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Entre sus objetivos estaba la necesidad de conseguir mayor “espacio vital” para los alemanes, declaración ya efectuada en su libro Mein Kampf.

Alemania pretendía lograr una victoria rápida, objetivo no tan lejano al comienzo de la guerra en razón de su superioridad miliar y estratégica: en 1940 las tropas invadieron Noruega, Dinamarca, Países Bajos, Bélgica y Francia, la Línea Maginot o línea Alpina construida por los franceses al finalizar la Primera Guerra Mundial, fracasó ante la rápida ofensiva alemana. La consecuencia fue la rendición de Francia y su división con la formación de Vichy como nuevo estado francés.

Gran Bretaña quedó sin aliados frente a Alemania pero no renunció. En 1941 con el ingreso de Estados Unidos en la guerra tras el bombardeo japonés de Pearl Harbor , más los diversos frentes abiertos por los ejércitos del Fürer (viola el acuerdo con Rusia e invade sus territorios, debe posponer la invasión a Gran Bretaña: su ubicación geográfica dificulta la tarea ) , es que logra revertirse la situación en favor de la contraofensiva aliada entre 1943 y 1945.

Tras la rendición de Alemania y el suicidio de Hitler, la nación queda dividida: por un lado, la República Federal Alemana (inicialmente fraccionada en tres sectores bajo el control de los aliados) y por otro, bajo el control de la Unión Soviética, la República Democrática Alemana.

En 1920 se crea la Sociedad de Naciones, institución destinada a evitar una guerra futura que, dado el descontento general de vencedores y vencidos, no sería posible.

En 1933 Adolf Hitler asume como Canciller de la República de Weimar durante la gestión de Hindenburg, reelecto en 1932. A poco de asumir consigue la autorización de superpoderes que permitían al futuro Fürer suprimir algunos derechos de ciudadanos sospechosos de comunistas y sobre todo, de judíos.

Tras la Primera Guerra Mundial la situación de Alemania era desastrosa. Los territorios perdidos, más las penas impuestas por el Tratado de Versalles: ejército limitado y pago por resarcimientos de guerra a los vencedores, determinaron la pobreza y la disconformidad que facilitó la llegada del totalitarismo como una posible salida que le permitiría al pueblo alemán recuperar lo que ellos sentían arrebatado.

El expansionismo alemán

Italia, una de las vencedoras, tampoco estaba conforme con los resultados: el costo de la guerra no había sido amortizado en relación con los territorios obtenidos. Lo mismo ocurría con Japón, las posesiones obtenidas en Asia Oriental no eran las esperadas.

Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos, el gran acreedor de la guerra, habían logrados sus objetivos en lo que respecta al desarme alemán y la reorganización del mapa mundial.