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En el judaísmo, el lavamiento con agua, ha ido teniendo diferentes lugares dentro de la práctica ceremonial, asociada a la limpieza ritual y a la consagración. Tenemos varios casos en la Biblia. Uno de los más conocidos, es el de Ex.29:4, donde Dios le dice a Moises que debia lavar a Arón y sus hijos para la consagración en el servicio, una vez levantado el Tabernáculo.
En el judaísmo del nuevo testamento, resultado de una serie de situaciones traumaticas a nivel histórico y espiritual, tenemos un judaísmo en contacto obligatorio con un mundo gentil. Es en este contexto donde se practica un ritual de lavamiento, llamado bautismo, el cúal, junto con una ceremonia pública de arrepentimiento, compromiso de guardar la ley de Moisés, y circunsición, un gentil, puede pasar a ser parte del pueblo del pacto de Dios.
El gentil, ahora converso, era conocido como "prosélito".
Este trasfondo, nos permite comprender el impacto de Juan el Bautista, ya que este profeta, tenia la osadia de llamar al arrepentimiento a los judios, y los bautizaba en un ritual público. Mt.3:1-17
¿Cual ha sido la posición histórica de la iglesia?
Lo cierto, es que la gran mayoria de la historia, la iglesia ha practicado el paidobautismo, pero ¿cuál ha sido el fundamento para esta práctica? ¿Es el argumento de la tradición, válido? El nuevo testamento, no tiene ni un solo ejemplo de bautismo de infantes, tampoco mandato expreso (siendo esto, fundamental, pues es un mandamiento positivo). Además, no ha habido en toda la historia, una coherencia teológica para esta práctica. Es decir, aquellos que lo han realizado, no han dado, ni pueden dar una respuesta al porqué debiera hacerse. Veamos...
La Didajé ha sido un documento historicamente respetado, cuyo origen se encuentra, probablemente a lo largo del siglo I, con la intención de unificar la y regular la liturgia dentro de la iglesia. Algunos piensan que hace una mención marginal hacia el paidobautismo. Pero, ¿Es así realmente? La cita dice:
Acerca del bautismo, bautizad de esta manera: Dichas con anterioridad todas estas cosas, bautizad en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, en agua viva. Si no tienes agua viva, bautiza con otra agua; si no puedes hacerlo con agua fría, hazlo con agua caliente. Si no tuvieres una ni otra, derrama agua en la cabeza tres veces en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo (7,1-3: BAC 65,84).
Nada en la cita nos hace pensar que el bautismo de infantes, era la práctica aceptada dentro de la iglesia. Inferirlo de este texo, es como en muchos casos, se les menciona a los teólogos paidobautistas, leer mas de lo que dice el texto.
Aunque ninguno de los escritos patrísticos y leccionarios de la Iglesia en los siglos I y II se refieren al bautismo de infantes, los registros históricos datan la práctica desde principios del siglo III, cuando se registró que al menos algunas iglesias habían estado siguiendo esta práctica.
El tratado más antiguo que se conserva sobre el tema proviene de las obras de Tertuliano de Cartago. En su obra, {trad. no oficial} Del bautismo (escrito a principios del siglo III), Tertuliano se propuso desacreditar la validez del bautismo de infantes. La segunda referencia (cronológicamente hablando) relativa al bautismo de infantes es {trad. no oficial} La tradición apostólica, escrita por Hipólito a mediados del siglo III. En esta obra, Hipólito alegaba que solo los catecúmenos eran candidatos adecuados para el bautismo, lo que indicaba la exclusión de infantes.
A medida que el tiempo transcurría, la práctica creció en popularidad.
Aunque _por los escritos de Tertuliano e Hipólito_ parecía que la práctica
había recibido un fuerte rechazo al inicio, para el siglo IV, los Padres de la
Iglesia escribían casi exclusivamente a favor del paidobautismo.
Hasta qué punto la evidencia patrística apoya el bautismo de infantes es
algo discutible.
Por lo tanto, la pregunta no es tanto si la iglesia primitiva bautizó a sus
infantes, sino ¿por qué los bautizó?
Cipriano de Cartago es el primer autor de quien se conservan escritos que apoyan el bautismo de infantes. En la Epístola 58, se refirió a una decisión de un sínodo africano en el año 253 d. C. que requería el bautismo de infantes. Para Cipriano, el bautismo de infantes no era una opción, sino un deber.
Muchos de los primeros Padres de la Iglesia enseñaron que el bautismo lavaba los pecados. Pero, estos mismos Padres de la Iglesia no estaban de acuerdo en cuanto a los tipos de pecados que se remitían en el bautismo.
Los padres de la iglesia: Fides Aliena
Uno de los primeros planteos que surgen dentro de la iglesia fue: En el bautismo ¿Solo se perdonan los pecados cometidos antes del sacramento, o el bautismo también limpia los pecados futuros? Aunque la Iglesia no estaba universalmente segura, los Padres de la Iglesia estaban de acuerdo en que el bautismo era un medio de gracia eficaz para lavar, al menos, los pecados pasados.
Sin embargo, en vista de que los Padres de la Iglesia no creían que los infantes fueran culpables de pecado personal, entonces, ¿qué necesidad había de bautizar a infantes inocentes? Esta fue la primera pregunta que se hicieron. Si los infantes eran inocentes, ¿ Que necesidad tienen de ser perdonados?
Según Orígenes (ca. 185‑254), aunque los infantes no tenían pecado personal, seguían siendo partícipes del pecado original de Adán. Por lo tanto, aunque eran inocentes, los infantes no bautizados estaban en peligro ¿Por qué? Porque si morían en su infancia, llevarían consigo la culpa de Adán a la tumba. Debido a este peligro, los infantes necesitaban ser bautizados. De esta manera, la Iglesia en el siglo III estableció la necesidad teológica del paidobautismo.
Además, debido a que la Iglesia en sus primeros siglos administraba el bautismo de adultos solo a aquellos que profesaban fe en Cristo y el arrepentimiento por los pecados, para la Iglesia en sus primeros siglos, la fe y el bautismo eran inseparables.
Con esto en mente, los primeros Padres patrísticos tenían una pregunta que responder: ¿cómo pueden los infantes tener la fe necesaria para el bautismo?
Una respuesta apropiada no llegó sino hasta principios del siglo V. A diferencia de Orígenes, Agustín (ca. 354-430) no creía que los infantes fueran inocentes. No solo necesitan el perdón por la culpa de Adán, también necesitan que sus pequeños corazones depravados sean limpiados.
Para Agustín, los infantes tienen una doble necesidad de ser bautizados. Según él, el sacramento del bautismo no solo quita la culpa del pecado de Adán, sino que también limpia el corazón de su depravación interna.
El bautismo es un signa visibilia invisibilis gratiae (una señal visible de gracia invisible). Agustín afirmó: «El agua toca el cuerpo y limpia el corazón». En su libro "La Ciudad de Dios", él llegó a
llamar a la fuente o pila bautismal la «fuente ,o pila, de la regeneración». Por ejemplo, escribió: «los niños pequeños, quienes por la pila de la regeneración han sido liberados del lazo del pecado original
que era lo único que los ataba»
Agustín reconoció que la fe es el requisito previo para el bautismo y los infantes no tienen la capacidad de tener fe. ¿Cómo pueden
recibir el perdón si no pueden creer? ¿Cuál fue la solución de Agustín?
Fue bastante simple: la Iglesia es capaz de cumplir este prerrequisito por ellos; es decir, la Iglesia cree en lugar del infante incrédulo; esto es, fides aliena (la fe de otro).
En resumen, ¿por qué la Iglesia en sus primeros siglos bautizaba a los infantes? Orígenes alegó que los niños necesitan el bautismo por la culpa de Adán, mientras que Agustín afirmó que es permisible porque la Iglesia suple la fe necesaria para el bautismo.
Así quedaron establecidas la necesidad y las bases teológicas para el paidobautismo. Vemos entonces que dos de los más notables defensores del bautismo de infantes, enseñaron que el bautismo lava los pecados y trae el perdón a sus participantes.
Los padres de la iglesia: Fides Aliena
Uno de los primeros planteos que surgen dentro de la iglesia fue: En el bautismo ¿Solo se perdonan los pecados cometidos antes del sacramento, o el bautismo también limpia los pecados futuros? Aunque la Iglesia no estaba universalmente segura, los Padres de la Iglesia estaban de acuerdo en que el bautismo era un medio de gracia eficaz para lavar, al menos, los pecados pasados.
Sin embargo, en vista de que los Padres de la Iglesia no creían que los infantes fueran culpables de pecado personal, entonces, ¿qué necesidad había de bautizar a infantes inocentes? Esta fue la primera pregunta que se hicieron. Si los infantes eran inocentes, ¿ Que necesidad tienen de ser perdonados?
Según Orígenes (ca. 185‑254), aunque los infantes no tenían pecado personal, seguían siendo partícipes del pecado original de Adán. Por lo tanto, aunque eran inocentes, los infantes no bautizados estaban en peligro ¿Por qué? Porque si morían en su infancia, llevarían consigo la culpa de Adán a la tumba. Debido a este peligro, los infantes necesitaban ser bautizados. De esta manera, la Iglesia en el siglo III estableció la necesidad teológica del paidobautismo.
Además, debido a que la Iglesia en sus primeros siglos administraba el bautismo de adultos solo a aquellos que profesaban fe en Cristo y el arrepentimiento por los pecados, para la Iglesia en sus primeros siglos, la fe y el bautismo eran inseparables.
Con esto en mente, los primeros Padres patrísticos tenían una pregunta que responder: ¿cómo pueden los infantes tener la fe necesaria para el bautismo?
Una respuesta apropiada no llegó sino hasta principios del siglo V. A diferencia de Orígenes, Agustín (ca. 354-430) no creía que los infantes fueran inocentes. No solo necesitan el perdón por la culpa de Adán, también necesitan que sus pequeños corazones depravados sean limpiados.
Para Agustín, los infantes tienen una doble necesidad de ser bautizados. Según él, el sacramento del bautismo no solo quita la culpa del pecado de Adán, sino que también limpia el corazón de su depravación interna.
El bautismo es un signa visibilia invisibilis gratiae (una señal visible de gracia invisible). Agustín afirmó: «El agua toca el cuerpo y limpia el corazón». En su libro "La Ciudad de Dios", él llegó a
llamar a la fuente o pila bautismal la «fuente ,o pila, de la regeneración». Por ejemplo, escribió: «los niños pequeños, quienes por la pila de la regeneración han sido liberados del lazo del pecado original
que era lo único que los ataba»
Agustín reconoció que la fe es el requisito previo para el bautismo y los infantes no tienen la capacidad de tener fe. ¿Cómo pueden
recibir el perdón si no pueden creer? ¿Cuál fue la solución de Agustín?
Fue bastante simple: la Iglesia es capaz de cumplir este prerrequisito por ellos; es decir, la Iglesia cree en lugar del infante incrédulo; esto es, fides aliena (la fe de otro).
En resumen, ¿por qué la Iglesia en sus primeros siglos bautizaba a los infantes? Orígenes alegó que los niños necesitan el bautismo por la culpa de Adán, mientras que Agustín afirmó que es permisible porque la Iglesia suple la fe necesaria para el bautismo.
Así quedaron establecidas la necesidad y las bases teológicas para el paidobautismo. Vemos entonces que dos de los más notables defensores del bautismo de infantes, enseñaron que el bautismo lava los pecados y trae el perdón a sus participantes.