Introducing
Your new presentation assistant.
Refine, enhance, and tailor your content, source relevant images, and edit visuals quicker than ever before.
Trending searches
Al hablar de genero abordamos un concepto relacional que abarca a mujeres, varones y a las formas en que se relacionan; alude a una construcción social, cultural que se da a partir de la diferencia sexual entre uno y otras. Entre los cambios importantes que fueron surgiendo desde los años 60 a la actualidad en torno a la sexualidad y el género. Existe hoy una apertura social a reconocer la diversidad de sexual, la producción, existe hoy una apertura social a reconocer, la diversidad sexual, la producción humana puede lograse sin acto sexual y se atiende a reconocer el goce sexual como derecho humano.
Históricamente las maneras de ser hombres y mujeres han sido pensados desde lugares fijos, estereotipos. Los estereotipos pueden referirse a múltiples aspecto de la vida social, la religión, la nacionalidad, el sexo, la orientación sexual, etc. Los estereotipos implican una imagen limitada acerca de cómo son las personas, niegan sus particularidades. Por ejemplo, son estereotipos asumir que sean solo las mujeres quienes se tengan que ocupar o sean responsables de la crianza de las niñas/os, o del trabajo domestico estos estereotipos los vemos en acción en gran parte de publicidad y en muchos programas de los medios de comunicación.
Desde que nacen niñas/os, van creciendo en una sociedad en la que aun están vigentes algunos de estos estereotipos y representaciones sociales. Si miramos la ropa de las niñas, las remeras y hasta el clásico jeans azul, brillos. Los varones pelotas, autos, guerreros. Es decir que varones y mujeres pasan de ser diferentes a ser desiguales y como se sostiene la desigualdad no es natural sino una construcción social. En el genero la discriminación se ejerce a partir de la construcción social que determina culturas a partir de su sexo biológico y convierte a la diferencia sexual en desigualdad social. La discriminación por genero tiene, antiguo estereotipos culturales y sociales que, determinan roles y funciones para mujeres y varones.
Muchas veces se habla de violencia de género, cuando ya hay un daño importante. En el último tiempo se conocieron casos de mujeres quemadas o asesinadas por sus parejas. Por eso, en un planteo como este se espera de las mujeres obediencia y sumisión, se destaca que el varón tiene derecho sobre ella, y por lo tanto, puede disciplinarlas y castigarlas. Las mujeres que la padecen sufren en vergüenza creen que ellas hicieron algo mal, van perdiendo paulatinamente su autoestima. Cuando pasan estas situaciones como las formas de violencia más, como el desprecio verbal o la desvaloración se las toma como algo natural, entonces queda invisibilizado el hecho violento. La mujeres que pasan estas situaciones también las naturalizan, entonces, no hablan, no piden ayuda.
Existen muchas organizaciones de mujeres y organismos públicos para prevenir la violencia y contener a las mujeres que vivieron o están pasando por estas situaciones violentas.
Para cambiar estos vínculos violentos se requiere avanzar en la democratización de las relaciones familiares. De esta manera promover los derechos de mujeres, niñas/os y adolescentes.
La escuela las expectativas, roles y mandatos sociales, culturales que las distintas sociedades construyen para varones y mujeres, en cada momento histórico. Se constituyen de interacciones sociales que se van dando en las instituciones que habitamos las personas, como la familia y la escuela, entre otros. En estas instituciones en las cuales aprendemos a ser mujeres y varones. Desde el programa de EDUCACIÓN SEXUAL INTEGRAL, nos proponen que la escuela permita reconocer las diferencias entre varones y mujeres y a la vez que brinde una perspectiva crítica basada en el género de las personas. En primer aspecto, podemos decir que en la utilización del lenguaje se usa el masculino como genérico con la consecuente incivilización. El segundo aspecto la creencia de los y las docentes que atribuyen rasgos diferenciados de personalidad propia de mujeres y de varones. En la escuela se encuentran en uso espacios desiguales. El espacio de los patios abiertos o cubiertos suele ser el lugar de la cancha de fútbol, de uso predominante masculino. También por ejemplo, en las clases de educación física, los varones tienden a ocupar el espacio central del patio o del campo de deporte y las mujeres los bordes o lugares periféricos. Familia y docentes al acercarnos a estas temáticas de sexualidad y género, nos enfrentamos a como las mismas atraviesan.
Esto construye a poder pensar de la idea de que debemos tolerar lo diferente, a valorar positivamente la multiplicidad de formas en las que las personas, nos manifestamos, pensamos, actúa y amamos.
Para los que trabajan en las instituciones educativas educar en la diversidad, ideas generales vinculadas con la orientación sexual y la identidad de género por ejemplo:
A) La existencia de lo que se suele llamar presunción de heterosexualidad. Presuponer que todas las personas con las cuales se interactúa son o deben ser heterosexualidad. Pueden aparecer expresiones o bromas descalificadoras o practicas agresivas hacia las personas gay, lesbianas, etc.
B) Combatir la discriminación por orientación sexual o por identidad de género no es solo un tema de gay, lesbianas o trans, si no de todas las personas.
C) No existe una sola manera de ser gay o lesbianas como tampoco existe una sola manera de ser varón o ser mujer. Esta idea nos ayuda a no caer en estereotipos del tipo todos los gay o lesbianas son masculinas, como en términos más generales, los hombres no lloran o las mujeres, son débiles.
D) A esta altura, nadie dudaría en rechazar profundamente las expresiones xenófobas, no importa cuántos chicos y chicas extranjeros haya en nuestras aulas. Lo mismo debe ocurrir con la diversidad sexual y la identidad de género.
E) Habitualmente al escuchar, cuanto alguien se refiere a personas, travestis se le antepongan el articulo masculino “EL” y no el término “ELLA”. La identidad de género, por lo tanto una persona adopta una identidad femenina, tenemos que referirnos a ella en femenino, y si la identidad que asume es masculino, tenemos que tratarla en masculino.
La discriminación implica una conducta de desprecio hacia una persona o grupo, sostenida por prejuicios y estereotipos sociales. La diversidad sexual y la no discriminación por orientación sexual e identidad de género a la vida escolar sigue siendo un desafío. Los docentes y directivos en tanto agentes del estado tenemos que abocarnos en generar las condiciones para evitar las situaciones de discriminación por orientación sexual o por identidad de género en las escuelas. La discriminación implica una conducta de desprecio hacia una persona o grupo, sostenida por prejuicios y estereotipos sociales.
• Generar propuestas de educación sexual integral que, genere acciones claras para el respeto y la valoración positiva de todas las personas, sea cual sea su orientación sexual. La heterosexualidad, si bien es mayoritaria, no es la única de vivir la sexualidad.
• “Los docentes que manifiestan una conducta no heterosexual están pasando por una etapa que, será superada con el transcurso del tiempo” (Cosa que puede ocurrir o no, pero no invalida hablar del tema). “Hablar de homosexualidad puede predisponer a los y las jóvenes hacia esa orientación sexual” (una afirmación falsa, ya que tanto la orientación sexual como la identidad de género son procesos complejos donde intervienen muchos factores y no se modifican por hablar del tema).
• Considerar el reconocimiento ante los demás de una orientación no heterosexual, es una decisión. Nadie puede obligar a otra persona a que silencie sexual, ni se puede obligar a decirlo.
Propósitos Formativos:
• Propiciar aprendizajes basado en el respeto por la diversidad y el rechazo por todas las formas de discriminación.
• Presentar oportunidades para el conocimiento y el respeto de sí mismo y de su mismo y de su propio cuerpo, con sus cambios y continuidades tanto en su aspecto físico, como en sus necesidades, sus emociones y sentimientos.
• Ofrecer oportunidades de ampliar el horizonte cultural desde el cual cada niño/a o adolescente desarrolla plenamente su subjetividad, reconociendo sus derechos y responsabilidad, y respetando y reconociendo los derechos, responsabilidades de las otras personas.
• Los derechos humanos como orientación para la convivencia social y la integración a la vida institucional y comunitaria, respetando, a la vez la libertad de enseñanza.
• Desarrollar competencias para la verbalización de sentimientos necesidades, emociones, problemas y la resolución de conflictos a través del dialogo.
Toda dinámica grupal y en toda vida institucional se hacen presentes manifiestan la efectividad, y la escuela no es una excepción a esta realidad. Encontrar modos de expresar los sentimientos y emociones, hacerse entender y poder también leer en el otro sus expresiones de efectividad, reflexionar junto con otros sobre los vínculos humanos y su repercusión en la vida socio emocional de cada ser humano, son aprendizajes que nos llevan toda la vida, pero que es preciso acompañar desde la escuela de diferentes maneras. Es necesario que la escuela tome esta dimensión y le otorgue el valor profundamente humano que tiene, ligado a un gran abanico de derechos individuales, sociales conquistados por la sociedad en su conjunto frente a las simplificaciones de la efectividad que los medios de comunicación y los mercados pueden haber en un marco cultural valores y discursos consumista, es necesario que la escuela enseñe sistemáticamente a reflexionar sobre actitudes como la escucha, la empatía, la solidaridad, el respeto, el amor. La escuela es uno de los ámbitos en que las personas se forman en tanto en un espacio donde se aprende a crear vínculos, a ser más o menos dependientes o independientes, a resolver conflictos y a vivir con ellos, a llegar a acuerdos a explicitar desacuerdos.
La escuela se constituye en uno de los posibles espacios de encuentro y despliegue de las tramas vinculares entre personas y por ellos las metas y modos de trabajo escolar pueden tener una profunda influencia en el desarrollo de ciertas habilidades, capacidades o competencias respecto de la relaciones sociales, en especial las que se dan en el interior de grupos formados por afinidad o para la resolución de tareas compartidas.
Si incluimos la efectividad en tanto contenido curricular, podemos hacer de esta dimensión humana un campo de reflexión, conjuntamente con otras, sobre los vínculos, las emociones, los sentimientos, los deseos y conflictos, favoreciendo el conocimiento de sí mismo y de los demás, y un campo de promoción y de desarrollo de vínculos, actitudes y comportamientos basados en el respeto la solidaridad y el cuidado. La escuela suele habilitar y a su vez proscribir ciertas manifestaciones afectivas. Al abordar la efectividad como una dimensión de la ESI, es indispensable que también la escuela trabaje sobre la significación y la valoración que, se le da a la expresión de sentimientos y emociones en la cotidianidad escolar para poder ser coherentes entre lo que, la escuela hace y lo que dice. En este sentido, si por un lado se trabaja sobre la igualdad de trato y oportunidades para mujeres y varones a través de ciertos contenidos curriculares, y luego se pautan las interacciones en el recreo, en forma desigual para varones y para mujeres, se estará negando en los hechos lo que se expresa con la palabra.
El mayor tiempo de la efectividad está presente en todos los actos de la vida escolar, pero pasa muchas veces desapercibida. Lo importante es estar atentos a lo que, sucede en la vida escolar en cuanto a esta dimensión de emociones, sentimientos y vínculos, para que se conviertan en un contenido y ocasión de aprendizaje para todas y todos.
Que es eso de emociones y sentimientos:
Nuestras ideas pensamientos, creencias y aun nuestros posicionamientos no son neutros, se encuentra de emociones y sentimientos. En relación a los sentimientos, es importante la distancia que se requiere para vernos con claridad, reconocerlos, identificarlos, enunciarlos. Por ejemplo, la empatía como posibilidad de interpretar los sentimientos ajenos, constituye una percepción y movimiento interior hacia el otro/a, que se basa en la posibilidad de poder hacerlo. La escuela favorece el análisis y expresión de emociones y sentimientos, favorece la valoración y el respeto por la palabra propia y la ajena, y crea mejor condiciones para el abordaje, desde el enfoque de derechos y la diversidad, entre ellas la diversidad sexual. Pero esta valoración positiva no puede lograse si en las aulas y en la escuela. Los espacios de diálogos, respeto y confianza en los que se pueda poner palabras a la efectividad. Se puede construir una perspectiva, sin ser por ellos estimatizados/as o discriminados/as, y en los que se pueda construir una perspectiva crítica respecto de la reproducción de los estereotipos de género o de la heterónoma.
Históricamente en las escuelas existe el hábito de registrar múltiples datos, entre ellos algunos que hacen a la intimidad de la familia. Sabemos que para que, la escuela pueda acompañar mejor al niño/a en su trayectoria escolar, es necesario conocer alfo que su entorno y su historia. Tenemos que pensar que, cuestiones de la vida del niño puede resultar enriquecedor saber, a la hora de lograr una mejor compresión del niño/a en la escuela. Hay un límite muy sutil entre revelar esta información con el sentido de potenciar su experiencia escolar, e indagar en la intimidad de la familia, por otra parte, pensamos que en la escuela cotidianamente niños y niñas, adolescentes, adultos manifiestan su afecto mediante besos, abrazos, caricias, palabras amorosas que denotan una diversidad de vínculos de amor, de amistad y también de enamoramiento. Muchas veces, los chicos y las chicas, producen impulsivamente acercamientos físicos, sin tener en cuenta los sentimientos de sus pares. Si la escuela puede proponer reflexionar sobre este tipo de tratos más respetuosos en los vínculos. Cuando la escuela se convierte en un ámbito propicio para aprender a respetar los límites entre el propio cuerpo y el de los demás, esto no significa alentarse entre todos los acercamientos físicos, sino en la medida en que estos se convierten en una imposición de unos/as sobre otros/as.
Este vínculo está vinculado con el anterior. La dimensión de la efectividad, también se asocia tanto a los aprendizajes acerca del cuidados y la protección como al rechazo a toda forma de violencia. Se trata de visibilizar esta temática, el respeto y los cuidados por el propio cuerpo y el de los demás, y el poder decir no ante situaciones que vulneran derechos. En los materiales producidos por el programa ESI, hay una multiplicidad de propuestas y definiciones conceptuales sobre estas problemáticas. Lo importante que es reconocer que la mirada de las y los docentes y los adultos de la escuela, va a incidir en el abordaje curricular y en las decisiones institucionales frente a esta problemáticas. Mientras tanto a las mujeres se les han atribuido capacidades para el cuidado de los otros, para la expresión de las emociones y sensibilidad y se le ha dado permiso, para la expresión artística y estética. Hasta qué punto estas creencias que, nos han constituido como sujetos, producen estereotipos sobre varones y mujeres.
Propósitos formativos de ESI vinculados en forma directa con el eje: “Valorar la efectividad”:
• Expresar, reflexionar y valorar las emociones y los sentimientos presentes en las relaciones humanas, en relación con la sexualidad respetando y haciendo respetar los derechos humanos.
• Promover una educación en valores y actitudes relacionados con la solidaridad.
• Presentar oportunidad para el conocimiento y el respeto de sí mismo/a y de su propio cuerpo.
• Desarrollar competencias para la verbalización de sentimientos necesidades, emociones, problemas y la resolución de conflictos del dialogo.
Eje: Ejercer nuestros derechos
En este eje abordaremos la relación entre la Educación Sexual Integral y una perspectiva basada en los derechos de niñas, niños y adolescentes.
La ley 26.150 comienza su articulado haciendo expresa referencia a un derecho, el de todos los educandos a recibir Educación Sexual Integral. La Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer y la Convención sobre los Derechos del Niño son antecedentes a las leyes que protegen la salud sexual y reproductiva y a la Ley de ESI.
La perspectiva de niñez y adolescencia que se instala con la Convención por los Derechos del Niño refuerza la noción de que ellos y ellas deben ser cuidados y acompañados por los adultos, a la vez que introduce un cambio de paradigma al entender que no deben ser reemplazados en el ejercicio de su voluntad y en la expresión de sus requerimientos.
Básicamente, significa que los niños, niñas y adolescentes tienen derechos a la igualdad de oportunidades, a tener acceso a servicios de calidad, a ser educados en la participación, a exigir el cumplimiento de sus derechos. Las instituciones del Estado, la comunidad y, en general, la sociedad civil deben garantizar tales derechos.
Si bien la existencia de derechos implica que el Estado fundamentalmente tiene la obligación de generar las políticas públicas para hacerlos realidad y garantizar su efectivo cumplimiento, también es necesaria la participación ciudadana en el control de su puesta en práctica y en la exigencia de su respeto.
Volviendo a la Educación Sexual Integral en clave de Derechos Humanos, es importante que podamos visualizar que otros derechos vienen de la mano del derecho a recibir Educación Sexual Integral:
-Derecho a recibir información científicamente validada para poder cuidar su propio cuerpo y asumir conductas responsables y solidarias en relación a los otros y las otras.
-Derecho a habitar instituciones educativas en los que se respeten por igual los derechos de varones y mujeres, sin estereotipo de género que cimienten desigualdad
-Derecho a vivir sin violencia
-Derecho a poder vivir libremente su sexualidad sin sufrir ningún tipo de discriminación por su orientación sexual
-El derecho a poder expresar sus emociones y sentimientos
-El derecho a contar con adultos responsables que puedan acompañarlos y orientarlos en situaciones de maltrato o abuso.
Todos estos derechos se fundamentan en una concepción integral de sexualidad que va más allá de la mera genitalidad, son la base conceptual de los Lineamientos Curriculares y de los contenidos propuestos en los materiales didácticos de la ESI. Las familias de los alumnos y alumnas no aparecen desde esta perspectiva como destinatarios secundarios de las acciones, sino como interlocutores genuinos, de hecho la ley 26150 los incluye como portadores de derechos y responsabilidades, en la educación de sus hijos. Los derechos de los alumnos y alumnas son reconocidos no sólo cuando se trabaja en torno al suministro de información adecuada, actualizada y científicamente validada, sino también cuando se consideran sus opiniones, emociones y sentimientos, ello forma parte del proceso de educar que debe garantizar la escuela. También brinda conocimientos sobre los medios y recursos disponibles en la comunidad educativa para la atención de situaciones de vulneración de derechos.
De este modo, trabajar sobre los derechos de la niñez y la adolescencia, implica no sólo informar acerca de las normas y las instituciones relacionadas a su cumplimiento, sino también formar para promover cambios en los vínculos, en las relaciones de género e intergeneracionales en la vida cotidiana, promoviendo saberes y habilidades necesarias para la toma de decisiones conscientes y críticas en relación con el cuidado del propio cuerpo y el cuerpo del otro.
Cuando nos referimos al cumplimiento de los derechos de los niños y de las niñas en la escuela, pensamos en algunas acciones a desarrollar por los adultos y las adultas, como:
-El afianzamiento de vínculos positivos entre docentes y alumnos/as y la generación de un clima de confianza y de escucha sobre la base del reconocimiento de las condiciones necesarias para la circulación de la palabra.
-La promoción de la participación de los niños, niñas y adolescentes en la clase y en la escuela.
-La promoción de igualdad de trato entre varones y mujeres.
-El rechazo a todas las formas de discriminación, burlas, insultos y cualquier otra forma de actitud denigratoria a las personas basadas en características físicas, de personalidad, orientación sexual, y cualquier otra distinción social o cultural.
-La generación de condiciones de escucha, contención y articulación intersectorial para la asistencia a los niños, las niñas y adolescentes ante situaciones de vulneración de derechos o ante situaciones que implican imposibilidad para el ejercicio de sus derechos.
-La promoción de prácticas de autoprotección y protección hacia los otros y las otras para identificar y denunciar situaciones de maltrato o abuso, apuntando a construir formas colectivas de cuidado.
Algunos propósitos formativos relacionados con este tema:
-Ofrecer oportunidades de ampliar el horizonte cultural desde el cual cada niño, niña o adolescente desarrolla plenamente su subjetividad reconociendo sus derechos y responsabilidades y respetando y reconociendo los derechos y responsabilidades de las otras personas.
-Estimular la apropiación del enfoque de derechos humanos como orientación para la convivencia social y la integración a la vida institucional y comunitaria, respetando, a la vez, la libertad de enseñanza, en el marco del cumplimiento de los preceptos constitucionales.
-Promover aprendizajes de prácticas relacionadas con la prevención de las diversas formas de vulneración de derechos: maltrato infantil, abuso sexual, trata de niños.
-Expresar, reflexionar y valorar las emociones y los sentimientos presentes en las relaciones humanas en relación con la sexualidad, reconociendo, respetando y haciendo respetar los derechos humanos.
Si se realizara un recorrido sobre algunas de las formas de entender y vivir al cuerpo a lo largo de la historia, veríamos que estas se encuentran íntimamente ligadas al momento político, económico, social en el cuál se inscriben, como así también a la cultura y a las creencias de cada época. Esto sería suficiente para demostrar que el cuerpo no se agota en la dimensión netamente biológica sino que esta misma corporeidad es constituida por los significados y valoraciones que se le otorgan en cada sociedad, por los sentidos que circulan en torno al cuerpo en todas las instituciones que atraviesan la vida de un sujeto. Habrá quienes recibieron una mirada de aceptación, de aprobación o bien de exaltación de su cuerpo, o por el contrario, de desaprobación o de rechazo. Habrá quienes desde niños tuvieron que sobrevivir tempranamente haciendo uso de su cuerpo mediante el trabajo infantil, por ejemplo o quienes pudieron experimentarlo de acuerdo a las posibilidades y capacidades de cada momento de su desarrollo.
Probablemente, muchos/as construyeron su propia imagen corporal mediante mensajes y discursos contradictorios o divergentes sobre el propio cuerpo y sobre «el cuerpo» en general, procedente de diversas fuentes, y con marcadas diferencias según el sexo biológico. En la construcción de las representaciones y valoraciones sobre el propio cuerpo intervino entonces esa historia, que es tanto historia individual como colectiva. El hecho de que el estado tenga que intervenir muchas veces con normas legales que regulan ciertos aspectos de la mercantilización del cuerpo, confirma aquella afirmación. Todas estas producciones simbólicas pueden ser de gran ayuda a la hora de reflexionar acerca del lugar y significación del cuerpo en la sociedad.
Si entendemos al cuerpo como una dimensión importante de nuestra identidad, debemos considerar cuánta influencia tienen el contexto histórico, la cultura, la condición social, en la forma de cuidarlo, de valorarlo y de creerlo bello. Esta idea de cuerpo como espacio de entrecruzamiento entre la biología y las prácticas sociales, de cuerpo historizado, implica que la identidad se construye con todos estos componentes, siempre en un entramado de vínculos, desde los más próximos hasta los más lejanos o mediatizados, con múltiples representaciones, imágenes, gestos, actitudes, símbolos, palabras. Estas expectativas pasan a formar parte de los llamados "estereotipos de género" que asignan de manera diferente, para mujeres y varones, tareas y roles, valoraciones, cuidados del cuerpo, formas de expresar las emociones y construir vínculos. En relación con el cuerpo, para los varones, un cierto estereotipo impone la idea de que su cuerpo masculino es la sede del ejercicio de la fuerza, el poder, el dominio de los espacios públicos, el empleo, rasgos asociados a la masculinidad hegemónica.
Y para las mujeres, el cuerpo no sólo se relaciona con características opuestas a las anteriores –debilidad, fragilidad, reproducción, pasividad, lo doméstico como espacio exclusivo- sino que adquiere una mayor centralidad ya que se considera que en él mismo reside su feminidad. Esto quiere decir que el cuerpo femenino se convierte en sede del «ser mujer», cuerpo que debe ser bello, agradable, muchas veces «cuerpo-objeto». Por otro lado, el cuerpo femenino es mirado como objeto de deseo sexual y medido desde parámetros estéticos hegemónicos, tanto por los varones como por las mismas mujeres.
En los materiales didácticos del Programa de ESI para los tres niveles educativos inicial, primario y secundario- hay propuestas para trabajar en el aula sobre casi todos estos aspectos tanto desde el eje de Cuidado del Cuerpo y la Salud, como desde otros ejes como Derechos, Diversidad, Afectividad, razón por la cual no nos extenderemos en estos contenidos aquí. El paradigma de los derechos humanos ubica a las personas como sujetos de derechos. Existen diferentes tratados internacionales como también diferentes leyes nacionales que garantizan el respeto y el ejercicio de los derechos del cuerpo en la sexualidad y la reproducción, ya que refieren a la protección de derechos fundamentales en estos ámbitos, tales como el derecho a la vida, a la salud, a la igualdad y a la no discriminación, a la integridad personal, a la intimidad y a estar libres de violencia. Si definimos a la salud como un complejo fenómeno biopsicosocial, también el derecho a la vivienda, la educación y al trabajo son indispensables para que los derechos del cuerpo tomen forma concreta.
La protección de la salud sexual y reproductiva es un paso indispensable para el goce de los derechos sexuales y reproductivos. En este sentido, es necesario que la escuela articule con los servicios de salud locales para derivar oportunamente y abordar en forma conjunta aquellos aspectos que hacen a la atención de la salud y al acceso a información específica.
La escuela, como todas las instituciones, está atravesada por los discursos hegemónicos sobre el cuerpo, que es necesario visibilizar y analizar con una mirada crítica. Pensemos qué sucede en la cotidianidad de la escuela con la reproducción de estos mensajes estereotipados sobre el cuerpo en general y sobre los cuerpos femeninos y masculinos en particular. Por ejemplo, reflexionemos acerca de qué normas hay en la escuela –ya sean explícitas o implícitas- para el ingreso a la escuela, para los momentos de formación, de entrada al aula y de disposición corporal en el aula, y si hay criterios normativos diferentes según se trate de mujeres o de varones. Por el contrario, cuando la escuela hace lugar al cuerpo y la sexualidad – alejados de estereotipos- pueden ser pensados y vivenciado, como lugares de placer y espacios de afectividad y cuidado de uno mismo y del otro, de despliegue subjetivo, de encuentro con otros, de experiencia afectiva y amorosa.
Allí donde es posible hacer lugar a la historia, a la narración de uno mismo en el marco de esa historia, al reconocimiento de que vivimos en lazo con otros/as y que esto demanda cuidados, acompañamiento y búsqueda de afecto, se desmiente la idea de que el cuerpo es un organismo, una máquina, un modelo, un objeto de consumo o un objeto a ser programado para ocupar un rol social determinado. La singularidad tiene allí posibilidades de despliegue, en un cuerpo que es, también, pensamiento y afectividad.
El cuerpo en el Nivel Inicial
La espontaneidad y la curiosidad de los niños y niñas sobre su propio cuerpo y el cuerpo de los/as otros/as es habitual en el nivel inicial. También es importante que en el jardín aprendan los nombres de todas las partes del cuerpo humano, dado que esto facilita la visión integral del mismo. Además, poder identificar cuáles de ellas son las partes íntimas y porqué se llaman así, puede facilitar la identificación de situaciones de abuso sexual infantil. En el Jardín, los chicos y las chicas establecen relaciones interpersonales en las que se ponen en juego enseñanzas y aprendizajes sobre el cuidado del cuerpo y la salud. Esto incluye, la alimentación saludable, el abrigo, el afecto, el juego, la higiene corporal, el aprendizaje de las necesidades de atención y cuidado de la salud, y la igualdad de oportunidad en el juego y la expresión del cuerpo. En todo esto los/as docentes del jardín ocupan un lugar fundamental.
El cuerpo en el Nivel Primario
Entre los intereses de las niñas y niños que están en la escuela primaria, ocupa un lugar central el conocimiento de su cuerpo, así como las diferencias entre chicos y chicas y con las personas adultas. Es importante que los/as docentes, respondan a estos intereses, cuidando que el vocabulario que utilicemos no lleve implícitas connotaciones peyorativas hacia determinadas partes del cuerpo. El cuidado del cuerpo y de la salud colabora en el ejercicio de la sexualidad. Es así que, al crecer, los chicos y las chicas aprendan nuevas actividades para cuidarse y también para cuidar a otros niños y niñas, evaluando los riesgos de ciertas situaciones en las que pueden involucrarse. Se trata también de que las niñas y los niños conozcan la responsabilidad de los adultos en su cuidado y crianza, tanto de parte de los familiares como de las otras personas encargadas de cuidarlos.
El cuerpo en el Nivel Secundario
En la adolescencia, entran en juego aspectos como los cambios biológicos, el desarrollo de la identidad, el creciente sentido de autonomía y la capacidad tanto para el cuestionamiento de su entorno y el contexto social, como para la interacción con la sociedad. La adolescencia y la juventud constituyen también, por un lado, uno de los grupos predilectos para la oferta o la imposición de modelos y múltiples formas de consumo, globalizadas por los medios masivos de comunicación. De este modo, los jóvenes son empujados a consumir bienes, ya sean productos, pensamientos o pareceres y prácticas sociales. Por otro lado, los cuerpos de adolescentes y jóvenes se constituyen a su vez en modelos para las generaciones adultas.