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Urie Bronfenbrenner defiende que el juego está condicionado por los distintos niveles ambientales o sistemas existentes en el entorno del niño.
Uno de los autores más conocidos en la bibliografía existente sobre los juegos es Piaget. Para él, el juego tiene como función la de consolidar las estructuras intelectuales del hombre a medida que se van adquiriendo. El niño comienza a jugar como medio de desarrollarse psíquicamente, y las distintas etapas por las que pasa su inteligencia se relacionan ineludiblemente con las etapas del juego.
En este caso, lo más importante es la función socializadora y cultural del juego. Vygotsky considera que el juego no nace del placer, sino de las necesidades y frustraciones del niño, las cuales en gran parte vienen dadas por su situación social.
El niño siente una necesidad de acción siempre que hay una necesidad no cubierta. Por el contrario, en una sociedad en la que lograse satisfacer todos sus deseos de forma inmediata, nunca tendría lugar la aparición del juego.
Dentro de estas teorías culturales, también hay que hacer mención también al neozelandés Sutton-Smith, que defiende que el juego nace en cada cultura como medio para asegurar la transmisión de sus valores e ideologías propias.
El juego es tan antiguo como la vida misma ya que, desde que nace, el ser humano comienza a jugar. Las teorías sobre el origen del juego son múltiples, según se dé más preponderancia a uno u otro aspecto.
Posiblemente, la recopilación más exhaustiva sobre las teorías del origen del juego sea la que realizó Munné hace casi dos décadas.
De las más complejas y basadas sobre todo en los escritos de Freud, establecen que el juego produce una catarsis liberadora de emociones reprimidas, dejando al individuo en condiciones de poder expresarse libremente. El juego es un medio de expresar impulsos sociales no aceptados.
Para Freud, a través del juego el niño consigue dominar los acontecimientos, pasando de una actitud pasiva a intentar controlar la realidad. Al igual que sucede en el sueño, el juego manifiesta fundamentalmente dos procesos: la realización de deseos inconscientes reprimidos y la angustia que producen las experiencias de la vida misma.
Winnicott ofrece una explicación distinta: el juego es un área intermedia entre la pura subjetividad y la experiencia de relación con el otro. Es lo que denomina como un “objeto transaccional”, algo interno y externo a la vez y que, además de constituir un proceso fundamental de encuentro con la realidad en la niñez, ha de jugar un papel muy importante en la edad adulta.
Según los autores de esta corriente, el juego tiene un matiz educativo para los niños, sirviendo de preparación para la vida a la que, posteriormente, tendrán que enfrentarse. Uno de los defensores de esta teoría es Karl Gross, quien afirma que el juego contribuye al desarrollo de ciertas funciones que serán básicas para el niño cuando se convierta en adulto, así como a su autoafirmación como persona. Estas teorías son las precursoras de los principios funcionalistas de la etiología moderna.
Sigmund Freud (1856-1939) Donald Winnicott (1896-1971)
Similares en cierto modo a las citadas en primer lugar, de las que se pueden considerar sus antecedentes directos, defienden que el juego responde a una necesidad vital que viene predeterminada biológicamente, y que por tanto está en mayor o menos medida presente en todo ser humano. Sin embargo, dentro de ellas se pueden distinguir dos corrientes claramente diferenciadas:
La del recreo, defendida por Schiller
La del descanso, postulada por Lazarus
Vienen a reafirmar la vieja tesis de Platón de que “en los jóvenes el juego se debe a que no pueden mantenerse en reposo por lo que les es placentero saltar, gritar, danzar y jugar unos con otros”. El juego se entiende, por tanto, como una forma de liberación de la energía excedente. Uno de los máximos exponentes de esta visión fue Herbert Spencer, en el siglo XIX.
CENTRO REGIONAL UNIVERSITARIO DE COCLÉ
DR. BERNARDO LOMBARDO
DIDÁCTICA DE LAS ACTIVIDADES LÚDICAS
ELABORADO POR:
LOURDES CHACÓN
SANDRA GONZÁLEZ
REBECA CISNEROS
MARISEL FLORES
HORACIO GAITÁN
PROFESORA:
RAMONA ARAYA
Según estas teorías el juego sirve al niño como vía para representar distintos roles sociales, creando respuestas a los mismos. Manson y Mitchel defendieron esta teoría, propugnando el valor del juego como medio de manifestar la personalidad ante los demás.
Stanley Hall, pedagogo y psicólogo estadounidense, señaló que el juego no es más que una recogida de datos provenientes de las costumbres de culturas anteriores, convirtiéndose así en una “recapitulación breve” de la evolución de la especie. De este modo, se convierte en una actividad que persiste generación tras generación.
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