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Hannah Arendt (1906 - 1975)

La condición humana (1958)

Capítulo II - La esfera pública y la privada

El hombre: animal social o político

Mediante la expresión vita activa, Arendt trata de designar tres actividades fundamentales -a saber: labor, trabajo y acción-, con lo que inequívocamente alude a la vida humana comprometida en hacer cosas, estando ésta enraizada en un mundo que adquiere sentido a partir de la relación entre los hombres y las cosas que aquellos, en reciprocidad, producen incansablamente.

El medio ambiente, dice Arendt, está formado precisamente por hombres y cosas. De ahí que un hombre que habitara un mundo en donde no existiera mas que aquel, aunque siguiera estando apto para fabricar, perdería su especificidad humana, volviéndose un Dios (una especie de demiurgo divino).

¿Social y/o político?

Para Arendt, esta relación especial entre acción y estar juntos parece justificar la traducción primitiva del zoon politikón aristotélico por animal socialis, lo cual ya se ve en Séneca, y que luego se convirte en la traducción "modelo" de santo Tomás: homo est naturaliter politicus, id est, socialis (<<el hombre es político por naturaleza, esto es, social>>).

Para Arendt, sin embargo, la traducción del zoon politikon por “animal social” revela la pérdida del original concepto griego de la política. No existía concepto ni palabra para “lo social” en Grecia. El hecho de vivir con los semejantes era una cualidad que se comparte con los animales, no es específicamente humana para Platón y Aristóteles sino una limitación que se nos impone por las necesidades de la vida biológica.

La capacidad política del hombre se halla en directa oposición a las relaciones de asociación natural cuyo centro es el hogar y la familia. Sólo acción y discurso son consideradas cualidades aptas para constituir el bios politikos. Frente al despotismo y la violencia propios de la organización familiar, la polis se considera el centro del discurso aunque cada vez se decante más hacia la persuasión y no la argumentación.

La diferencia entre el ámbito privado y el público de la vida corresponde al campo familiar y político, existiendo ambos como entidades discernibles y disociadas -al menos- desde que surge la antigua ciudad-estado.

En cambio, la aparición de la esfera social -que se distingue de las otras esferas mencionadas- coincidió con el advenimiento de la Edad Moderna, cuya forma política característica ha sido la nación-estado.

La polis y la familia

lo privado y lo público en Grecia

Según Arendt, históricamente, es bastante probable que el nacimiento de la ciudad-estado y la esfera pública ocurriera a expensas de la esfera privada familiar. Sin embargo, la polis no podía violar las vidas privadas de cada ciudadano producto de que, al carecer de una casa, el hombre no tendría la posibilidad de participar en los asuntos del "mundo".

No por nada el nacimiento de la ciudad-estado significó que el hombre recibiría, además de la vida privada anterior, una especie de segunda vida, su bios politikos. Desde ahí es que hay una separación irreversible entre lo propio (idion) y lo común (koinon).

Así, lo distintivo de la esfera doméstica era que allí los hombres vivían juntos debido a sus necesidades y requerimientos. En cambio, la esfera de la polis era la de la libertad. Las necesidades vitales en la familia eran precisamente la condición para aquella libertad.

Es en la esfera prepolítica de lo doméstico en donde la fuerza y la violencia se justifican, dado que son los únicos medios válidos para dominar la necesidad y -a posteriori- llegar a ser libres. La libertad, además, es la condición esencial de lo que los griegos entendían como eudaimonia.

En la polis regía la plena igualdad entre los hombres, mientras que el ámbito familiar era el centro de desigualdad. Ser libre, así, no implicaba ni ser gobernado ni tampoco ser un gobernador, dado que era un estadio anterior que mantenía el cabeza de familia sobre parientes y esclavos, justamente porque el hombre es un animal social antes que político.

lo social en la época Moderna

En el Mundo Moderno esa diferenciación tajante entre la esfera social y política se vuelve menos evidente. En la era moderna, la política pasa a ser una función propia de la sociedad, encontrándose la acción, el discurso y el interés social fusionados.

Esto se produce, según la autora, con el ascenso del conjunto doméstico (oikia) o de las actividades económicas a la esfera pública, cobrando aquellos asuntos un interés colectivo.

Durante la Edad Media, por otro lado, aún existía la separación entre lo público y lo privado, aunque de otra manera. Arendt nos dice que se puede identificar con cierta dificultad allí lo público y lo religioso, siendo la esfera secular bajo el feudalismo similar a lo que había sido en la antiguedad la esfera privada. De ahí que su característica fuera la absorción, desde la esfera doméstica, de todas las actividades, "ocultando" así a la esfera pública.

Un hecho incidental del crecimiento de la esfera privada durante ésta época fue que, a diferencia del antiguo jefe de familia, el señor feudal podía administrar justicia en su territorio.

En este escenario, el concepto medieval del bien común, alejándose de cualquier referencia a la esfera política, aludía a los intereses que los individuos particulares tenían en común (materiales y espirituales).

Así, la diferencia fundamental para Arendt entre la actitud cristiana y la política moderna era la exclusividad de la esfera privada en el caso cristiano, sumado a la ausencia de la esfera híbrida en donde los intereses previamente privados adquirían caracter público.

La emergencia de la sociedad, en definitiva, desde el "oscuro" hogar a la "luz" pública, además de suprimir la antigua frontera entre lo privado y lo político, también modificó esencialmente el significado de las dos palabras respecto de la vida del individuo y ciudadano moderno.

El auge de lo social

Intimidad

Actualmente llamamos “privada” a una esfera de intimidad cuya peculiar multiplicidad era desconocida antes de la Edad Media. En la antigüedad lo privado conservaba su sentido privativo, haciendo referencia a un estar desprovisto de algo, la vida pública, fuera de la cual no se era plenamente humano (como el esclavo o el bárbaro). El individualismo moderno ha enriquecido el sentido de lo privado quitándole su rasgo de privación. “El hecho histórico decisivo”, dice Arendt, “es que lo privado moderno en su más apropiada función, la de proteger lo íntimo, se descubrió como lo opuesto no a la esfera política, sino a la social, con la que sin embargo se halla más próxima y auténticamente relacionado”.

Rousseau y los románticos llevan a cabo su rebelión contra la social antes del descubrimiento político de la igualdad en la esfera social.

El auge de la sociedad, por otro lado, coincide con la decadencia de la familia, ya que la unidad familiar es absorbida por los distintos grupos sociales. El gobierno monárquico dirigido por un solo hombre, al que los antiguos consideraban como el esquema organizativo de la familia, se transforma con la emergencia de la sociedad.

Así, adviene una especie de "gobierno de nadie" (quien gobierna lo hace sin personalidad); la forma más social de gobierno allí es la burocracia (última etapa de gobierno en la nación-estado), que puede ser no menos tiránico que el cabeza de familia.

La sociedad excluye la acción, imponiendo normas, precisamente, para “normalizar” a todos los miembros (domesticarlos), esperando de ellos cierta clase de conducta y excluyéndolos de la acción espontánea y el logro sobresaliente.

La igualdad moderna no es la antigua, en Grecia se era igual entre pares y la esfera pública era agonal, teniendo por eso el individuo que destacarse constantemente de entre los demás en pos de demostrar que era el mejor (aien aristeuein). Por eso los hombres participaban en los asuntos públicos.

El auge de la sociedad provocó la aparición de la ciencia económica, las ciencias sociales y su instrumento metodológico (las estadísticas), con lo que se terminó por borrar la individualidad, volviéndose el individuo -aquellos que se salen de la estadística- anormal o asocial.

Para Arendt, la burocracia (como el gobierno de nadie), la economía y las ciencias sociales son epifenómenos del auge de lo social y pretenden reducir al hombre, en todas sus actividades, a un animal de conducta condicionada, dado que se imponen normas de conducta a toda la población y la “conducta social” se convierte en modelo de todas las fases de la vida.

Arendt pareciera apuntar el fenómeno de la biopolítica, aunque no utilice ese concepto, antes que Foucault: “Desde el auge de la sociedad, desde la admisión de la familia y de las actividades propias de la organización doméstica a la esfera pública, una de las notables características de la nueva esfera ha sido una irresistible tendencia a crecer, a devorar las más antiguas esferas de lo político y privado, así como de la más recientemente establecida intimidad. Este constante crecimiento, cuya no menos constante aceleración podemos observar desde hace tres siglos al menos, adquiere su fuerza debido a que, a través de la sociedad, de una forma u otra ha sido canalizado hacia la esfera pública el propio proceso de la vida".

El trabajo ha pasado a la esfera pública. Lo privado, lo íntimo y lo político no han podido defenderse frente al constante crecimiento de la esfera social.

La esfera pública: lo común

La palabra “público” define dos fenómenos que están estrechamente relacionados. En primer lugar, significa que lo que aparece en público puede verlo y oírlo todo el mundo y tiene la más amplia publicidad posible. La modernidad ha visto convertirse en público a lo subjetivo, como el amor. En segundo lugar, el término “público” significa el propio mundo, en cuanto es común a todos nosotros y diferenciado de nuestro lugar poseído privadamente en él.

Históricamente, sólo la caridad cristiana quería mantener unida a una comunidad que había perdido su interés en un mundo común, perfectamente adecuado al principio cristiano de la no-mundanidad, que empieza a dominar a la esfera política.

Pero un verdadero espacio público debe permanecer, debe trascender y ser inmortal, puesto que si no fuera así no habría esfera pública ni política. La esfera pública ha desaparecido en la Edad Moderna, lo cual se muestra en el nulo interés por la inmortalidad, a diferencia de los griegos o romanos, para quienes la polis y la res publica -respectivamente- eran una garantía contra la futilidad de la vida individual.

“Vivir una vida privada por completo significa por encima de todo estar privado de cosas esenciales a una verdadera vida humana: estar privado de la realidad que proviene de ser visto y oído por los demás, estar privado de una “objetiva” relación con los otros que proviene de hallarse relacionado y separado de ellos a través del intermediario de un mundo común de cosas, estar privado de realizar algo más permanente que la propia vida”.

La esfera privada: la propiedad

En las circunstancias modernas esto provoca el fenómeno de masas de la soledad antihumana. La sociedad de masas destruye así la esfera pública y la privada, eliminando aquellos espacios en donde antes existía un refugio, algo que incluso para los esclavos en Grecia y Roma era importante, sociedades que nunca sacrificaron ni lo público ni lo privado.

Para la moralidad cristiana, en cambio, cada uno debe ocuparse de sus propios asuntos y la responsabilidad política es considerada una carga, tomada exclusivamente en beneficio del bienestar y la salvación de quienes se liberan de la preocupación por los asuntos públicos.

Marx continuó esta línea, prediciendo y confiando en el marchitamiento de la esfera pública: “la diferencia del punto de vista cristiano y socialista en este aspecto, uno considerando el gobierno como mal necesario debido a la perversidad del hombre y el otro confiando en su total supresión, no lo es en cuanto a la estimación de la propia esfera pública, sino de la naturaleza humana”

Cuando “privado” se atribuye a propiedad, éste pierde de inmediato su carácter privativo y gran parte de su oposición a la esfera pública en general.

La propiedad posee, valga la redundancia, ciertas propiedades que se consideran de máxima importancia para el cuerpo político. La ecuación entre riqueza y propiedad, por un lado, y pobreza y falta de propiedad por otro, ha provocado un malentendido.

De esa manera, riqueza y propiedad son de naturaleza diferente: actualmente hay sociedades muy ricas que carecen de propiedad debido a que la riqueza del individuo consiste en su participación en la renta anual de la sociedad como un todo.

“En sus orígenes, la propiedad significaba ni más ni menos que el tener un sitio de uno en alguna parte concreta del mundo y por lo tanto pertenecer al cuerpo político, es decir, ser el cabeza de una de las familias que juntas formaban la esfera pública”.

La propiedad privada era sagrada pero la riqueza no. Lo privado era el lado oculto y oscuro que se encontraba al margen de la esfera pública. La riqueza privada tenía la función de liberar al hombre para acceder a la vida pública y trascenderse.

Al contrario, los defensores modernos de la propiedad privada la consideran sólo riqueza individualmente poseída, por lo que no podrían, en efecto, apelar a la tradición antigua. El que la propiedad sea un robo (Proudhon) tiene una base de verdad en los orígenes del capitalismo moderno, pero ni siquiera Proudhon defendía la expropiación general porque eso llevaba a la tiranía aunque curara la pobreza.

Lo social y lo privado

El auge de lo social coincidió históricamente con la transformación del interés privado por la propiedad privada en un interés público. La sociedad, cuando entró por primera vez en la esfera pública, adoptó el disfraz de una organización de propietarios que, en lugar de exigir el acceso a la esfera pública debido a su riqueza, pidió protección para acumular más riqueza: una sociedad de propietarios. La riqueza está destinada al uso y consumo, a la mortalidad, sólo se perpetúa cuando se convierte en capital y entra en el proceso de acumulación.

“Por lo tanto, la riqueza común nunca puede llegar a ser común en el sentido que hablamos de un mundo común; quedó, o, más bien, se procuró que quedara estrictamente privada". La propiedad moderna perdió su carácter mundano y se localizó en la propia persona, es decir, en lo que un individuo sólo puede perder con su vida. Lo amenazante no es la abolición de la riqueza, “sino la abolición de la propiedad privada en el sentido de tangible y mundano lugar de uno mismo”.

Arendt realiza una valoración de la necesidad, interpretándola más allá de la carencia de libertad: es una fuerza impulsora que impide la apatía y la desaparición de la iniciativa. “Necesidad y vida están tan íntimamente relacionadas, que la propia vida se halla amenazada donde se elimina por completo la necesidad. Porque la eliminación de la necesidad, lejos de proporcionar de manera automática el establecimiento de la libertad, sólo borra la diferenciada línea existente entre libertad y necesidad".

Lo público es lo que ha de mostrarse, lo privado lo que ha de permanecer oculto. La Época Moderna, en su rebelión contra la sociedad, ha descubierto lo rica y diversa que puede ser la esfera de lo oculto bajo las condiciones de la intimidad, pero antes lo apartado no sólo era el cuerpo, sino el trabajo de los esclavos y las mujeres. La emancipación de ambos colectivos ya sólo ha dejado oculto las necesidades que lo son por pertenecer al cuerpo.

Cada actividad humana señala su lugar en el mundo. La esfera privada no sólo es el ámbito de la necesidad, lo fútil o vergonzoso, también lo es de la bondad.

“La bondad en sentido absoluto, diferenciada de lo “bueno para” o lo “excelente” de la antigüedad griega y romana, se conoció en nuestra civilización con el auge del cristianismo”

El lugar de las actividades humanas

La única actividad que enseñó Jesús con palabras y hechos fue la bondad, y esta acoge una tendencia a no ser vista y oída. La hostilidad cristiana hacia la esfera pública puede entenderse como una consecuencia evidente de la entrega a las buenas acciones independientemente de todas las creencias y esperanzas.

Cuando una acción buena se hace pública pierde su carácter de bondad; la paradójica enseñanza de Jesús es que ningún hombre puede ser bueno, algo que es análogo al amor por la sabiduría de los filósofos, aunque este sí se hace público al salir de la caverna. Las buenas acciones, en cambio, no dejan huella como el testimonio de los filósofos, no son de este mundo. La bondad es una cualidad superhumana, requiere la soledad en la única compañía de Dios, el cual es el único testigo de las buenas acciones.

“La bondad, por lo tanto, como consistente forma de vida, no sólo es imposible dentro de los confines de la esfera pública, sino que incluso es destructiva”. Para Maquiavelo, la corruptora influencia de la Iglesia se debía más a su participación en asuntos seculares que a la corrupción de los obispos y prelados, por ello o la esfera pública corrompe el cuerpo religioso o a la inversa.

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