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LA CORTESÍA es un acto con que se manifiesta la atención, respeto o afecto en las relaciones sociales.
En nuestra familia cristiana tenemos que tener presente las siguientes normas básicas:
Al entrar en el templo, cuidemos de no distraer la atención que en el se encuentra, ni molestarle y molestarlos y jamás pretendamos ingresar en lugares ocupados donde no podamos pasar libremente, por muy devota que sea nuestra intención.
Dentro del templo no debe saludarse a ninguna persona desde lejos y cuando debe hacerse de cerca, tan solo es lícito un ligero movimiento de cabeza, sin detenerse, jamás dar la mano ni mucho menos conversar.
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%C3%B3lica
Aunque el templo es un lugar de oración, a ninguna persona se le permite rezar en voz alta que perturbe a los demás.
“Damos gracias a Jesús, porque nos llamó a ser sus discípulos y le pedimos que todos los niños lleguen a conocerlo".
Al ingresar al templo debes hacer una GENUFLEXIÓN, saludar al Señor antes de tomar asiento, de la misma manera lo harás para despedirte al salir, dirigiéndote al altar mayor.
Abstengámonos de apartar la vista del lugar en que se celebra los oficios para fijarla en personas de otro sexo
Al pasar delante de un altar en que esté depositado el Santísimo Sacramento, haremos una genuflexión.
Si el santísimo se encuentra expuesto doblaremos ambas rodillas.
Cuando las efigies fueran de santos, se hará una inclinación en señal de reverencia.
¿Por qué son importantes las normas de
cortesía?
Ayudan a establecer la relación de respeto hacia las personas de nuestro entorno.
Estar atentos a la hora que disponemos para asistir a la Santa Misa
RECUERDA QUE TU RELACIÓN CON DIOS ES LA MAS IMPORTANTE Y PARA ELLO NECESITAMOS ESTAR PREPARADOS PARA COMULGAR.
Elaborar una breve narración de cómo has vivido la Semana Santa
El saludo que promueve el respeto y la paz entre los cristianos tendrá que esperar un tiempo aún indeterminado.
Momento fundamental de la Santa Misa en la que se recibe la hostia consagrada
EL DESEO POR RECIBIR LA COMUNIÓN NO CAMBIA Y LA HACEMOS EVOCANDO LA ORACIÓN