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Identificar los elementos de la carta a Pérgamo: la silla de Satanás, Antipas, la doctrina de Balaam, etc., y ubicar el periodo que abarca.
Pérgamo (Πέργαμος), significado incierto: lugar de las nupcias(1), fortificado(2) o altura, elevación(3). Importante acrópolis de Asia menor; hoy Bergama, Turquía. Albergó una extraordinaria biblioteca(4) que intentó rivalizar fallidamente con la de Alejandría; esta competencia trajo como resultado el pergamino(5). Además, destacó por sus monumentos religiosos paganos, el templo a Esculapio y la fama de sus remedios le granjearon fama a la ciudad(6).
1. “Place of nuptials”. SCHAFF, Philip. "Per’gamos". En: A Dictionary of the Bible. Filadelfia: American Sunday-School Union, 1880, p. 671.
2. STRONG, G4010.
3. "Elevated; height”. POTTS, Cyrus. "Per’ga-mos". En: Dictionary of Bible Proper Names. New York, Cincinnati: Abingdon Press, 1922, p. 193.
4. ESTRABÓN, Geografía, 13, 4:2.
5. PLINIO, Historia Natural, 13:21, ó 13:70.
6. Cf. TÁCITO, Anales, 3:63. HERODIANO, Historia del Imperio Romano, IV, 8:3.
Jesús mismo. El símbolo es tomado de Is. 49:2 y Heb. 4:12. La palabra cual espada, penetra para transformar al corazón humano. En la literatura judía se encuentran algunos textos paralelos: «Los querubines son, pues, símbolo de estas dos potencias, la autoridad y la bondad; en tanto que la espada flamígera lo es del logos»(7). Por su parte, dice el Midrash: «Moisés obtuvo la torá, parecida a una espada»(8).
7. FILÓN, De Cherubim, 28.
8. STRACK, Hermann; BILLERBECK, Paul. Kommentar zum Neuen Testament aus Talmud und Midrasch. Munich: C.H. Beck, 1954, vol. III, p. 618.
Nuevamente se manifiesta la omnisciencia de Jesús.
Alusión directa del culto imperial oficial en Pérgamo. Su gigantesco templo a Júpiter parecía trono(9), y predominaba sobre los demás templos adyacentes(10). Jesús emplea la alegoría con perfecto sentido, Pérgamo fue el epicentro idolátrico de Asia menor, tendencia religiosa que le valió ya antaño gran fama, los poetas trágicos la nombraron sagrada Pérgamo(11).
9. DOUGLAS, J. D.; TENNEY, Merrill. "Pérgamo". En: Diccionario Bíblico Mundo Hispano. Texas: Mundo Hispano, 1997, p. 576.
10. SALGUERO, José. Biblia comentada. VII: Epístolas católicas, Apocalipsis. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 1965, p. 347.
11. « ». EURÍPIDES, Las Troyanas, 1065.
Πέργαμον ἱερὰν
Tenemos una iglesia que, bien o mal, permanecía firme.
Eusebio nos transmite varios posibles mártires en Pérgamo: Carpo, Papilo, Agatónice(12); pero no figura Antipas. Efectivamente, la patrística primitiva guarda silencio; apenas Tertuliano le menciona sin pretender identificarlo(13), pues cuenta con el solo testimonio del versículo.
12. EUSEBIO, Historia Eclesiástica IV, 15:48. (Migne, PG 20, 364)
13. TERTULIANO, Adversus Gnosticos Scorpiace 12 (Migne, PL 2, 170).
Antipas (Aντιπας), contracción(14) de Antípatro (Aντιπατρος); quiere decir: semejanza del padre(15). Así lo usa Josefo: «Herodes, llamado Antipas»(16), «Este Antipáter (Aντίπατρος) antes se llamaba Antipas (Aντίπας)»(17). En griego koiné «anti» (αντι) no siempre significa antagonismo, a veces evoca remplazo, equivalencia(18): “No paguéis mal por (αντι) mal” (Rm. 12:17), “tómalo, dáselo por (αντι) mí” (Mt. 17:27), “en lugar (αντι) de velo tiene cabello” (1 Co. 11:15, véase Mt. 2:22; Lc. 11:11; Stg. 4:15). Como algunas lenguas modernas —incluyendo nuestro español— emplean anti y opuesto como términos intercambiables, ciertos intérpretes piensan que Antipas es un acrónimo, y se han inventado diversos, desde los más razonables hasta los anacrónicos: “Contra todos”, afirman Saskerides y Hengstenberg(19); “uno contra muchos”, Exell(20). Gill asimila Antipas con Antipapas o Antipappas, es decir, «uno que está en contra del Papa»(21). Si bien el acrónimo no es la solución correcta, Antipas sí podría prefigurar a un grupo de mártires que no se sujetaron a la hegemonía católica.
14. BALZ, Horst; SCHNEIDER, Gerhard. Aντιπας. En: Diccionario Exegético del Nuevo Testamento. Salamanca: Sígueme, 2005, vol. I, p. 330. Cf. HORT, Fenton J. Anthony. The Apocalypse of St. John I-III. Londres: Macmillan and Co., 1908, p. 28.
15. VILA, Samuel; ESCUAIN, Santiago. "Antipas". En: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado. Barcelona: CLIE, 1985, p. 62. Cf. “Instead of his father”. McCLINTOCK, John; STRONG, James. "Antip’ater". En: Cyclopaedia of Biblical, theological, and ecclesiastical literature. Nueva York: Harper & Brothers, 1880, vol. I, p. 276.
16. Guerras, II, 9:1 (2:167).
17. Antigüedades, XIV, 1:3 (14:10).
18. BÜCHSEL, F., "αντι [en lugar de]". En: KITTEL, Gerhard; FRIEDRICH, Gerhard. Compendio del Diccionario Teológico. Michigan: Libros Desafío, 2002, p. 67.
19. HENGSTENBERG, E. W., The Revelation of St John. Edimburgo: T. & T. Clark, 1851, vol. I, p. 144.
20. EXELL, Joseph. The Biblical Illustrator: Revelation. Nueva York, Chicago: Fleming H. Revell, 1905, p. 158.
21. GILL, John. “The Revelation of St. John the divine”. En: An Exposition of the New Testament, Londres, Mathews & Leigh, 1809, vol. III, p. 700.
La estructura epistolar enfatiza dos elementos: trabajo y fe de sus destinatarios, y, errores o negligencias que pueden conducirlos a la perdición.
Apocalipsis ve en este personaje al provocador idolátrico y fornicario por antonomasia, excitó la fornicación israelita (Nm. 31:16) donde acaecieron veintitrés mil hombres (1Co. 10:8) o más, veinticuatro mil (Nm. 25:9); ahora sus imitadores —algunos líderes cristianos— fomentaban el fuerte influjo pagano sobre la iglesia, diezmándola. Con justa razón Barnes plantea un acrónimo: Balaam ( ), “destructor del pueblo” (22).
22. BARNES, Albert. Notes, Explanatory and Practical on the Book of Revelation. Nueva York: Harper & Brothers, 1860, p. 86.
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Pablo resolvió una situación que generaba profundas dudas en la incipiente cristiandad: las carnes ofrecidas a los ídolos (1 Cor. 8:1-13, 10:25-33). El enfoque paulino parece certero, como los dioses nada son, el único poder ejercido de éstos sobre las masas es psicológico. El converso no debe ensuciar su conciencia pensando que comer carnes anteriormente inmoladas a los ídolos significa rendirles culto (1 Cor. 8:7). Desde luego las carnes (idolotitos) referidas por Pablo son aquellas que, en primer lugar, eran limpias y, en segundo lugar, sobraban tras realizar el sacrificio pagano. Los sacerdotes posteriormente devolvían estas carnes al oferente para banquetes particulares, o para efectos comerciales(23). Sólo así la conexión idolátrica fenece (1 Co. 10:26). El cristiano lícitamente podía comprar carnes limpias(24) incluso de dudosa procedencia (1 Co. 10:25), ya que, posicionándose fuera del contexto idolátrico, el cristiano persigue otro fin: su propia alimentación. Pablo censura el consumo dentro (1 Co. 8:9-13) o fuera de los templos en convites paganos, para evitar que algunos hermanos flacos espiritualmente vean un pésimo ejemplo (1 Co. 8:10-13). Era costumbre ingerir lo ofrendado a Esculapio, principal deidad pergamiana, en los límites del recinto(25). Ciertos pseudo cristianos, conocían la máxima paulina “el ídolo nada es” (1Co 8:4), y entorpecidos, llevaron hasta sus últimas consecuencias dichas palabras; comían todo sin distinción incitando a otros.
23. TURRADO, Lorenzo. Biblia comentada. VI: Hechos y Epístolas paulinas. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 1965, p. 412. BROWN, Raymond; FITZMYER, Joseph; MURPHY, Roland. Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento y artículos temáticos. Navarra: Verbo divino, 2004, pp. 325-326.
24. Según Pausanias, inmolaban bueyes (Descripción de Grecia I, 24:4), carneros (I, 34:5), cabras (II, 26:9).
25. Ibíd. II, 27:1.
Grupo herético lascivo
Alusión al inminente día del Señor (Is. 27:1, 1 Tes. 5:2-3).
Evidentemente es Cristo (Jn. 6:58), en la tradición rabínica: «en el mundo futuro, «olam habá», es decir, en el más allá, en el mundo celestial de las almas, el maná es el alimento de los justos; su preparación tiene lugar en el tercer cielo…»(26).
26. STRACK, Hermann; BILLERBECK, Paul. Kommentar zum Neuen Testament aus Talmud und Midrasch. Munich: C.H. Beck, 1926, vol. III, p. 793.
En los procesos judiciales de la antigüedad se empleaban piedrecitas blancas o negras para emitir un veredicto (cf. Hch. 26:10). La piedrecilla negras indicaba una condena; en cambio, la blanca, absolución (27): «Al decirle uno: “¿No confías en el juicio de la patria respecto a ti?”, respondió: “Ni en mi madre, no sea que casualmente se equivocase y echara la piedrecilla negra en lugar de la blanca”»(28). Como dice Ovodio, La piedrecita ( ) blanca significaría la absolución de la muerte; y el nombre nuevo, nueva identidad tras la absolución. La LXX utiliza el vocablo para referirse a una piedra afilada (Éx. 4:25).
27. OVIDIO, Metamorfosis, XV, 41-42.
28. PLUTARCO, Moralia, 186e.
ψηφος