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1) Guerra de las escuelas (1877-1878).
2) La regeneración (1884-1886).
3) El consejo delegatario (1885)
En 1884 fue reelegido a la presidencia Rafael Núñez, el liberal que dos años antes, como presidente del Senado, había pronunciado su ominosa frase: “Regeneración o catástrofe”. La reeleccion de Nuñez apoyado por los "independentistas liberales y los conservadores, estallo otra vez la guerra.
Empezó en Santander, con el levantamiento del gobierno liberal radical del Estado contra la intromisión electoral del gobierno central liberal-independiente-conservador de Núñez.
La guerra dejó diez mil muertos: la tercera parte de todas las bajas de las seis guerras civiles del siglo XIX posteriores a la Independencia. Al final de 1885, tras la batalla de La Humareda sobre el río Magdalena, victoria liberal en la que los insurrectos perdieron a muchos de sus jefes y también la guerra, el triunfo de las tropas del gobierno (ya masivamente conservadoras) era completo.
En cuanto la noticia llegó a Bogotá los partidarios de Núñez salieron a celebrar a las calles. Y el presidente Núñez se asomó al balcón de palacio para pronunciar una frase que se hizo famosa:
—¡La Constitución de 1863 ha dejado de existir!
De eso se trataba la Regeneración prometida: desmontar la Constitución votada 23 años antes por la Convención homogéneamente liberal de Rionegro.
“Una república debe ser autoritaria para evitar el desorden”, decía ahora Núñez, a quien los liberales ahora tachaban de traidor.
Así que Nuñez y los conservadores, ganada la guerra, procedieron a refundar la república. Empezando, como de costumbre, por cambiarle el nombre: ya no sería Estados Unidos de Colombia, sino República de Colombia a secas.
Para la redacción de una nueva Constitución sobre las líneas generales propuestas por Núñez, se convocó un Consejo de Delegatarios: dos por cada Estado, conservador el uno y el otro “nacionalista”, o sea, liberal nuñista antirradical. Eran nombrados por los jefes políticos de los Estados, nombrados estos a su vez por el presidente Núñez. Una vez concluida, la Constitución fue presentada a la aprobación del “pueblo colombiano”; pero no de manera directa, sino representado por los alcaldes de todos los municipios del país, nombrados ellos también por Núñez.
La constitución en la práctica había sido redactada íntegramente por Miguel Antonio Caro, atendiendo casi exclusivamente a las dos pasiones de su vida: la doctrina de la Iglesia católica y la perfecta gramática. En lo primero había contado con el respaldo de Núñez, al parecer arrepentido del dubitativo agnosticismo de su juventud que le había dado sulfurosa fama de filósofo:
“La educación deberá tener por principio primero la divina enseñanza cristiana, por ser ella el alma mater de la civilización del mundo”, decía el ahora presidente en su mensaje a los Delegatarios.
tras el laissez faire y el librecambismo de los liberales radicales regresó el intervencionismo estatal. Y contra los bancos privados que habían empezado a florecer en Bogotá, Medellín y Cartagena, Núñez fortaleció el Banco Nacional que había creado en su presidencia del año 90, emisor de papel moneda de curso forzoso (con cuyas emisiones, dicho sea de paso, sumadas a las expropiaciones forzosas de los jefes liberales, se financiaron los costos de la guerra del 85).
Artículo 42.- La prensa es libre en tiempo de paz; pero responsable, con arreglo a las leyes, cuando atente a la honra de las personas, al orden social o a la tranquilidad pública.
Artículo K.- Mientras no se expida la ley de imprenta, el Gobierno queda facultado para prevenir y reprimir los abusos de la prensa.
1. Nombrar los Magistrados de la Corte Suprema;
2. Nombrar los Magistrados de los Tribunales Superiores, de ternas que presente la Corte Suprema;
3. Nombrar y remover los funcionarios del Ministerio.
Artículo 173.- Los ciudadanos que sepan leer y escribir o tengan una renta anual de quinientos pesos, o propiedad inmueble de mil quinientos, votarán para Electores y elegirán directamente Representantes.
“La religión católica apostólica y romana es la de la nación”; y, en consecuencia, “en las universidades y los colegios, en las escuelas y en los demás centros de enseñanza, la educación e instrucción pública, se organizará y dirigirá en conformidad con los dogmas y la moral de la religión católica”.
Esta inclinación clerical de la Constitución de 1886 se vería reforzada el año siguiente con el Concordato firmado con la Santa Sede, negociado por Caro con su amigo el arzobispo de Bogotá, monseñor Telésforo Paúl,
La fuerza armada. Uno de los propósitos centrales de la Regeneración era el de lograr la paz en el país, constantemente alterada bajo la Constitución del 63 por los excesos del federalismo, propicios al desorden. Para ello se instituyó un fortalecido ejército nacional bajo mando único en sustitución del ordenamiento anterior, en el que los ejércitos de los Estados soberanos eran más poderosos y estaban mejor armados que el de la república; al cual por añadidura le estaba vetado intervenir en los choques entre Estados, que eran constantes, y más de una vez desembocaron en guerras generalizadas.
El conflicto estalla en 1899 por el descontento de la oposición liberal frente al gobierno, este conflicto contribuiría a la perdida de Panamá.
Los disturbios del Bogotazo se producen el 9 de abril de 1948, justo el día en el que se celebraba la conferencia panamericana, en donde se originaria la Organización de Estados Americanos (OEA).
Este evento ocurre el 6 de diciembre de 1928, donde se asesinaron a varios obreros que protestaban contra la empresa bananera United Fruit Company.
Frente Nacional se da tras la caída de la dictadura de Rojas Pinilla entre 1958-1974