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La gracia común es:
- la bondad que Dios muestra a toda la gente, aunque sean pecadores.
- Le ayuda a la gente a que no hagan lo malo y los alienta a hacer lo bueno.
-Capacita a los seres humanos para actuar decentemente.
La gracia de Dios provee las bendiciones del mundo natural (lluvia, temporadas fructíferas, alimentos, y muchas otras bendiciones materiales y sociales).
Además, la gracia común provee la presencia y la influencia de la Biblia, el Espíritu Santo y la Iglesia.
La gracia común, en sí misma, no basta para la salvación, pero revela la bondad de Dios a toda la gente.
La gracia salvadora de Dios:
lleva a la gente a Cristo (Juan 6:44), renueva sus corazones, y los libra del pecado. La gracia salvadora de Dios se mostró en forma singular en Cristo.
En su Evangelio, Juan dice que “la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” (Juan 1:17).
Este versículo no significa que antes de la venida de Cristo no existía la gracia salvadora. Todos los santos del Antiguo Testamento fueron salvos, es decir, fueron aceptos delante de Dios sobre la base de su fe en las provisiones de Dios que incluye la obediencia a sus mandamientos. Sencillamente Juan quiere decir que Cristo constituye la revelación plena de la gracia salvadora y que, desde su venida, sólo a través de El puede recibirse esa gracia salvadora.
En la Biblia sobresalen dos enseñanzas respecto a la naturaleza del hombre: su pecado y su conflicto (o condición).
El pecado consiste en la incapacidad de vivir de acuerdo con la ley de Dios, o en quebrantar abiertamente la ley.
Sin embargo, el pecado es más que simple desobediencia.
Consiste también en ensalzar al yo y minimizar a Dios.
Puesto que somos criaturas pensantes, con la capacidad de razonar, sabemos que cuando hacemos lo que no debemos, o no hacemos lo que debemos, somos lo que no debemos ser, o no somos lo que debemos ser; somos culpables de pecado.
Toda persona es pecadora de dos maneras: Una consiste en que nació en pecado y la otra en que decide cometer actos pecaminosos.
El pecado de Adán ha sido trasmitido a todas personas porque fue la cabeza representativa de toda la raza humana (Romanos 5:12). Por tanto, cuando Adán cayó, la raza humana también cayó, y toda la gente heredó una naturaleza pecaminosa, la cual produce actitudes de terquedad y rebelión hacia la ley de Dios. Además, las personas son responsables de sus propios actos pecaminosos (Gálatas 5: 19-21).
Como resultado de su pecado, la gente está separada de Dios y de sus semejantes. Debido a la naturaleza pecaminosa que resultó de la caída, las personas son totalmente malas. Cada elemento de su naturaleza ha sido afectado: su intelecto, emociones y voluntad. Por esa razón son totalmente incapaces de salvarse a ellas mismas. Sus mentes se han entenebrecido por el pecado de manera que no pueden comprender las cosas espirituales (1 Corintios 2:14).
Para ellas, las cosas espirituales son locura. Y puesto que carecen de visión espiritual, no pueden comprender las cosas de Dios. Sus mentes naturales no pueden comprender estas verdades; necesitan información, la cual sólo pueden obtener por la obra del Espíritu Santo.
1. Las personas caídas no pueden pensar, desear o hacer lo verdaderamente bueno.
2. En ciertas ocasiones, quizá hagan ellas buenas obras debido a la gracia común.
3. Su capacidad para decidir y actuar está limitada por su esclavitud al pecado (Romanos 6:17, 20).
4. La única liberación de estas cadenas de pecado reside en la gracia redentora de Dios.
Es hermoso saber que la voluntad de la gente está libre para volverse a Dios, arrepentirse y creer. Esta es la enseñanza de las Escrituras.
La gracia salvadora de Dios lleva a la gente a Cristo, renueva sus corazones y los libra del pecado
La gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo
Cristo constituye la revelación plena de la gracia salvadora
Solo a través de Él puede recibirse esa gracia salvadora
La palabra expiación da la idea de enemigos que se juntan para hacer las paces.
Se refiere a la reconciliación, el cambio de un estado de enemistad a otro de amistad.
En el contexto de la salvación, se refiere a la acción por la que el pecador es reconciliado, o vuelto a Dios.
Otro significado de la expiación se refiere a cancelar o cubrir.
Como resultado del sufrimiento y la muerte sacrificial de Cristo, los pecados de la gente quedan expiados no cubiertos por su sangre y queda cancelada la pena por sus pecados.
La muerte de Cristo en la cruz constituyó el medio para reconciliar a un Dios santo con la gente pecaminosa.
Por medio de la cruz recibimos la expiación de pecados; es decir, los pecados han quedado cubiertos por la muerte de un sustituto; la pena ha sido satisfecha, y Dios y la humanidad han sido reconciliados.
Cuando consideramos la salvación, comenzamos con una verdad básica: que un Dios soberano, lleno de amor, sin ninguna razón aparente, decidió mostrar su bondad hacia personas que no la merecían al perdonar sus pecados. Este acto de perdón constituye una expresión de la gracia de Dios.
La gracia no significa que Dios nos excusa de pecado. La Palabra de Dios dice que la paga del pecado es muerte (Romanos 6.23). Ni Dios puede hacer a un lado su actitud recta ni su juicio contra el pecado. Sin embargo, el sacrificio de Cristo en el Calvario satisfizo totalmente la justicia de Dios.
De esa manera quedó satisfecha la pena por quebrantar su ley.
La gracia no pasa por alto el pecado, más bien lo remueve.