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La llegada de una primera alumna en 1841, seguida de otras, permite que se abra un colegio.
Desde el principio, la fundadora ve a la Congregación más allá de las fronteras:
1849: salida para África del Sur; 1850: Inglaterra; 1865: España (Málaga); 1873: Nueva Caledonia; 1888: Italia; 1892: Nicaragua y Filipinas; 1895: El Salvador. Las dificultades, las incomprensiones, las pruebas de todo tipo, no faltan, pero también están ahí los
proyectos, las esperanzas, las realizaciones, la alegría de pertenecer a Dios y de ver crecer su Reino.
La fe de María Eugenia le lleva a afirmar: que en la Asunción todo pertenece a Jesucristo, todo es de
Jesucristo, todo tiene que ser para Jesucristo. (Instrucción del 2 de mayo 1884) Su fuerza le viene de la
oración: orar y salir de toda dificultad por un amor confiado a Nuestro Señor y al Smo. Sacramento;
perseverar en mi atractivo de adorarle y por El dar a Dios todo lo que le es debido.
Juventud
Fundación
Su padre la confía a dos familias sucesivamente: una, rica y mundana, en la que los placeres y las
danzas no podían colmar sus aspiraciones.
La otra familia, primas muy piadosas, le parecía estrecha y agobiante. Sin embargo en ese momento es cuando verá la luz.
Más tarde, escribirá esta afirmación tan importante para ella: Me cuesta oír hablar de la tierra como
un lugar de exilio. Yo la considero como un lugar de gloria para Dios. (1844)
Y esta otra: En el fondo no es posible que la regeneración terrestre de la humanidad, de su ley social,
no salga de la palabra de Jesucristo.
Eugenia va a cumplir 22 años. El 30 de abril 1839, se instala con otra joven de su edad en un apartamento pequeño cerca de la parroquia de San Sulpicio, en París. La Congregación de las Religiosas de la Asunción acaba de nacer. La primera hermana es Sor Maria Eugenia. En agosto y octubre, dos nuevas jóvenes se unen a ellas, una de ellas será Catherine O’Neill irlandesa, responsable de las novicias durante toda su vida, a la que se le considera co-fundadora.
Cuaresma de 1837, a sus 20 años Ana Eugenia entra en contacto con el P.
Combalot , en la Iglesia de San Eustaquio de Paris. Tras una peregrinación a Ste Anne
d’Auray, el P. Combalot tiene el proyecto de una fundación religiosa destinada a la transformación de
la sociedad a través de la educación y enraizada en la tradición monástica. Desde los primeros
contactos con Ana Eugenia Milleret, el P. Combalot intuyó que estaba frente a «su» fundadora.
Hoy, las religiosas de la Asunción, están presentes en 34 países: 8 en Europa, 5 en Asia, 10 en América
y 11 en Afrecha. Las Religiosas, unas 1250, forman 170 comunidades a través del mundo.
Sus padres
El señor Milleret, es descendiente de una familia italiana establecida en Lorena en el siglo XVI. La familia tiene como divisa en su escudo “Nihil sine
fide”, (Nada sin la fe). Poseedor de varios bancos, es diputado por el Departamento del Moselle y es muy considerado en la ciudad, adicto a las ideas de Voltaire. La madre Leonor Eugenia de Bro pertenece a una familia de nobleza militar originaria de Luxemburgo y Bélgica, y a pesar de ser poco cristiana se muestra dulce y firme.
Al término de una vida de 80 años que atraviesa casi todo el siglo XIX, Madre María Eugenia muere
pacíficamente en París, el 10 de marzo de 1898, después de haber fundado alrededor de 30
comunidades en 9 países de los 5 continentes. Deja el sello de su personalidad y la herencia de su
ardor apostólico y de su espiritualidad.
Fué beatificada por Pablo VI, en Roma, el 9 de febrero de 1975. Y canonizada por el Papa Benedicto
XVI, en Roma, el 3 de junio del 2007.
Ella aprende de su madre lo que más tarde llamará “virtudes naturales”: valor,
honradez, rectitud, generosidad.La infancia de Ana Eugenia transcurre de manera feliz y tranquila entre Preish y la casa señorial de Metz, tenían una
vida sencilla y algo austera a pesar de las comodidades.
En la noche del 25 al 26 de agosto de 1817, día de San Luis, en la ciudad de
Metz, medieval y provinciana, nace Ana Eugenia Milleret.