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La impersonalidad es una construcción gramatical que le permite al hablante expresarse sin hacer referencia a un sujeto expreso o presentar un sujeto de forma indeterminada.
En esta presentación se analizarán tres casos de impersonalidad que el escritor Manuel Gutiérrez Aragón emplea en el texto El conejo blanco.
Es imposible no echar a correr tras un conejo blanco que lleva un reloj al que consulta continuamente, es imposible aunque se esté tendido bajo la sombra, un día de verano a la hora de la siesta. El Conejo Blanco siempre tiene prisa, es el representante de un tiempo veloz y desatinado. El Sombrerero y la Liebre de Marzo, en cambio, pertenecen a un mundo en que el tiempo no corre. Que el tiempo no funcione produce mucha más intranquilidad que el que corra, pase, se pierda.
No sé en qué época exacta de mi niñez leí por primera vez Alicia, pero sí que su comienzo me pareció más irremediable y atractivo que su final. Imposible el conejo, fatal su conejera, en la que transcurre todo el cuento, sin días ni noches. Una madriguera de hongos alucinógenos y pasteles drogados. La caída libre de Alicia en ese agujero sin fin nos lleva al cuento mismo, al interior de la historia. Pero el elegante Conejo Blanco no reaparece para tranquilizarnos, su cuántica expresión temporal siempre le hace marcharse cuando queremos preguntarle algo.
Tuve esa sensación desde niño, que el Conejo no daba respuestas. El cuento contado y luego escrito por Dodgson -tartamudo y zurdo, por cierto- tiene tal cantidad de significados que unos se montan sobre los otros, como fichas de estudio caídas de pronto al suelo. Uno termina por remontar el sentido: los conejos blancos que llevan reloj en el chaleco son, en realidad, conejos blancos que llevan reloj en el chaleco. Es terrible. -
Bibliografía
Aunque "uno" es el sujeto expreso de la oración, también estamos frente a un caso de impersonalidad ya que este sujeto es genérico e indeterminado.
"Uno termina por remontar el sentido: los conejos blancos que llevan reloj en el chaleco son, en realidad, conejos blancos que llevan reloj en el chaleco".
Al igual que en los casos anteriores, el lector puede sentirse identificado al leer el texto.
Estas oraciones impersonales no tienen sujeto expreso ya que el pronombre inhabilita su presencia. Es importante aclarar que tampoco es posible recuperarlo por el contexto. Se construyen siempre con un verbo en tercera persona del singular.
"Es imposible no echar a correr tras un conejo blanco que lleva un reloj al que consulta continuamente, es imposible aunque se esté tendido bajo la sombra, un día de verano a la hora de la siesta".
Al emplear la primera persona del plural el escritor tiene como finalidad incluir o involucrar a los lectores.
A este uso se le denomina plural sociativo.
En este caso en particular el "se" generaliza y la construcción permite que el lector se pueda posicionar en esa situación de "estar tendido bajo la sombra".
La caída libre de Alicia en ese agujero sin fin nos lleva al cuento mismo, al interior de la historia. Pero el elegante Conejo Blanco no reaparece para tranquilizarnos, su cuántica expresión temporal siempre le hace marcharse cuando queremos preguntarle algo.
Al utilizar la primera persona del singular ese efecto mencionado se pierde.