Yacumama
YACUMAMA
es un cuento de la selva peruana, centrado en la vida de Jenaro Valdivián y su hijo Jenarito de siete años, vivían en su choza a orillas del sonoro Ucayali. Jenaro vio que el alimento y las balas se estaban terminando, entonces se alisto para salir, pero no quería alejarse mucho de la choza, como siempre lo hacía cuando salía por dos o tres días de excursión por la misteriosa selva y regresaba trayendo orquídeas sangrientas y mariposas deslumbradoras para su hijo.
Salió a la orilla del río y silbo lago rato en vano, en el centro del agua un remolino de burbujas pareció responderle; Pero la empecinada Boa no quiso moverse, estaba ahí seguramente durmiendo y digiriendo, en fin, Jenaro cogió el machete y la carabina y encerró en la choza a Jenarito, aunque hizo su berrinche, para consuelo del muchacho le dio una vela y un cartucho de hormigas tostadas, que son golosinas de los niños salvajes.
Al zanjar un árbol de caucho le pareció advertir que el tigre lo estaba espiando entre la espesura del bosque, Jenaro bien conocía los hábitos del felino, que sigue por días a su presa. En noches pasadas, fumando su cachimba bajo la luna, vio dos luces rojas entre la espesa noche, un disparo los dispersa por un momento. Esto le tenía muy preocupado a Jenaro, subiéndose a su canoa río abajo se dirigió a su misterioso y admirable telégrafo: el manguaré (un recio tronco horadado con tan extraño arte, que al golpear sus nudos redondos, la selva toda resuena a cinco leguas con un rugido). Tal vez algún indio amigo escucharía su mensaje distante; o Gutiérrez el cauchero más rico de los contornos, le despacharía víveres y otras cosas más que se usan en la selva.
En la choza el niño se comió la vela de cera y las hormigas tostadas, luego tuvo sed y quiso bañarse en el río, sacudió la puerta, pero no la