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Esta modalidad de trabajo
ya había sido implementada por los
incas. Consistía en la obligación que
tenían los indígenas de un señorío a
trabajar para el Inca en labores agrí-
colas, obras públicas o el trabajo
que se les designara. A cambio,
la comunidad de la que provenía el indígena recibía ropas, alimentos y otros bienes preciados.
En la Colonia, los conquistadores
adaptaron este sistema. Se trata-
ba de obligar a los indígenas a
trabajar en la actividad que la au-
toridad, pública o privada, necesitara por un tiempo determinado y por un salario. Las comunidades debían enviar a
la Audiencia la quinta parte de su población
masculina en edad de tributar. Esto era entre dieciocho y cincuenta años. Esta forma de trabajo fue especialmente útil para la explotación de las minas.
En 1545, se encontraron las minas de plata en el cerro Potosí, en la actual Bolivia. Su explotación hizo posible
que la Audiencia de Quito se especializara en producir bienes indispensables para la explotación minera. La extracción de plata impulsó el comercio. Se considera que la
población en Potosí cerca del año 1600 era de 100 000 habitantes que requerían infinidad de productos.
Durante los siglos XVI y XVII, la Au-
diencia hizo de centro comercial
para bienes de Castilla y paños
producidos en el país, entre Lima
y Cartagena, y llegó a las actuales
Bolivia y Panamá. Comerciaba con
vinos, aguardiente, jabón, produc-
tos de droguería, artículos de ba-
zar, costura y alimentos en general.
La Audiencia de Quito se vinculó con los territorios del Virreinato a través de la producción de bienes de la industria textil.
Así, Quito se especializó en paños y bayetas; Chile en la producción de vinos; y La Plata, en cueros y yerba mate. Esta producción marcó el destino de
las economías regionales y el
desarrollo de sus sociedades.
La producción textil a la que se dedicó buena parte de la Audiencia de Quito era el motor de su economía. Requería de cría de ovejas, producción de tintes, especialistas en hilado y tejeduría para la
elaboración de paños, famosos no solo en América, sino en todo el mundo.
La mano de obra empleada en los obrajes venía de las comunidades indígenas. Eran hombres y en algunos casos mujeres y niños que trabajaban en
situaciones muy precarias por un salario muy bajo.
A pesar de las injusticias cometidas en los obrajes, la actividad significó para la Audiencia la prosperidad, y permitió el adelanto de las ciudades.