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Trastorno de rumiación

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jueves 27 de marzo 2014

Vol XCIII, No. 311

Postura

Características diagnosticas

Asumen una postura estirando y

arqueando la espalda con la cabeza colgando hacia atrás, produciendo movimientos de succión con la lengua y dan la impresión de experimentar satisfacción.

regurgitación y nueva masticación repetida.

Prevalencia...

Curso

Es muy poco frecuente.

Se observa más a menudo en hombres que en mujeres.

Los alimentos son digeridos parcialmente, el alimento es arrojado de la boca o mas frecuentemente masticado y se vuelve a deglutir.

Los síntomas no se deben a una enfermedad gastrointestinal, no aparece en un trastorno de anorexia o bulimia nerviosa.

El trastorno se observa con mayor frecuencia en niños pequeños, también puede verse en sujetos de mayor de edad particularmente con retraso mental y de un trastorno generalizado del desarrollo.

Puede aparecer en el contexto de ciertos retrasos del desarrollo.

La edad de inicio se sitúa entre los 3 y 12 meses.(retraso mental)

En los niños con retraso suele aparecer espontáneamente.

En algunos casos graves el curso es continuo.

El abandono, la falla de estimulación y las situaciones estresantes son factores predisponentes.

Etiología

Síntomas

Diagnóstico Diferencial

Los niños con trastorno de rumiación se muestran generalmente irritables y hambrientos entre los episodios de regurgitación.

Aunque el niño parece estar hambriento e ingiere grandes cantidades de alimento, puede haber malnutrición, porque la regurgitación tiene lugar inmediatamente después de la ingestión alimentaria.

Puede haber pérdida de peso, e incluso la muerte. La malnutrición parece ser menos frecuente en los niños mayores y los adultos, quienes pueden manifestar el trastorno de modo continuo o episódico

Algunas anomalías congénitas y otras enfermedades médicas provocan regurgitación de alimentos y deben ser descartadas mediante la exploración física y las pruebas de laboratorio.

La rumiación puede distinguirse de los vómitos normales de la primera infancia por el carácter aparentemente voluntario de rumiación.

Se descarta en caso de presentar anorexia o bulimía.

Se atribuye a una alteración en la relación madre e hijo.

Se concibe como el intento del bebé de proporcionarse gratificación que le falta.

Otros lo consideran como natural, con la aparición normal de que el niño escupa la comida, que se refuerza por la autoestimulación placentera y el aumento de atención por parte de los adultos

Estas explicaciones se integran en la hipótesis de que la rumiación se aprende en circunstancias en las que no se le proporcionen la estimulación y la atención adecuadas.

Según el CIE-10

Tratamiento

Criterios para el diagnóstico de F98.2 Trastorno de rumiación

trastorno de la conducta alimentaria en la infancia

A. Regurgitaciones y nuevas masticaciones repetidas de alimento durante un período de por lo menos 1 mes después de un período de funcionamiento normal.

B. La conducta en cuestión no se debe a una enfermedad gastrointestinal ni a otra enfermedad médica asociada (p. ej., reflujo esofágico).

C. La conducta no aparece exclusivamente en el transcurso de una anorexia nerviosa o de una bulimia nerviosa. Si los síntomas aparecen exclusivamente en el transcurso de un retraso mental o de un trastorno generalizado del desarrollo, son de suficiente gravedad como para merecer atención clínica independiente.

Procedimientos aversivos: sustancias con sabores desagradables o descargas eléctricas, saciación.

Los profesionales como los padres son reacios a aplicar estos procedimientos prefiriendo tratamientos que recalcan el uso contingente de la atención social.

Se presenta por lo general en la infancia y en la niñez. Suelen implicar un rechazo a la alimentación y representar variaciones extremadamente caprichosas de lo que es conducta alimentaria normal, que se llevan a cabo en presencia de la persona (de suficiente competencia) que cuida al niño. Además hay ausencia de enfermedad orgánica. Puede acompañarse o no de rumiación.

Pautas para el diagnóstico

Las dificultades menores en la alimentación son muy frecuentes en la infancia y la niñez (en forma de caprichos, supuesta falta o exceso de alimentación) y por sí mismos no deben ser considerados como indicativos de este trastorno. El trastorno se diagnosticará únicamente si su grado supera de un modo claro a la media normal, si las características del problema alimentario son cualitativamente anormales, o si el niño tiene una clara tendencia a ganar o perder peso en un período de al menos un mes.

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