La integración sensorial es un proceso neurológico que organiza las sensaciones del propio cuerpo y las del ambiente, haciendo posible utilizar el cuerpo de forma efectiva en el ambiente que se encuentra
Sin embargo, en algunos individuos existen disfunciones en la integración de todos estos estímulos, provocando conductas desadaptativas que interfieren en el desarrollo, aprendizaje y participación de las actividades diarias. Como otorrinolaringólogos, nos vemos enfrentados en nuestra práctica clínica a pacientes pediátricos que acuden a nosotros en busca de ayuda frente a síntomas tales como hipersensibilidad auditiva o selectividad alimentaria, los cuales pueden ser parte de este trastorno
• El niño evita estar cerca de luces brillantes, o bien muestra unos gustos muy particulares con la ropa que puede ponerse porque “le pica” o la siente demasiado.
• Le cuesta saber qué lugar están ocupando en cada momento las partes de su cuerpo, por lo cual se cae con relativa frecuencia y se siente poco hábil al manipular objetos.
• La alta sensibilidad a estímulos sensoriales cuya información no pueden procesar bien hace que estos pequeños se distraigan con mayor facilidad, ya que mantienen su mente ocupada con esta clase de complicaciones.
• Buscar el contacto constante, Esto puede llevar a pedir ropa apretada, por ejemplo, o a pedir abrazos en todo momento.
• Mantienen una actitud inquieta. Están constantemente buscando la estimulación por varias vías, tratando de encontrar lugares con muchos elementos que tocar, sonidos interesantes, entre otros.
• Tienen una baja sensibilidad al dolor, aunque su cuerpo se dañe, reaccionan de un modo relativamente poco intenso
Hiposensibilidad: