al Creador, a sí misma y a todas las criaturas.
Quien sabe ser puro sabe ser
casto...
El voto de castidad es, don y elección según P.C. N12.
Cuando una criatura está dispuesta y es capaz de buscar«al amado de su corazón» y darse a sí misma libremente a esta persona divina, encarnada, sólo así es posible la castidad, y sobre todo la castidad consagrada.
Es un verdadero holocausto de alma y cuerpo, holocausto elegido como el camino más rápido y directo a la perfección de la caridad.
Es una síntesis humano-cristiana de la realización de sí mismo a través de la autotrascendencia.
«Los que profesan los consejos evangélicos busquen
y amen ante todo a Dios, que nos amó primero. (cf. 1 Jn 4,10).» P.C. N.6
2. Por el Reino....
Consagrados directamente a El, por el Reino. (Mt 19,11-12).
La castidad es, pues, saber dominar los valores humanos y vivirlos, dominar la condición sexual, el sentimentalismo, o su atractivo, por un bien mayor.
Elección de valores.
La castidad es esencialmente:
Renunciamos a:
1. NIvel: Toda expresión sexual, no a la sexualidad.
2. Nivel: La compañía fiel e íntima de una persona amada.
3. Nivel: Al matrimonio y todo lo que implica, a los hijos ,descendencia,
a la formación de un hogar.
1. Nivel : Modestia , templanza.
"Prudente y sobrio control de si mismo."
2.Nivel: Justicia, simplicidad, sinceridad, honestidad, humildad.
«Tú eres el Señor, Tú eres el Creador; todo lo que yo soy y tengo es tuyo.»
3.Nivel: fe, fidelidad, prudencia.
"Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu mente y con toda tu alma, y al prójimo como a ti mismo."
La libertad interior es liberarse del egoísmo.
la unión con Dios en el amor por El y por sus criaturas.
"El egoísmo o altruismo de la adhesión a un bien y del deseo de poseerlo varía en proporción a la profundidad y nobleza de aquel bien"
La autorrealización no es nuestra finalidad; lo es si en cambio la trascendencia.
Cristo miró a la mujer con amor, no con deseo sexual, y ella recogió con limpieza su mensaje. Dijo a la mujer: «Vete y no peques más»
Se expresa en un grado de amor honesto y trascendente a Dios.
Ante algunas acciones, interrogarse : ¿Es esto cuidar el propio cuerpo para ofrecerlo al Señor?
¿Es ésta la alabanza al Creador por el don de la sexualidad integrada?
1. La amistad y sus criterios de valoración están en que puede conducir a una entrega más profunda y más viva al amor de Jesús, o puede encerrar a una persona más aún en sí misma de forma egoísta afectivamente. Siendo necesario revisión(evaluación), continencia y autocontrol.
2.Se llega a jugar con los sentimientos de otro, creándole ilusión de un interés de amistad que es ambiguo o jugando con sus emociones, haciéndoles sentir culpables, o el interés sólo en la propia estima. Por eso para la vivencia de la castidad, evítese caricaturas de amistad, que no son de un amor en Cristo, maduro.
Abusos como:
1. Aislamiento egoísta- no servicio: Los ideales altruistas y de autotrascendencia quedan confinados en la pequeña caja del «yo», del «mío», «mi»; mis planes,mis ideas, mi creatividad ocupan el primer lugar.
2. Desapego idealizado- intelectualizado: Quienes viven en un mundo de ideas incapaces de sentir.
3.Implicación y servicio por ventajas psicológicas subyacentes: «caridad»- soberbia:Ejemplo, la cordialidad para sostener nuestro orgullo; «¡qué hábil soy, no como los demás!»
El amor es un Don, pero es también
una conquista...
ASCESIS-DISCIPLINA: la voluntad al servicio de la voluntad del amor, que implica renuncia y determinación.
SOLEDAD- DESIERTO: Tenemos necesidad de silencio, de soledad, para estar con nuestro Esposo.
SERVICIO: El pueda reflejarse en cada faceta de nuestro cotidiano don virginal a aquellos que El nos ha dado, en un servicio de amor maduro, en pureza y castidad.
EXÁMEN DE CONCIENCIA: Honesta evaluación de nuestras tendencias egoístas, de nuestras necesidades discordantes con el amor.
Evaluación en: la afirmación del valor de la persona, la participación recíproca de las personas, elecciones y responsabilidades y el empeño de la libertad.
VIDA COMUNITARIA:
«La castidad se guarda más seguramente cuando entre los hermanos reina verdadera caridad fraterna en la vida común».PC. Nº12 Tenemos necesidad del amor de Dios en nuestras hermanas, como ejemplo, como unción, como paz, como estímulo.
"Soy toda de Dios que me dió un corazón para que le amará sólo a El."
"Hay que contemplar esta vida como paja,sólo Dios es eterno ,hermoso,
Él sólo llena nuestro corazón"
"Solo la humildad repara los daños hechos a la caridad"
"HÁGASE TU VOLUNTAD..."
Tomad, Señor,
y recibid toda mi libertad,
mi memoria,
mi entendimiento
y toda mi voluntad,
todo mi haber y mi poseer.
Vos me lo disteis;
a vos, Señor, lo torno;
todo es vuestro;
disponed a toda vuestra voluntad;
dadme vuestro amor y gracia,
que esto me basta.
la obediencia es una mera condición «reactiva» respecto de aquellas leyes fisiológicas puestas en nosotros por la mente del Creador y que funcionan «automáticamente», a no ser que se interponga alguna «enfermedad» o anormalidad fisiológica. Nuestro cuerpo «obedece» a la solicitación psíquica de satisfacer las necesidades corporales.
Se supone, naturalmente, que la «persona » haya logrado la madurez hasta el punto de abrirse a las necesidades del otro y ser sensible a los demás. Nace la necesidad de sentido: necesidad de reconocimiento social, estima, cuidado, interés, etc. entra en juego la amistad, el enriquecimiento de la diversidad, la meta del bien común.
La obediencia en este nivel consiste en la sensibilidad y respuesta a las necesidades y requerimientos del otro y en la renuncia a los propios deseos e intereses, a veces, por un bien mayor.La obediencia, a este nivel, es en cierto modo material y espiritualmente utilitaria.
Llegamos a «obedecer» a aquellas normas que favorecen al mismo tiempo nuestros derechos de individualidad y crecimiento y el bien del conjunto de los miembros. Esta trascendencia nos descubre nuestras características latentes y nos incita al crecimiento.
Este nivel ,permite obedecer de manera verdaderamente humana por que es mas libre, es el que facilita el paso del primero al segundo.
Por medio de la razón y de la inteligencia se puede llegar a comprender y experimentar la obligación moral, a juzgar las situaciones como buenas o malas racionalmente; «estar» por el bien, por la verdad,a los principios más elevados, más allá de sí mismo.
Un tipo de obediencia que conlleva la conciencia: juicio, decisión y acción de acuerdo con normas objetivas o principios trascendentes; que requerirá sufrimiento, renuncia a gratificaciones u «obediencia» en otros planos.
El tercer nivel es en realidad el que permite una obediencia más completa, ya que facilita la integración humana necesaria para una obediencia humana más perfecta.
Definición de los elementos teológicos de la obediencia
La obediencia, para ser cristiana, tiene antes que ser humana.
El hombre y su vocación suprema se manifiestan en Cristo mediante la revelación del misterio del Padre y de su amor.
Jesus dió cumplimiento a la alianza con el Padre, mediante una obediencia total hasta "la muerte"
Dios llega a nuestros corazones con el don de la gracia (la vida en Dios) y nos llama a colaborar en su alianza de amor.
Nuestra humanidad, todos nuestros niveles, se hacen suyos. Sus planos son los nuestros, y los nuestros van orientados a El. Le obedecemos.
Esta obediencia es la realización del plan de Dios en la persona,construida en valores como la Voluntad del Padre, el sabernos hijos, la ley que nos da Cristo, adhesión alas legitimas autoridades.
En el segundo nivel toda autoridad es considerada derivada de Dios.
En el tercer nivel por la fe es Fiat, respuesta de amor; siendo luz para los otros.
En la obediencia cristiana, en el primer nivel, nos sometemos a las leyes de la naturaleza.
«Sacralización» de la conversión.
«Los religiosos, por la profesión de la obediencia, ofrecen a Dios, como sacrificio de sí mismos, la plena entrega de su voluntad, y por ello se unen más constante y plenamente a la voluntad salvífica de Dios a ejemplo de Jesucristo y se someten con fe a sus superiores, que hacen las veces de Dios, y por ellos son dirigidos al ministerio de todos los hermanos, vinculandose más estrechamente al servicio de la Iglesia, y llegar a la medida de la plenitud de Cristo» PC. N.14
Es una promesa pública a un tipo de obediencia, al que los demás, como cristianos y como miembros de la Iglesia, no están obligado, y medio particular de perfección de la caridad.
Es una llamada a favor de la Iglesia y del mundo entero, mediante una disponibilidad total, libre de toda ligadura limitadora. Abandonando la vida entera en manos de Dios,en una total entrega a la fe. Es un compromiso a vivir vivir la comunión evangélica en profundidad, en una comunidad de fe.
Obedecemos al Evangelio: El Evangelio nos lo interpreta
la Iglesia: en las homilías, en las exhortaciones, en las cartas pastorales, por medio de los confesores, directores de Ejercicios, maestros, superiores, la comunidad.
Obedecemos a las Reglas y Constituciones: son expresión
del discernimiento comunitario de la voluntad de Dios para nosotros.La comunidad, como tal, tiene el deber de anunciar el plan de salvación como está revelado en el Evangelio.
Obedecemos a la Comunidad eclesial: esto significa que nos
comprometemos a ser abiertos y disponibles para con las necesidades de Cristo en su Iglesia. Prometemos obedecer a la
Iglesia y a sus guías, ser sensibles a sus quejas, sus necesidades,
sus exhortaciones.
¿Qué actitudes
y providencias debemos asumir si queremos damos de modo perfecto, total y exclusivo a su voluntad?
¿Qué nos pide concretamente el Evangelio y la Iglesia?
Todo miembro tendría que participar activa y responsablemente
en el proceso de discernimiento; compartiendo la responsabilidad con todos aquellos que han sido elegidos por Dios y que juntos tratan de discernir en los acontecimientos, en las demandas y aspiraciones de cada uno. Buscando "contemplar a Dios más de cerca"
La única meta debería ser la de intuir y vivir los pensamientos divinos, tener los mismos «sentimientos» que Jesús,buscar una sabiduría que no es de este mundo, trascender todo fin terreno, guiados por la fe.
Cotejar con el superior y las constituciones toda intuición, (ya que las normas de la comunidad son la actualización del Evangelio en el mundo de hoy); ser capaz de distinguir entre expectativas e idealizaciones irreales y posibilidades concretas de testimonio como respuesta a la llamada de la obediencia, e incluso estar atento a la voluntad de Dios aún más allá de la norma.
Ofrecemos a los hermanos la posibilidad de abrir el corazón con espíritu de amistad filial, la norma sugiere no juzgar a nadie sin haberlo escuchado antes». Si se es capaz de escuchar, entonces hay posibilidad de diálogo honesto.
Toda persona, superior y religioso, tendría que tratar de entrar en el pensamiento del otro, siempre dispuesto a dilatar, renovar y cambiar los propios puntos de vista. El diálogo habría de ser sincero, abierto, sin rigidez ni prejuicios: no tendría que haber condenas a priori y mucho menos polémicas ofensivas. Sus caracteristicas deben ser:claridad, afabilidad, confianza, prudencia y construido en el respeto.
Tiene que haber una mutua confianza en el hecho de estar aquí para «hacer su voluntad» como quiere el Espíritu, al elegir y llamar a la persona en toda su unicidad. Si hay auténtico aprecio de la persona, puede haber también mayor respeto y consideración al bien común y una más armoniosa complementariedad.
El amor por los carismas del Espíritu presentes en cada persona aumenta su estima y ayuda al individuo en la realización de la actividad apostólica con un gozo más profundo, no en nombre propio, sino en nombre de la comunidad generosa y obediente que lo manda.
El religioso obedecerá voluntariamente si, a través de pruebas, luchas, tentativas, en la alegría y en el dolor, con constancia y con fe, ha formado su voluntad con actos de generoso desinterés. No sólo hemos de .creer en los valores de Cristo, sino que hemos de confrontar también nuestros ideales personales con esos valores de Cristo, de la Iglesia, de la comunidad. Actitudes como: compromiso sin esperar nada a cambio, dispocisión al sacrificio, servicio y entrega por entero y olvido de sí.
Una personalidad madura puede ser auténtica en el voto de obediencia al ser dueña de sus reacciones espontáneas; sabe usar la inteligencia y la razón y puede trascender sus intereses personales en pro de una visión más objetiva, libre de prejuicios puramente emotivos, no influida por prejuicios o preferencias personales en la elección. Una interioridad jerarquicamente ordenada que manifiesta los frtuos del Espíritu.
Niveles del desarrollo del Yo
Niveles del desarrollo moral
DIFERENCIACION, UNIDAD,
INTEGRACION DE LA PERSONA
Nivel autoconsciente: El religioso a este nivel obedece porque encuentra valor y sentido en los requerimientos que se le hacen por razones que no se refieren necesariamente a sí mismo ni a los demás. Sabe que tiene algo bueno para ofrecer y recibir.
Nivel autointegrado: Se encuentra a este nivel aquel religioso que puede obedecer con un sentido claro de las propias limitaciones y fracasos, y, sin embargo, alcanza a encontrar y crear un plan constructivo para realizar su unión con Cristo, integrándolo con las sugerencias y órdenes de los demás, de los superiores.
Nivel de autoprotección: Un religioso que se halla a este nivel puede obedecer según su capricho; generalmente es permisivo y condescendiente, pero con fines de resistencia pasiva o de dominación que desaparecen pronto.
Nivel conformista: El problema de la autoprotección y de la autonomía
se resuelve mediante la identificación con la autoridad,en el subconsciente se tiene la impresión de compartir este mismo poder, conformidad extrema independiente de los medios o consecuencias.
1“ etapa: Orientación hacia el castigo y la obediencia.
2.“ etapa: Orientación relativista-instrumental.
3. ‘ etapa: Orientación interpersonal del «buen niño,buena niña».
4. " etapa: Orientación hacia la ley y el orden establecido.
5.a etapa: Orientación legalista hacia el contrato social.
6.‘ etapa: Orientación hacia el principio ético.
EN LOS TRES NIVELES
¿Qué puedo hacer para facilitar
el trabajo de la gracia, para vivir el consejo de obediencia en la
vida religiosa?
La obediencia de María es la expresión concreta de la respuesta absoluta que su amor ha dado.
La Obediencia aún siendo
compleja para entenderla, es, sin embargo, sencilla.
Somos llamados a imagen de María, a llevar a plenitud el misterio de nuestra preciosa obediencia religiosa, en Cristo
María, fue siempre perfecta transparencia de la palabra de Dios, perfecta aceptación de El, voluntad ardiente y siempre confiada de estar con El, como El, para El.
“Es parte de la obediencia, la docilidad, es decir renunciar al propio juicio, aún en cosas insignificantes”
“La obediencia y la humildad no la dejarán nunca salirse del espíritu que debe animar a una buena religiosa.”
Los votos comportan una predisposición desde los tres niveles del ser humano: psicofisiológico, psicosocial y espiritual - racional para su vivencia. Estos tres niveles juegan un papel decisivo y contribuyen o no, al desarrollo del voto, según sea su integración, jerarquización de los mismos y sus valores.
4. El voto de pobreza es visto en este libro como don que nace del amor “entre dos”, una consagración del cuerpo, de los bienes y de la voluntad como expresión de nuestra presencia ante Dios y ante el mundo, es un compartir la pobreza de Cristo y un reconocimiento de mi realidad, “no soy digno”; de ahí, confrontar y discernir su vivencia en relación a los tres niveles humanos; como integración o posesión de bienes, de las personas, de mí mismo (despojo) y de Dios. La pobreza es positiva, liberadora y enriquecedora.
El voto de castidad es expresión del amor de elección de Dios, siendo don, motivado por el amor a Cristo “único esposo” y en Él a los hermanos por la construcción de su Reino. Este voto implica renuncia y elección de un bien mayor sobre otros y entregarse por entero a este bien, de parte de la persona, (holocausto); supone un discernimiento en los tres niveles: entre optar por vivir en el ágape o el en egoísmo de lo corporal, de lo social y de amistad, del servicio y caridad, trascendidos en Cristo. Para esto se cuentan con medios de crecimiento en este amor casto, virginal.
6. La obediencia como tal, se vive en los tres niveles de la persona, siendo esta una obediencia natural; mientras que la obediencia cristiana, como realización del plan de Dios en la persona y contribuyendo a la salvación del mundo, busca dar respuesta a la alianza de amor de Dios por la fe; en el consejo de obediencia, se ofrece a Dios la propia voluntad y adhiriéndose a la suya, se somete con fe a la autoridad y las normas y valores evangélicos, institucionales (de la Congregación) y eclesiales, vinculándose al servicio de la Iglesia y a Cristo, en su plenitud. La obediencia es abandono entero de la vida en las manos de Dios, es el Fiat generoso a semejanza de nuestra madre la Virgen María.