Cuando la sobreproducción es generalizada y duradera, el país que la sufre entra en crisis, pues es incapaz de deshacerse de sus productos almacenados.
Las empresas se ven obligadas a reducir su actividad y a prescindir del servicio de parte de sus trabajadores, causando un importante problema social. Al sistema de consumo se le olvida que son personas las que se quedan sin trabajo; no contemplan que el objetivo final debe ser el ser humano y no la conservación del sistema económico para seguir obteniendo ganancias monetarias
El capitalismo es un orden o sistema social y económico que deriva del usufructo de la propiedad privada sobre el capital como herramienta de producción, que se encuentra mayormente constituido por relaciones empresariales vinculadas a las actividades de inversión y obtención de beneficios, así como de relaciones laborales tanto autónomas como asalariadas subordinadas a fines mercantiles.
La capacidad productiva del sistema aumenta al tiempo que el poder de compra o capacidad adquisitiva de la población disminuye. Un círculo que en la actualidad ha perdido el equilibrio y no se tienen soluciones posibles a corto o a largo plazo. La crisis global va mostrándonos como todo está interconectado.
La tendencia a la sobreproducción de productos básicos puede conducir a un colapso económico de la economía capitalista. Fenómeno importante en el que los productos básicos se encarecen y la mayoría de los ciudadanos dejan de tener acceso a ellos, causando frustración y manifestaciones sociales de descontento, ya que por otro lado siguen siendo bombardeados por los medios de comunicación que promueven el consumo y la gente ya no tienen el dinero para hacerlo.
Cualquier reducción implica una reducción de empleo; una reducción en el empleo, a su vez reduce el consumo; como la sobreproducción es el exceso de producción por encima del consumo, esta reducción en el consumo empeora el problema. Es un círculo vicioso.
La sobreproducción es la coyuntura económica en que la oferta de productos supera la demanda. Un país capitalista debe conservar el delicado equilibrio entre la producción y el consumo. Debido a la voracidad de los productores y la manipulación de los medios, los individuos pierden su humanidad convirtiéndose en máquinas de consumo.