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by Rafael Saura
La amplia gama de tipos y elaboraciones de vino hace que siempre exista uno indicado para cualquier tipo de plato, o, en sustitución, un aguardiente de vino o sidra.
La amplia gama de tipos y elaboracion...
Analizando los diferentes elementos expuestos se puede conseguir el casamiento perfecto entre los vinos y los platos.
Cada día más, se demuestra que es muy fácil que un determinado plato estropee un vino, pero resulta difícil el que un vino estropee un plato.
Es interesante recordar que raíces, achicorias, hongos y huevos mezclados entre sí, pueden producir un plato que puede ser acompañado perfectamente por un vino.
Composición estándar de un menú degustación:
Se empieza con platos ligeros de un colorido claro, donde predominan los tonos claros y amarillo verdosos para pasar a los blancos pajizos y salsas claras de los pescados y de algunas carnes blancas, nalizando con las carnes y salsas más oscuras y con más cuerpo (o pescados de fuerte textura), seguido de una tabla de quesos y cerrando el menú con una gama de postres dulces o frutas.
La calidad del aroma es muy importante, ya que sería incongruente servir un vino de aroma ligero de carácter floral
o vegetal con un plato de intensos aromas especiados de carne
o salsa oscura.
La intensidad gustativa del vino debe ir en relación con la intensidad gustativa del plato, para que ninguno de ellos se quede corto y dominen los sabores del otro.
La vía retronasal confirmará las sensaciones analizadas anteriormente o alertará de la falta de alguna de ellas o de la aparición de otra.
Se ha de medir el postgusto del vino para poder nivelarlo con el postgusto que puede dejar un determinado plato.
Los catadores deberán exponer de forma verbal o en ficha el análisis y su impresión del plato con los diferentes vinos y elegir el vino o los vinos que mejor casan con la preparación culinaria en cuestión.
Si los vinos degustados sucesivamente no deben molestarse entre ellos, igualmente, los vinos que acompañan a una comida no deben impedir la
degustación de los platos que la forman. El sabor del vino no debe dominar al sabor de los platos a los que acompaña y viceversa.
El encadenamiento de los vinos influye en la apreciación que se puede hacer de sus cualidades. Por ello, se deben servir sucesivamente, del más ligero al más recio, los vinos blancos antes que los tintos, los vinos secos antes que los vinos dulces, los vinos jóvenes antes que los viejos.
Un vino nunca ha de hacer añorar el precedente, ni embotar el paladar antes del siguiente.
Naturalmente, durante las comidas cotidianas, sólo se sirve, generalmente, un vino. Es esencial pues, escoger el tipo de vino que mejor case con el componente principal de la comida (vino tinto para las carnes rojas, vino tinto o rosado para la charcutería, vino blancos para el pescado, etcétera).
En el caso de platos con salsas elaboradas con vino, es aconsejable acompañarlos con el mismo vino que se ha utilizado para la confección de la salsa. Efectivamente, es una lástima que se reserven botellas de mala calidad para las salsas, pues el sabor de un plato depende, y mucho, de la calidad del vino utilizado en su preparación.
La elección de los vinos en función de un menú depende de muchos elementos (posibilidades de la bodega, tradiciones regionales, gustos personales, etcétera), pero, en todo caso, hay que evitar servir muchos vinos durante la comida.
Desde épocas antiguas, la elección de los vinos que se deben casar con los diferentes platos ha constituido un pilar de la gastronomía.
El maridaje no se rige por ninguna regla inamovible y existen muchos vinos que pueden casarse perfectamente con el mismo plato.
Los vinos blancos armonizan mejor con los alimentos menos coloreados, como son:
También con salsas blancas o rubias, ante las cuales se ha de tener en cuenta su composición a la hora de ofrecer un vino más ligero o con más cuerpo.
Una práctica poco usual, pero muy coherente, es la unión de un vino licoroso con quesos de pasta verde o otros quesos fuertes, con los cuales forman una armonía de contrastes, ya que la untuosidad y suavidad de este vino está en la misma medida que la intensidad de las sensaciones y, sobre todo, suaviza el sabor picante del queso, cosa que no podría hacer un blanco seco.
Las carnes rojas de:
Las carnes negras de:
La gama de vinos para el aperitivo es muy extensa, lo más característicos son los que se presentan a continuación.
jerez o madeira seco.
blancos perfumados (Gewürztraminer, Muscat d’Alsace seco, Sauvignon blanc) o un excelente rosado.
blancos muy secos (Sauvignon blanc, Penedés graves) y rosados.
También ciertos tintos de Côtes-du-Rhône o del Penedés con aroma mediterráneo.
Blancos y rosados del país, blancos secos o semi-secos, Riesling, Sylvaner, Sauvignon blanc, Champán o Cava nature, Penedés, Tarragona compo, Albari- ño. También el Cabernet Sauvignon rosado de Chile.
Rosado muy afrutado y tintos jóvenes (Beaujolais, Tempranillos del Penedés o La Rioja). También jerez seco.
Grandes vinos blancos semisecos y perfumados
(Sauvignon blanc, Gewürz- traminer).
También el Sauternes, el Jerez amontillado, Cava y Champanes.
Nada como el huevo para estropear los vinos, incluso cuando forma parte de un sufflé.
(La Mancha, Valdepeñas, Navarra, Ampurdán).
Vinos corrientes del país, que pueden acompañar a las alcachofas rehogadas, espárragos y otras hortalizas.
Sólo admiten vino cuando van condimentadas sin vinagre.
El jerez puede acompañar si se aliñan con el maravilloso vinagre de Jerez. En general son ideales con agua, incluso gaseosa.
Tinto o blanco según la salsa.
Soave, Penedés, Albariño, etcétera.
Chianti, Beaujolais, Rioja, Penedés, Valdepe- ñas y jóvenes.
Priorato, Jumilla, Yecla, Utiel-Requena.
En general, todos los vinos blancos secos o semisecos graves, Riesling, Chablis, Gewürztraminer, Sauvignon blanc, Penedés, Albariño, Rueda, Alella, Tarragona compo, Valencia.
Cuando el pescado está condimentado con salsa de vino, debe acompañarse con el mismo vino o incluso con un blanco oloroso de calidad (sauternes).
Para las ostras: vinos secos (Sauvignon blanc de Chile, Graves, Chablis, Riesling, Sylvaner, Penedés, Albariño, Valencia, Tarragona compo, Valdepe- ñas), Jerez fino, Cavas y Champanes.
Para mariscos: vinos blancos perfumados y de cuerpo (Meursau...
Para mariscos: vinos blancos perfumados y de cuerpo (Meursault, Montrachet, Cortoncharlemagne, Gewürztraminer, Cavas o Champagne, Sauvignon blanc, Penedés) o incluso Jerez seco. También rosados de carácter.
Vinos tintos de calidad, aromáticos y no demasiado corpulentos
(Médoc, Beaujolais, Mácon, Beaune, Rioja, Penedés, Ribera).
Excelentes vinos tintos de cuerpo
De pelo y venados: grandes vinos tintos de cuerpo (Côte de nuits, Châteauneuf- du-pape, Saint-emilion, Cortón, Penedés, Rioja, Ribera de Duero, etcétera).
De pluma: excelentes vinos tintos muy aromáticos (Medóc, Penedés y Caber- net de Chile, Beaume, Chambertin, etcétera).
Según familia y grado de curación.
Azules fuertes o quesos fermentados: los mejores vinos tintos de las mejores añadas y los grandes champanes y cavas, así como melosos.
Cavas y champanes semi-secos y grandes vinos blancos licorosos y generosos.
El factor determinante en los vinos tintos es su sabor tánico, amargo y astringente a la vez.
El tanino, presente en las materias sólidas de las uvas, como las pieles y el escobajo, y en la madera de las barricas de envejecimiento, reaccionan con las proteínas de las carnes y de sus jugos, con la saliva de la masticación, con fondos de salsas, con quesos de pasta dura o semi-dura.
También es muy típico acompañar el Sevruga con vodka.
En caso de tomar queso azul con vino tinto, escójase un tinto con poco tanino o que tenga muy avanzada la reducción del mismo.
Aunque parezca tópico, con las particularidades de las cocinas regionales los vinos que mejor acompañan serán los de la misma zona.
La acción del cacao y del chocolate supera a cualquier sabor que pueda dar un vino, por muy fuerte o licoroso que éste pueda ser.