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El crecimiento físico consiste en alcanzar la talla completa y el peso apropiado, con un aumento del tamaño de todos los órganos. El crecimiento desde el nacimiento hasta la adolescencia ocurre en 2 fases distintas:
Crecimiento:
Aumento del tamaño corporal, producto de la multiplicación de las células y del aumento del tamaño celular.
Desarrollo:
Ordenamiento especial de las celulas en órganos y tejidos, su organización en sistemas, la
adquisición gradual en especificidad y capacidad
funcional semejante al adulto.
El crecimiento físico es un aumento de la talla.
El desarrollo es la mejora de la función y la capacidad.
Ambos procesos dependen mucho de factores genéticos, nutricionales y ambientales.
todo esto es controlado por el código genético aunado al medio ambiente.
La mayoría de los órganos y tejidos sigue en su crecimiento, la misma curva del
crecimiento general ( esqueleto, la musculatura estriada, el hígado, el bazo, los riñones,
los pulmones y el corazón). Excepciones:
Durante el primer año de vida, el niño crece físicamente, madura, adquiere competencias y se reorganiza psicológicamente de manera muy rápida: triplica su peso, aumenta un 50% su estatura y alcanza el 70% de su crecimiento cerebral.
Los aspectos del crecimiento y desarrollo que no se pueden dejar de evaluar en la supervisión de salud corresponden a: Desarrollo físico, Desarrollo cognitivo y Desarrollo
emocional.
Dividiremos esta etapa por grupos etáreos.
Desarrollo físico.
vida
20gr/día.
succión. El llanto como respuesta a diversos estímulos.
Todos los cuidados dispensados a los niños, constituyen un conjunto de estímulos
táctiles, olfativos, visuales y auditivos.
Desarrollo físico.
Cambio cualitativo, ya que se le ve
interesado en el mundo que lo rodea, curioso y mirando al exterior.
También explora su propio cuerpo, se mira sus manos, se toca sus orejas, mejillas , genitales, y además,
vocaliza.
Aparecen interacciones de complejidad y amplitud crecientes, manifestándose a través de expresiones faciales claras.
Desarrollo físico.
El crecimiento se enlentece, alcanzando 400 grs al mes en
el tercer trimestre y 250 grs al mes al cuarto trimestre de vida. La talla
también disminuye su velocidad a 1,5 cm por mes, hasta alcanzar los 75 cm al año (considerando que la talla promedio al nacer es de 50 cm).
La exploración de los objetos se inicia tomándolos, pasándolos de una mano a otra, golpeándolos y por último llevándolos a la boca. Cada acción representa una idea no verbal de para qué sirven las cosas. Un hito importante es la “permanencia del objeto” (9 meses), que es el conocimiento de que los objetos siguen existiendo aunque no estén a la vista.
La aparición de la permanencia del objeto, conlleva un cambio cualitativo del desarrollo social y comunicativo. El lactante desconoce rostros extraños, ya que compara lo conocido con lo desconocido, y responde con ansiedad y llanto.
A los 7 meses comunicación no verbal, demostrando con sus gestos una amplia gama de emociones, a los 9 meses comparte sus emociones con otras personas (mostrando juguetes por ejemplo). Entre los 8-10 meses, el
balbuceo se enriquece con sílabas múltiples (ba-da-ma). La primera palabra
verdadera, aquella que siempre se usa para el mismo objeto o persona,
aparece con la permanencia del objeto.
12 a 18 meses de vida.
Es en esta etapa en la que el niño aprende a caminar, a expresarse verbalmente, a comer solo y a controlar sus esfínteres. La deambulación es uno de los principales logros del niño, lo que le permite explorar su entorno y
aumentar su independencia.
Se evidencia una disminución de la
velocidad de crecimiento y también del apetito, por lo que la talla y el peso aumentan a una velocidad constante de 1cm /mes y 225 grs/mes respectivamente.
Generalmente los niños comienzan a caminar solos cerca de su primer cumpleaños, pudiendo tardar hasta los 15
meses. La marcha precoz no se asocia a un desarrollo avanzado en otros dominios. A los 18 meses mejora el equilibrio y la agilidad, logrando posteriormente correr y
trepar.
Podrá hacer torres de cubos, imitar acciones centradas en su cuerpo como peinarse o beber de un vaso. A partir de los 18 meses se establece el pensamiento simbólico. Los juegos ya no se refieren a su propio cuerpo con lo que puede jugar a alimentar a una muñeca con una mamila, por ejemplo.
El lenguaje comprensivo procede al expresivo, alrededor del año, cuando ya dice sus primeras palabras, es capaz de entender órdenes de frases simples.
Alos 15 meses señala partes de su cuerpo y aumenta su vocabulario en forma gradual. Esto es más fácil para el niño si sus padres utilizan frases claras y sencillas y responden a sus inquietudes en forma adecuada.
El inicio de la marcha involucra un
cambio en el estado de ánimo predominante del niño, marcado por esta nueva habilidad que le permite controlar la distancia que lo separa de sus padres.
El crecimiento somático y cerebral disminuye. Se aplana el abdomen y el cuerpo se torna más esbelto.
Entre los 2-5 años la ganancia de
peso total es de alrededor de 2 kg y la talla de 7
cm por año.
A los 3 años la agudeza visual es de
20/30 y a los 4 de 20/20.
A los 3 años se completa
la dentadura caduca. También a los 3 años se
establece la preferencia por el uso de una de las 2
manos. Hacia los 3 años todos los niños caminan con una marcha madura y corren sin dificultad y las
habilidades motoras finas se van perfeccionando.
El lenguaje crece explosivamente en este periodo. Pasó del pensamiento prelógico del lactante al pensamiento lógico de la edad escolar.
En esta etapa el niño aprende a distinguir entre lo bueno y lo malo, dando inicio al desarrollo de la conciencia moral.
Otra faceta fundamental es el control. La incapacidad para controlar alguna faceta del mundo externo suele inducir la pérdida del control interno, esto produce la RABIETAS. Las rabietas suelen
comenzar hacia el final del primer
año de vida y alcanzan su máxima
expresión entre los 2 y 4 años.
Las malformaciones congénitas (MC), también denominadas defectos al nacimiento o anomalías congénitas, son alteraciones estructurales y funcionales que ocurren durante la vida intrauterina y pueden identificarse en la etapa prenatal, al nacimiento o en la vida tardía.
Estas alteraciones influyen de forma importante en la morbilidad y mortalidad infantil.
La Organización Mundial de la Salud estima que, a nivel internacional, ocurren 210,358 muertes por MC durante los primeros 28 días de vida.
Las malformaciones congénitas son consecuencia de problemas que ocurren durante el desarrollo fetal previo al nacimiento.
Es importante que las mamás y los papás estén sanos y tengan buena atención médica antes del embarazo y durante el mismo para reducir el riesgo de malformaciones congénitas evitables.
La consanguineidad (Parentesco natural de una persona con otra u otras que descienden de los mismos antepasados) aumenta la prevalencia de anomalías congénitas genéticas raras y multiplica casi por dos el riesgo de muerte neonatal e infantil, discapacidad intelectual y otras anomalías congénitas en los matrimonios entre primos hermanos.
Algunas comunidades étnicas, como los judíos asquenazíes (nombre dado a los judíos que se establecieron principalmente en Alemania), o los finlandeses, tienen una mayor prevalencia de mutaciones genéticas raras que condicionan un mayor riesgo de anomalías congénitas.
Las infecciones maternas, como la sífilis o la rubéola, son una causa importante de anomalías congénitas en los países de ingresos bajos y medios.
Estado nutricional de la madre.
Las carencias de yodo y folato (vit. B), el sobrepeso y enfermedades como la diabetes mellitus están relacionadas con algunas anomalías congénitas. Por ejemplo, la carencia de folato aumenta el riesgo de tener niños con defectos del tubo neural. Además, el aporte excesivo de vitamina A puede afectar al desarrollo normal del embrión o del feto.
Factores ambientales.
La exposición materna a determinados plaguicidas y otros productos químicos, así como a ciertos medicamentos, al alcohol, el tabaco, los medicamentos psicoactivos y la radiación durante el embarazo, pueden aumentar el riesgo de que el feto o el neonato sufra anomalías congénitas. El hecho de trabajar en basureros, fundiciones o minas o de vivir cerca de esos lugares también puede ser un factor de riesgo, sobre todo si la madre está expuesta a otros factores ambientales de riesgo o sufre carencias alimenticias.
Malformaciones cardiacas
Defectos del tubo neural.
Los trastornos congénitos graves más frecuentes son las malformaciones cardíacas, los defectos del tubo neural y el síndrome de Down.
Las anomalías congénitas pueden tener un origen genético, infeccioso o ambiental, aunque en la mayoría de los casos resulta difícil identificar su causa.
síndrome de Down
Las anomalías cardíacas congénitas son malformaciones en la estructura del corazón que están presentes desde el nacimiento. Aproximadamente 8 de cada 1.000 recién nacidos presentan este tipo de anomalías, que pueden ir de leves a graves.
En el desarrollo de un feto, determinadas células forman un tubo (llamado tubo neural) que luego se convertirá en la médula espinal, el cerebro y las estructuras cercanas que los protegen, incluida la espina dorsal (también denominada columna vertebral o vértebras).
A medida que progresa el desarrollo, la parte superior del tubo se convierte en el cerebro y el resto se convierte en la médula espinal. Un DTN se produce cuando este tubo no se cierra por completo en alguna parte de su largo, lo que provoca un agujero en la columna vertebral u otro tipo de problema.
Trastorno genético que se origina cuando la división celular anormal produce una copia adicional total o parcial del cromosoma 21. Este material genético adicional provoca los cambios en el desarrollo y en las características físicas relacionados con el síndrome de Down.
El síndrome de Down varía en gravedad de un individuo a otro, y provoca incapacidad intelectual y retrasos en el desarrollo de por vida. Es uno de los trastornos congénitos graves más frecuentes y es la causa más frecuente de las discapacidades de aprendizaje en niños.
Una mejor comprensión del síndrome de Down e intervenciones tempranas pueden incrementar mucho la calidad de vida de los niños y de los adultos que padecen este trastorno, y los ayudan a tener vidas satisfactorias. A principios del siglo XX, se esperaba que los afectados vivieran menos de 10 años. Ahora, cerca del 80% de los adultos que lo padecen superan la edad de los 50 años.
Muchas anomalías congénitas estructurales se pueden corregir mediante la cirugía pediátrica, y a los niños con problemas funcionales como la talasemia (un trastorno hematológico hereditario recesivo), la drepanocitosis (afección en la que los glóbulos rojos no tienen la forma que deberían tener) o el hipotiroidismo congénito (función tiroidea reducida) se les pueden administrar tratamientos precozmente.