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Esta presentación se enfoca a los procesos cerebrales específicos relacionados con los efectos gratificantes del uso de sustancias psicoactivas, así como con el reforzamiento y el desarrollo de las dependencias.
Comúnmente se define un reforzamiento como el estímulo que refuerza las respuestas de las que es contingente (es decir, de las que casi siempre proviene). Así, si insertamos una moneda en una máquina expendedora para obtener un chocolate, el chocolate actúa como reforzamiento para la conducta de poner monedas en la máquina.
es un término frecuentemente utilizado en la psicobiología de las farmacodependencias que describe los efectos placenteros o agradables de una droga. En general, las recompensas son estímulos que proporcionan una motivación positiva para la conducta.
El término incentivo se utilizaba originalmente para designar la capacidad de ciertos estímulos para provocar respuestas específicas a cada especie, como orientar, acercarse o explorar. Este término implica que la respuesta es una consecuencia del estímulo (incentivo).
La motivación consiste en asignar recursos de atención y conducta a estímulos, en relación con sus consecuencias predichas. Por consiguiente, la motivación implica aprender relaciones predictivas (contingencias) entre estímulos neutros y
estímulos biológicamente significativos, y entre respuestas y sus resultados.
Sin ser determinantes, las propiedades gratificantes de las drogas son necesarias
para los efectos que producen las dependencias, debido a cuando menos dos razones.
Primera, la recompensa de las drogas, al promover la autoadministración, es necesaria para una exposición repetida a las mismas. Segundo, las propiedades gratificantes de las drogas son necesarias para atribuir (mediante un
mecanismo de aprendizaje asociativo) valores motivacionales positivos a los estímulos que predicen la disponibilidad, y actúan como incentivos poderosos para el comportamiento de búsqueda de drogas.
Puesto que las sustancias psicoactivas activan el sistema mesolímbico dopaminérgico, y dado que el sistema mesolímbico dopaminérgico tiene una función primaria para guiar la conducta motivada, la exposición repetida del cerebro a las sustancias psicoactivas produce la formación de asociaciones intensas.
El mecanismo mediante el cual la dopamina ejerce esta función se conoce ahora como “sensibilización al incentivo”. Por consiguiente, el cerebro se hace más sensible, o “sensibilizado”, a los efectos motivacionales y gratificantes de las sustancias psicoactivas.
Mediante el aprendizaje asociativo, el valor incrementado del incentivo se enfoca específicamente a los estímulos relacionados con las drogas, lo que genera patrones cada vez más compulsivos de búsqueda y consumo de éstas.
La diferencias individuales en respuesta al primer uso de una droga son capaces de determinar quienes tienen más posibilidades de volver a usar la droga.
En modelos animales, hay claras diferencias conductuales que permiten predecir cuáles son los animales que desarrollarán sensibilización y aprenderán más rápidamente a autoadministrarse drogas
Estos factores conductuales se relacionan con un mayor nivel de dopamina mesolímbica en los animales susceptibles, tanto a nivel basal como después de recompensas de alimentos y drogas
En resumen, las sustancias productoras de dependencia comparten la capacidad de originar cambios persistentes en regiones del cerebro que tienen que ver con el proceso de la motivación por incentivo y la recompensa, y estos cambios pueden hipersensibilizar (sensibilizar) estas regiones.
Se orientan a:
(a) alterar los procesos cognitivos que produjeron las conductas de adaptación de los usuarios de sustancias.
(b) intervenir en la cadena de eventos conductuales que resultaron en el uso de sustancias.
(c) ayudar a los pacientes a manejar eficazmente el ansia crónica o aguda de drogas.
(d) promover y reforzar el desarrollo de capacidades sociales y conductas compatibles con quedar libre de drogas.
El fundamento de la terapia cognitiva es la idea de que, al identificar y subsiguientemente modificar los patrones de pensamiento de adaptación, los pacientes pueden reducir o eliminar los sentimientos y comportamientos negativos (por ejemplo, el uso de sustancias).
Un enfoque de tratamiento donde se utilizan técnicas cognitivas conductuales para ayudar a los pacientes a desarrollar un mayor autocontrol, y así evitar una recaída.
Las estrategias específicas de prevención de recaídas incluyen discutir la ambivalencia, identificar los detonadores emocionales y del entorno del ansia y el uso de sustancias, y desarrollar y revisar estrategias específicas para manejar los tensionantes internos o externos.
Tratamiento conductual, basado en el uso de consecuencias positivas o negativas predeterminadas para recompensar la abstinencia, o castigar (y así impedir) los comportamientos relacionados con drogas.
Las recompensas pueden incluir comprobantes (que se otorgan por producir muestras de orina sin drogas) que pueden cambiarse por otros objetos previamente acordados (por ejemplo, boletos para el cine), o “reforzamientos comunitarios”, donde los familiares o amigos refuerzan las conductas que demuestran o facilitan la abstinencia (por ejemplo, participar en actividades positivas).
Las consecuencias negativas de volver al uso de la sustancia pueden incluir notificar a los tribunales, fuentes de trabajo o familiares.