Introducing
Your new presentation assistant.
Refine, enhance, and tailor your content, source relevant images, and edit visuals quicker than ever before.
Trending searches
El protagonista Alexander Craigie (profesor universitario de lógica) va en búsqueda de un tigre azul que ha sido avistado en el delta del Ganges. En la aldea, repleta de personas ancianas, trata de cazar al tigre. No dá con el tigre, pero en su lugar encuentra unas atroces piedras azules (del mismo azul que el tigre que soñaba) que se reproducen y desaparecen azarosamente, contraviniendo las leyes elementales del universo.
En la aldea trata de matar al más anciando del pueblo, Bhagwan Dass, quien no quiere tocar las piedras; las tocó solamente un niño.
De retorno a su ciudad, Lahore, trata de encontrar una lógica; la cantidad máxima que contó fue de 419 y el mínimo 3. Las piedras separadas no se multiplicaban, juntas, sí.
Abrumado, al final pide se lo libere de esa carga en una demanda a Dios, quien envía a un mendigo con el que sostiene una conversación; al final el mendigo recibe todas las monedas.
Los tigres. Como sabrás, los tigres, junto a los espejos, los laberintos y el destino prefijado e inexorable del hombre, son temas recurrentes en Borges.
La mención de Blake, Spinoza, Kipling y en especial la de Chesterton tambien son caracterisiticos de Borges, en especial de Chesterton, que era su escritor predilecto.
La mencion de los sueños: "El curso de mi vida ha sido común, en los sueños siempre vi tigres"
Muchos de los textos de Borges se han basado en sueños del autor, cosa que el mismo ha declarado. Y además el tema del "sueño" en sí: por ejemplo, en uno de sus cuentos más famosos, "Las ruinas circulares", la historia del hombre que quiere soñar a un hombre perfecto, y al final se da cuenta que él tambien está siendo soñado por otro hombre. Los sueños siempre estan presentes en las obras de Borges.
La mención del Sur: "Hacia el Sur había ciénagas y arrozales y una hondonada con un río limoso cuyo nombre no supe nunca, y después, de nuevo, la jungla."
Borges siempre sitúa sus cuentos en "el sur", no importa de qué lugar geográfico, siempre es el sur.
El anciando prefiere la muerte antes que tocar las piedras azules.
Más vale una bala en el pecho que una piedra azul en la mano.
Desde pequeños, tenían prohibido tocar las piedras y la relación estrecha con los "sueños"
¡Son las piedras que engendran! —Exclamó— Ahora son muchas, pero pueden cambiar. Tienen la forma de la luna cuando está llena y ese color azul que solo es permitido ver en los sueños. Los padres de mis padres no mentían cuando hablaban de su poder.
Confronta su realidad con lo que sabe siendo un docente de lógica.
Si me dijeran que hay unicornios en la luna yo aprobaría o rechazaría ese informe o suspendería mi juicio, pero podría imaginarlos. En cambio, si me dijeran que en la luna seis o siete unicornios pueden ser tres, yo afirmaría de antemano que el hecho era imposible.
Otras figuras borgeanas, como los laberintos, están presentes en el cuento
El sueño era más o menos el mismo. El principio anunciaba el temido fin. Una baranda y unos escalones de hierro que bajaban en espiral y luego un sótano o un sistema de sótanos que se ahondaban en otras escaleras cortadas casi a pico, en herrerías, en cerrajerías, en calabozos y en pantanos. En el fondo, en su esperada grieta, las piedras, que eran también Behemot o Leviatán, los animales que significan en la Escritura que el Señor es irracional..
El mendigo aparece como una respuesta de Dios.
Ya en el recinto, pensé que Dios y Alá son dos nombres de un solo Ser inconcebible y le pedí en voz alta que me librara de mi carga. Inmóvil, aguardé una contestación.
El diálogo con el mendigo
—He venido.
A mi lado estaba el mendigo. Descifré en el crepúsculo el turbante, los ojos apagados, la piel cetrina y la barba gris. No era muy alto.
Me tendió la mano y me dijo, siempre en voz baja: —Una limosna, Protector de los Pobres.
Busqué, y le respondí:
No tengo una sola moneda.
-Tienes muchas —fue la contestación.
En mi bolsillo derecho estaban las piedras. Saqué una y la dejé caer en la mano hueca. No se oyó el menor ruido.
—Tienes que darme todas —me dijo—. El que no ha dado todo no ha dado nada.
Comprendí, y le dije: —Quiero que sepas que mi limosna puede ser espantosa.
Me contestó: —Acaso esa limosna es la única que puedo recibir. He pecado
Dejé caer todas las piedras en la cóncava mano. Cayeron como en el fondo del mar, sin el rumor más leve.
Después me dijo: —No sé aún cuál es tu limosna, pero la mía es espantosa. Te quedas con los días y las noches, con la cordura, con los hábitos, con el mundo.
No oí los pasos del mendigo ciego ni lo vi perderse en el alba.