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Sacerdote polaco, de nombre
Karol Józef Wojtyła Kaczorowska,
elegido Papa en octubre de 1978
Ocupaba el puesto de
cardenal-arzobispo
de Cracovia
Fue el primer pontífice no italiano
en más de cuatro siglos
Nació el 18 de Mayo de 1920
en Wadowice,
sur de Polonia
Hijo de Karol Wojtyla,
un militar del ejército austro-húngaro,
profundamente religioso
y
Emilia Kaczorowska,
una maestra de escuela
de origen lituano
De joven practicó
Fue también
un alumno excelente
y
presidió diversos
grupos estudiantiles.
Fútbol
Atletismo
Natación
A los 9 años hizo la Primera Comunión,
y a los 18 recibió la Confirmación.
En 1967 el Papa Pablo VI lo nombró cardenal,
y el 16 de octubre de 1978, a la edad de cincuenta y ocho años,
fue elegido
para suceder al papa Juan Pablo I,
fallecido tras treinta y cuatro días de pontificado
Fue sometido a una traqueotomía el 24 de febrero de 2005.
Volvió a sus estancias en el Vaticano el 13 de marzo,
pero su estado de salud se deterioró y apareció muy fatigado en los actos de Semana Santa,
donde apenas pudo pronunciar unas palabras a los fieles.
En la tarde del 31 de marzo de 2005,
le fue diagnosticada una infección en las vías urinarias,
Murió a las 21:37 hora local del 2 de abril de 2005
A las 10 de la mañana del 1 de mayo de 2011 se dio comienzo a la ceremonia de su beatificación.
Su sucesor en el trono de San Pedro,
Benedicto XVI, presidió los actos en la entrada de la Basílica,
con la plana mayor de la jerarquía católica y numerosas autoridades extranjeras.
Eran las 10:15 de la mañana del Domingo de la Divina Misericordia, 27 de abril de 2014.
El Papa proclamó santos a sus dos grandes predecesores del siglo XX, que desde ese momento se llaman San Juan Pablo II y San Juan XXIII.
Cien años después de la encíclica Rerum Novarum y tras la conclusión,
con el ocaso del marxismo,
de un ciclo en la historia de Europa y del mundo,
Juan Pablo II es testigo de las amenazas de guerra,
de la pobreza creciente,
de los regionalismos y los bloques de naciones.
Los políticos y analistas cristianos
se preocupan por el poco cambio moral en un siglo.
La Iglesia no tiene un modelo económico que proponer.
Pero ofrece, como orientación ideal e indispensable, la propia doctrina social, la cual reconoce la positividad del mercado y de la empresa, pero al mismo tiempo indica que éstos han de estar orientados hacia el bien común.
El hombre mismo es el principal factor de la producción:
en él se funda la riqueza de las naciones más que en los recursos naturales.
El compromiso decisivo debe provenir del mismo corazón del hombre, de la intimidad de su conciencia.
Sólo así podrá el hombre cambiarse a sí mismo y contribuir a la mejora de toda la sociedad.
Un ejemplo de éxito de la voluntad de negociación y del espíritu evangélico contra un adversario decidido a no dejarse condicionar por principios morales. Esto es, a la vez, una amonestación para cuantos, en nombre del realismo político, quieren eliminar del ruedo de la político el derecho y la moral.
La lectura de Centessimus Annus hace 13 años no nos ofrece un modelo a seguir que justifique los modelos liberales y sociales de hoy.
No esperamos que la Iglesia nos de recetas para curar todos los males del mundo actual.
Nosotros somos quienes debemos actuar para inyectar en la empresa y en la sociedad el respeto a la dignidad de la persona.
También hoy está vigente la exhortación a vivir una unidad de vida, a ser hombres y mujeres íntegros, a ser valientes con una sólida formación intelectual y espiritual, que sepan dar ejemplo de caridad, justicia, respeto, pero sobre todo de unidad, para combatir el vacío espiritual que ha provocado el ateísmo práctico de hoy.