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La historia judía empezó hace unos 4.000 años ( siglo XVII AEC) con los patriarcas: Abraham, su hijo Isaac y su nieto Jacob. Documentos descubiertos en Mesopotamia, que se remontan a los años 2000-1500 AEC, corroboran aspectos de su estilo de vida nómade, descrito en la Biblia. El Libro del Génesis relata cómo Abraham fue llamado desde Ur de los caldeo a Canaán para formar un nuevo pueblo con la creencia en Un Dios. Cuando el hambre azotó Canaán, Jacob (Israel), sus doce hijos y sus familias se establecieron en Egipto, donde sus descendientes fueron sometidos a la esclavitud y obligados a realizar trabajos forzados.
Abraham fue el padre de Ismael e Isaac, considerándose según la tradición bíblica ser el fundador del judaísmo. Jacob, hijo de Isaac y nieto de Abraham, tuvo doce hijos que fundaron las doce tribus de Israel. El pueblo judío se considera descendiente de Judá y Benjamín, ambos bisnietos de Abraham
Isaac tenía 18 años, era cantante de reggaetón y rap en ciernes y el pasado miércoles por la noche fue supuestamente asesinado a puñaladas por la espalda por sufrir un trastorno de conducta, según su entorno. Llevaba meses siendo acosado y vejado por unos pandilleros como consecuencia de sufrir el síndrome de Asperger.
Jacob es uno de los personajes del Antiguo Testameno más importantes. Sin embargo, su historia no es conocida aún por muchas personas creyentes, por tanto, en este artículo queremos hacer un acercamiento a su vida y los acontecimientos que lo llevaron a convertirse en uno de los patriarcas del pueblo de Israel.
Jacob fue un hombre que necesitó ser tratado por Dios en su carácter debido a que en su juventud hizo honor a su nombre «suplantador», por tal motivo y aunque tenía un celo por recibir las bendiciones de Dios genuino, era necesario que Dios lo transformara y convirtiera en un verdadero hombre de Dios.